El actor Daniel Radcliffe saltó a la fama muy pronto: protagonizó la serie de películas Harry Potter y se convirtió en el niño más famoso en la década del 2000. Desde entonces ha cultivado una autonomía frente al universo fílmico: ha preferido trabajar en películas independientes que enrolarse en producciones megataquilleras.
Desde el fin de las películas del niño mago su nombre ha aparecido en los créditos de historias deliberadamente alejadas del gusto masivo: el caso más extremo fue el de hacer el papel de un cadáver en Swiss Army Man.
Esa independencia le llevó a tomar distancias de las posiciones de J.K. Rolling sobre las personas trans-género. En un momento muy polémico, la autora de las novelas de Harry Potter afirmó que las mujeres trans no son mujeres. Radcliffe le ripostó al poco tiempo y dijo que ha conocido muchos niños queer que se sintieron identificados con el personaje principal de la saga de magia.