Blanca Martínez vive en Santa Fe de Antioquia, en una casa construida hace 224 años, la cual está situada en el barrio Buga, justo en la manzana que ocupa la iglesia de La Chinca.
El portón de esa vivienda permanece abierto durante el día. Quien ingresa a la frescura del zaguán de paredes altas y encaladas ve, encima del contraportón -que sí mantiene cerrado- un cuadro de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, el cual no la distingue de las otras viviendas: ésta es una característica común en la Ciudad Madre y, más aun, en ese barrio, del que sale y llega dos veces al año la procesión en honor a esa virgen, asignada como la protectora de Colombia en tiempos coloniales.
Y de la Colonia también data la devoción por esta imagen de la Virgen en Santa Fe de Antioquia.
Para distinguirla de las demás, basta observar que el niño que ella carga sostiene un jilguero en su dedo índice de la mano derecha. Y que a ellos, Madre e Hijo, los acompañan dos santos, lo cual es poco común en las representaciones de la Virgen María: son San Andrés, quien sostiene el Nuevo Testamento y una cruz con un ángulo tan cerrado que parece una ye, y San Antonio de Padua, personaje que carga un libro en el cual se sostiene de pie un niño, así como un globo terráqueo.
Blanca, amable y dueña de la garrulidad propia de los muchos años, abre el contraportón, aunque ya se había podido ver algo del interior a través de las tablas superiores con figuras formadas por huecos.
Cuenta que ese cuadro de la Chinca "no es tan viejo". Que lo pusieron en el lugar de otro que ella conoció desde que nació, hace 84 años.
"Vivíamos en La Pola con La Amargura -cuenta- y de allá lo trajo mi papá, que se llamaba Luis Martínez, cuando se hizo a esta casa".
Sentada en su cama antigua de madera, muestra el cuadro viejo, con marco de yeso, que tiene ubicado en la cabecera de la cama y comenta que fue él, su padre, quien les inculcó a todos los de la casa su devoción por esta Virgen.
Desde que tiene memoria, ella no ha faltado a ninguna procesión ni ha dejado de hacer la Novena, así llueva, truene o relampaguee. Aunque, por lo general, lo que llueve es fuego en esas dos fechas del año: 9 de julio y 26 de diciembre. "Este cuadro lo iban a botar y yo lo rescaté de la basura".
En el tocador hay otra Chinca en forma de libro abierto y del tamaño de una polverita. En el patio colmado de macetas floridas, una más de cemento, iluminada con bombillos, pintada de blanco y cubierta por una gruta.
"La Virgen me ha hecho todos los favores que le he pedido.
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