La historia de Prefabricados Adoquin-ar comenzó hace 37 años con un experimento universitario. Juan Pablo Arbeláez, entonces estudiante de ingeniería, diseñó una máquina artesanal para fabricar adoquines. Ese invento, creado con piezas de chatarra y mucho ingenio, se convirtió en el punto de partida de una empresa que hoy es un referente en innovación y diseño de materiales para la construcción.
“Siempre hemos tenido curiosidad por probar cosas nuevas, por crear piezas diferentes”, cuenta Arbeláez, quien convirtió esa inquietud en el sello de su trabajo. De esa búsqueda nacieron productos patentados como el Tablequin, una pieza más larga y versátil que los adoquines tradicionales, muy valorada por arquitectos y diseñadores por su elegancia y facilidad de instalación. Registrado en 2014, este desarrollo marcó un antes y un después en la historia de la compañía.
La apuesta por la innovación también los llevó a crear los adoquines drenantes o inteligentes, piezas que permiten que el agua se filtre por las juntas y retorne al suelo, reduciendo la escorrentía superficial. “Es una forma de devolverle algo al entorno”, explica Arbeláez. Este avance se basa en los sistemas urbanos de drenaje sostenible, una tecnología con apenas dos décadas de desarrollo en el mundo.
“Estuve en Oxford e hice un curso sobre el tema, en el centro donde nacieron los adoquines drenantes. Volví con la convicción de que en Colombia podíamos aplicarlo”, agrega. Medellín fue la primera ciudad del país en implementarlos: Adoquin-ar ejecutó el parque lineal Los Balsos, con 500 m², y la ciclocaminabilidad entre La Estrella y Sabaneta, con 6.000 m² de esta tecnología. “Hoy nos llaman de todas partes a preguntar por ellos. Es un producto con mucho potencial para el futuro”.
Además de su aporte ambiental, los diseños de la empresa tienen una fuerte dimensión estética y simbólica. Muchos adoquines están inspirados en texturas naturales o en elementos cotidianos de la región. Algunos llevan nombres como Roseta, Musgo o Corteza, y reproducen la forma de una piedra o una madera centenaria. “Cada molde tiene una historia. Buscamos que el material conserve un vínculo con la naturaleza y con nuestra propia identidad”, afirma Juan Pablo.
Estas creaciones forman parte de proyectos en distintos municipios del país, entre ellos Frontino, la zona franca de Cali, el colegio Corazonista, cinco estaciones de Metroplús y la plaza principal de La Estrella. La empresa también ha sido reconocida por su innovación en el desarrollo del tablón en concreto, un material que imita la textura y el color de la madera, combinando durabilidad y estética.
El acompañamiento de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia ha sido clave en su evolución. A través de programas de formación, asesorías y espacios de innovación, la empresa ha fortalecido su estrategia empresarial y su proyección en el sector. “La Cámara nos ha dado herramientas, visibilidad y apoyo para seguir creciendo y apostarle a la sostenibilidad”, concluye Arbeláez.
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