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Janne se sale a veces de la vida

La escritora danesa estuvo en la Fiesta del Libro. Habló de su libro Guerra y de otras guerras e historias de ser humano.

  • La escritora estuvo en Medellín. Su libro Guerra. ¿Y si te pasará a ti? tiene una historia base que se actualiza para cada país, y así generar identificación. FOTO esteban vanegas
    La escritora estuvo en Medellín. Su libro Guerra. ¿Y si te pasará a ti? tiene una historia base que se actualiza para cada país, y así generar identificación. FOTO esteban vanegas
18 de septiembre de 2016
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Janne Teller tiene una libreta que va con ella a cualquier parte al que su cuerpo delgado y alto y de pelo corto vaya. Ahí escribe ideas, empieza poemas o raya cualquier cosa que se le ocurra de pronto. Puede que le sirva para algo más. Puede que no, y no importa. Para nada más es el cuaderno aquel, porque para escribir una novela, un ensayo, historias más largas, necesita estar en casa.

–Necesito silencio y calma a mi alrededor. Cuando escribes necesitas estar desnudo y vulnerable, así es el proceso de escritura. Yo tengo que convertirme en todos mis personajes. No escribo sobre mí misma o sobre la realidad, es realmente un universo que invento, así que debo identificarme con cada uno de mis personajes y olvidarme de mí. Así funciona la vulnerabilidad, no puedes simplemente ir de compras o usar el teléfono en el mundo real, porque estás en otro espacio. Por eso yo me siento en casa, en silencio, ojalá con la nevera llena, y así no tengo que salir e interactuar con nadie. Me olvido de mi propia vida y de cualquier cosa que pase allá: estoy dentro de esos universos. Durante el proceso soy muy disciplinada y trabajo muchas horas cada día, sin salir, porque eso me distrae y será difícil volver a la ficción al otro día. Solo funciona para mí cuando la gente que estoy escribiendo en ese universo es más importante que mi propia vida. Yo me salgo de la vida por un tiempo.

Se ríe. Janne es una mujer que habla suave y va explicando su mundo, a veces con muchas palabras, siempre contando una historia. Quizá porque narrar historias ha estado con ella desde que era muy pequeña: era su manera de comunicarse con el mundo y también su manera de verlo.

Pasa, además, que al ser hija de inmigrantes, se sentía diferente. Su mamá llegó a Dinamarca con una maleta y el nombre de la familia que la iba a recibir, y nada más, mientras dejaba Austria atrás. Su abuelo era de Alemania, soldado de la Primera Guerra Mundial, y llegó a Dinamarca después de caminar muchos meses. Eran distintos en casa. Desde hechos que parecen tan simples como tener un temperamento distinto, hasta las tradiciones que eran diferentes a las que había afuera, en la ciudad. No se comportaban igual. Las historias, sigue ella, se convirtieron en su universo.

–Escribiendo es donde estoy cien por ciento presente, es casi como que escucho algo que es más fuerte que yo. Suena supernatural, pero es real. Creo que todos los seres humanos cuando nos olvidamos de nosotros mismos y olvidamos los egos, podemos escucharlo, pero desafortunadamente pocas personas tienen el tiempo, y más cuando tienes todas esas distracciones, el internet, la televisión. Cuando estás solo escribiendo una historia, te puedes olvidar de todo, estás simplemente ahí, tratando de entender algo sobre la humanidad, más allá de ti mismo.

Guerra

Janne es una viajera. Ha estado en muchos países y continentes, ahora como escritora que va y viene con sus libros y sus investigaciones, y antes cuando trabajó con las Naciones Unidas y la Unión Europea en resolución de conflictos y problemas humanitarios. África fue importante.

Ella, que ha escrito y se ha preocupado por los refugiados, y que su libro Guerra, que llegó a Colombia hace unos días, adaptado al contexto, y entonces no son refugiados sino desplazados, entendió allá que quienes abandonan su país siempre tienen el deseo de regresar, pero el mundo que dejaron ya no es el mismo tantos años después.

– Siempre estoy preocupada por cosas que no entiendo. Escribo sobre esas preguntas para las que no tengo respuesta. Muchas veces es esa voz en mi cabeza que dice tienes que escribir eso. Al escribir muchas veces no sé qué me dirá la historia, solo lo sé después. Se trata de construir los personajes y ver qué hacen, creer en ellos y en la situación que inventé, para que luego me digan algo. No es la respuesta a la pregunta, no, es más acercarme un poco, agarrarla de una manera diferente. Mi libro Nada es sobre el significado de la vida. En los años después de que la escribí mi vida ha sido más feliz y las preguntas sobre el significado de la vida ya no me preocupan. Hasta Guerra entendí que para los refugiados, el verdadero hecho que pasa es que una vez están seguros en un nuevo lugar y están bajo techo y tienen comida, pierden el control de su vida, esa habilidad que tenemos el resto de nosotros de poder elegir un montón de cosas sobre nuestras vidas. Los refugiados pierden totalmente ese control y pierden el sentido de identidad. La familia del libro logra sobrevivir y tener una nueva vida, pero todo ha cambiado, no es como ellos hubieran elegido. Yo entendí que los refugiados son números y estadísticas. Ese sentido de pérdida, de conexión con un dónde.

Guerra. ¿Y si te pasara a ti?, como es el nombre completo del libro, te deja en silencio al final: Sin embargo, sigues sintiéndote como un extranjero./ Y solo piensas en regresar a casa./ Pero, ¿a dónde?

El texto está escrito en segunda persona: tú. Se trata de sentirse en esa guerra, de saberse a sí mismo como el refugiado, y en el caso de la versión colombiana, como el desplazado. Janne adapta cada libro a cada lugar en el que se publica. La historia es la misma, en su base, pero con lugares distintos e ideas según el contexto. Así, si bien en algunas partes como Escandinavia o Alemania está bien preguntar por la educación sexual, no lo estaría en Francia. Allá la pregunta es por el feminismo.

Para ella es importante la identificación, porque con Guerra hay que hacerse esa pregunta: qué pasaría si yo (si usted) fuera el refugiado. Quizá para decirle que la guerra puede parecer lejana, pero que está ahí, puede alcanzarlo en algún momento. El libro colombiano nombra a Bogotá y habla de un conflicto civil que pasa en la ciudad –ahí donde en la vida real la gente se siente más a salvo– y donde hay que huir a la región, que es el territorio de paz –ahí donde la guerra en la vida real ha dolido tanto–. Es ficción, pero es para sentirse parte de, en un contexto cercano. Es algo que puedes imaginar, dice Janne, pero no es lo que pasa en la vida real.

La vida

A Janne a veces le preguntan si es verdad que predice el futuro. No, responde, aunque a sus libros no les pase el tiempo y años después no solo se vendan más que antes, sino que también siguen hablando en presente.

Los inmigrantes son un asunto de hoy, que parece incluso estar peor. No es que sea alguien que predice el futuro. Tal vez, puede ser, dice, es que piensa en ese algo antes de que otros lo vean. Hubiera querido que Guerra no fuera necesario hoy. Hace 15 años no se imaginó que hubiese esta animadversión contra los refugiados, que está llevando a un nacionalismo extremo. Eso le preocupa y le impacta porque aunque se critica y se habla de que estuvo muy mal lo de los años treinta y la Segunda Guerra Mundial con los judíos, tal vez mucha gente no se da cuenta de que muchos actos y actitudes contra los refugiados están llevando al mundo por el mismo camino.

Tal vez la violencia esté dentro de la esencia del ser humano, o se aprenda. Las dos cosas, cree Janne. Cuando alguien se siente amenazado reacciona con agresión. El problema es que hay gente que está amenazada donde no hay amenazas. Algunos líderes, explica, pueden hacer sentir a la gente que hay algo que los amenaza, y ganan poder con ello. Algunos políticos demagógicos lo hacen y aunque sea un lugar donde por generaciones han compartido el espacio y se han casado entre ellos, los hacen sentir miedo de los otros, y que si no atacan primero, los otros lo harán, y se vuelve un círculo que gira y no para.

Ahí es importante entender el impacto individual, para no dejarse manipular con el miedo, que es parte de la vida. Janne, sin embargo, también sabe que así como hay líderes belicistas, también hay Gandhis y Mandelas que ganan poder con la ética, manteniéndose fuertes. Ella cree que si se puede construir una comprensión ética y no se escucha a los políticos demagogos, sino a nuestra comprensión interior moral, será más difícil que la gente sea conducida a la guerra, porque podrán decir ellos no son mis enemigos, son diferentes, tienen hábitos distintos, pero no son enemigos. Así que no seguirás a alguien que te haga ver a los demás seres humanos como tus enemigos, dice Janne. Eso necesita educación, pero también políticos que quieran construir sociedades.

–Algunas personas se hacen cada vez más ricas y no les importa nadie más. Eso en el corto tiempo, pero en el largo, quizá en el de la generación de sus hijos o sus nietos, habrá gente que se preocupe y diga que no quiere un mundo tan injusto, porque está haciendo el mundo un lugar peor para todos. Hay gente que está haciendo un trabajo en derechos humanos, y hay un pensamiento de que somos todos, en común, responsables por este mundo.

También empieza, entonces, en las pequeñas individualidades, en el día a día, en la buena o mala energía que se comparte con el otro. Si se es mala gente o agresivo, si respiras humillación, sigue Janne, eso reparte (llovizna) agresión, y ese mal sentimiento tiene que explotar en algún otro lugar. Por eso, cada uno debería pensar en hacer su mundo alrededor un poco mejor, porque al sumar los pequeños poderes individuales, habría mucho poder y, sigue ella, se podría cambiar el mundo.

Otra idea, además, es que la guerra pueda parecer que pasa lejos, que les pasa a otros.

–Una cosa es que cualquier conflicto puede parecer lejos de ti hoy, pero podría no estarlo mañana. Mejor no tenerlo. La otra es que no puedes pensar solo en ti mismo. Somos parte de un mundo. Si en un país como Colombia no puedes pensar en la gente a la que la ha tocado la guerra y que sería mejor parar el conflicto, tienes un pensamiento muy egoísta. Este país es muy rico en fuentes naturales y tiene una fantástica belleza, que varía en cada región. Pocos países pueden compararse con ello, y si realmente se quiere tomar ventaja de esa riqueza, se necesita paz.

Y si bien habla de guerras y refugiados y temas complejos y preguntas sobre el mundo, la literatura está de fondo, siempre. Dice que en sí misma no tiene una función directa en un conflicto, por ejemplo, porque no puede dar ayuda humanitaria o lograr un acuerdo de paz, sí sirve para que la gente se identifique. Para ella, nos volvemos más sabios a través de las experiencias, pero no podemos vivir más que las propias. La literatura nos permite vivir otras vidas y otros universos y aunque sean ficción, los vivimos mientras leemos.

–Con la novela es importante que la gente que no ha sido tocada por la guerra entienda qué sería que toda su vida cambie por el conflicto. Entre más entiendes, tomas mejores decisiones.

Janne conversa, y va envolviendo con las palabras en inglés. Es la escritora que se sale del mundo cuando escribe, y también, así se lee en una entrevista en la web de la editorial Simon and Schuster, la que podría comer solo brócoli por el resto de su vida, y luego se escabulliría en un café.

2001
escribió la primera versión de Guerra para Dinamarca. En 2010 se publicó la primera para otro país, Alemania. Ahora se hizo para Colombia.
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