Aníbal Amaya y su familia son de Yarumal de toda la vida. Su historia empresarial se remonta a una fábrica de baldosas que operó en el municipio por cerca de 30 años. Allí se fabricaba baldosa común, en grano, bloques de cemento y prefabricados. Pero cuando la empresa familiar pasó a manos de Aníbal, la industria se enfrentó a un cambio radical: la cerámica empezó a posicionarse y a desplazar a las baldosas corrientes. De repente, el mercado para su producto se hizo cada vez más pequeño. Esta fue la señal de que debían hacer una transición. 
El giro ocurrió en mayo de 1999. En el propio centro de Yarumal, encontraron un negocio ya montado, llamado Ferretería Punto Amarillo. Aníbal lo describe como “muy caído y con poca mercancía”. Decidió comprarlo y de a poco, construyó el inventario y la confianza de sus clientes. 
Al inicio, las ventas eran modestas. Aníbal recuerda que vendían un viaje semanal de adobe. Hoy la ferretería realiza seis viajes a la semana, que representan alrededor de 12.000 a 15.000 adobes. 
El crecimiento de Ferretería Punto Amarillo ha sido exponencial. Actualmente, la empresa cuenta con alrededor de 60 empleados, distribuidos en ventas, administración, despachos, logística y bodega. 
Se han expandido más allá de Yarumal y tienen dos sedes adicionales: en Santa Rosa de Osos y en San Pedro de los Milagros. Además, sus productos se distribuyen en Campamento, Angostura, Briceño, Valdivia, Ituango y San Andrés de Cuerquia. Los clientes encuentran desde el material para las fundaciones hasta la pintura final para su casa, de esta manera evitan tener que desplazarse hasta Medellín.
   
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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