El 3 de mayo de 1985, día de la Santa cruz, se le iluminó la vida a Rosa París, una costurera paisa que ha construido su vida dándole pedal a su máquina de coser, que todavía conserva, y con la que aún trabaja para hacer los vestidos de las colecciones de su hijo, Andrés Pajón.
Para hablar del diseñador es inevitable pensar en Rosa, porque fue ella quien puso a jugar a su hijo con retazos mientras trabajaba, y le dio la libertad de explorar su creatividad sin ningún tipo de restricción.
Desde allí Andrés se convirtió en su ayudante, luego su coequipero y más tarde alzó sus alas para ser en ese ángel que la abriga bajo un nombre que hoy viste a las más famosas del país.
El camino no fue fácil. Estudiar una carrera como diseño de modas implica costos elevados y mucha disciplina y dedicación, pero esos no fueron impedimentos para que él cumpliera el sueño de exaltar la feminidad de la mujer sin ningún límite. De hecho, él mismo se declara como un hombre testarudo que logra lo que se propone y no desiste por más obstáculos que se le puedan presentar.
Este miércoles, a las 7:00 de la noche, mostrará su más reciente colección en la pasarela 1 de Plaza Mayor, algo opuesto al amanecer paisa que nos mostró el año pasado. Esta vez buscó ideas en las culturas Emberá y Cuna para vestir mujeres más rudas y agresivas –con un look muy “glammazone”–, volviendo a los básicos de la marca como los cremas y dorados y la silueta sirena engalanada de detalles.
Desde la primera colección de Andrés junto a su compañero de batalla Felipe Cartagena en 2008, la marca ha impuesto su esencia glamurosa a una mujer enseñada a vestir más para mostrar que para enamorar, pero hoy ha logrado que la elegancia sea una prioridad para las nuevas damas de Medellín y Colombia.
La marca Andrés Pajón tiene un reconocimiento nacional y cada vez se abre paso para figurar en la moda internacional. Visitas a la Semana de la moda de Nueva York le abren un nuevo camino a esta pareja de antioqueños para conquistar con lentejuelas doradas a las mujeres del planeta, y por qué no, en un futuro muy cercano, a los próximos hombres Andrés Pajón, que según el mismo Andrés, serían extremadamente masculinos con un tenue halo interior femenino.