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Perfil | El cambio de traje del doctor Correa

El jurista modernizó su imagen y se declara más de mano firme que Guerra.

  • FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
    FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
11 de octubre de 2019
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Cuando habla de política, Rodolfo Correa es una máquina de reproducir citas. Frases textuales, y otras no tanto, con las que forma un discurso contra la política tradicional en el que aparecen pinceladas de Winston Churchill, Albert Camus y Albert Einstein. Sobre todo del físico alemán que es considerado el científico más popular del siglo XX.

De él adoptó uno de sus leitmotiv que dice en debates electorales y entrevistas informales cuando explica su candidatura: “La locura es creer que haciendo lo mismo se pueden conseguir resultados distintos”.

En cambio, cuando habla de la vida, el abogado y profesor antioqueño de 41 años se defiende a punta de adagios populares. Brochazos de sabiduría cotidiana que lo emparentan con la tradición antioqueña y que demuestran que, más allá de sus diplomas y del conocimiento de la Constitución Política de Colombia, tiene algo de repentista.

“Es muy gracioso porque Rodolfo tiene un dicho para todo. Siempre nos hace reír y saca una historia bien sea de una canción, de un poema o de algo de arquitectura. Cuando fue mi profesor sabía que era brillante, pero no me imaginé que era una persona tan letrada y un ser humano tan cálido”, cuenta Laura Balvin, quien también es abogada y trabaja desde principio de 2019 como la asistente del profesor Correa en la campaña.

Historia de vida

Cuando Correa dice que su familia no tiene ni un presidente de Junta de Acción Comunal no exagera porque pertenece a una familia sin tradición política. Hijo de un policía y una ama de casa, su infancia en los 80 fue un trasteo continuo entre los pueblos antioqueños, determinado por los traslados del papá para reforzar la seguridad en la época del conflicto.

De esa inestabilidad recuerda un episodio que lo ayudó a entender las vicisitudes de la vida. Fue en el corregimiento Santa Rita de Andes (Suroeste), donde la familia Correa Vargas no pudo encontrar quién le alquilara una vivienda y tuvieron que ubicar sus corotos en uno de los calabozos del comando policial.

“Mi infancia se pasó entre estaciones de policía. Eso le ayuda a uno a entender el poder del ahora y va despertando una conciencia por la realidad del país porque en esa época mi padre sobrevivió a cuatro atentados guerrilleros”, cuenta el ahora candidato por la Alianza Social Independiente (ASI).

Quizás por eso no resulta extraño que cuando por fin se asentaron en Medellín, el mayor de los hijos de la familia Correa Vargas ingresara a estudiar en los 90 al colegio militar José María Córdova.

Jaime Vélez, uno de los amigos de Correa, lo conoció en una cuadra del barrio Buenos Aires hace tres décadas en plena transición de ambos a la adolescencia.

Allá fueron vecinos y compartieron partidos de fútbol callejeros, montadas en bicicleta interminables y afrontaron un hecho doloroso que trastocó la vida de Rodolfo y, de refilón, la de sus amigos más cercanos.

En 1996, cuando Rodolfo tenía 18 años, su padre, el dragoneante Miguel Correa fue asesinado en el parque San Antonio y el peso de la responsabilidad de la familia cayó, de un día para otro, en el bachiller recién graduado.

“En gran medida, por el asesinato de su papá le tocó madurar biche y creció mucho más rápido de lo que lo hicimos los demás amigos. Fue un momento muy doloroso que nos marcó a todos porque éramos un grupo muy unido”, cuenta Vélez.

Luego de esa tragedia familiar Rodolfo cursó sus estudios de pregrado en la Universidad Autónoma Latinoamericana (Unaula), formación que combinó con un primer trabajo en la Fiscalía que fue clave para terminar de financiar sus estudios y acercarlo por primera vez con lo público.

Después vinieron los estudios de posgrado en Europa y una decisión que pudo cambiar el destino porque luego de cursar un máster en Derechos Fundamentales y una especialización en Literatura y Poder en Madrid, estuvo a punto de irse a Cuba, cuna del socialismo en América Latina, para estudiar una maestría en cine. Un momento de la vida que el candidato resume en parte de la canción Bohemia del francés Charles Aznavour:

“Teníamos salud

Sonrisa, juventud

Y nada en los bolsillos

Con frío, con calor

El mismo buen humor

Bailaba en nuestro ser

Luchando siempre igual

Con hambre hasta el final

Hacíamos castillos

Y el ansia de vivir

Nos hizo resistir

Y no desfallecer...”

El abogado especialista que regresó a Colombia 2004 se vinculó de inmediato a la academia de la Universidad de Medellín y comenzó a militar en el Partido Liberal, el mismo por el que fue candidato al Concejo de Medellín para el 2007 y del que se quedó ad portas de la curul con poco más de 4.000 votos.

La vida académica la repartió entre Unaula y la U. de M. y los buenos contactos lo llevaron a cargos como el de asesor jurídico del Municipio de Tarso (2007-2011), cuando estaba en el poder Fredy Alberto, uno de los miembros de la dinastía Hurtado de la que también hace parte el excongresista Óscar, quien fuera muy cercano al ahora aspirante independiente.

También trabajó en el Congreso y en el Metroplús vinculado siempre en lo jurídico.

La dinámica de la política

Con un micrófono en la mano y un traje formal oscuro con corbata clara, Rodolfo Correa anunciaba en 2012 su flamante llegada al Liberalismo social - demócrata. Con siete años menos que ahora y unos kilos de más, se convirtió en una de las promesas del liberalismo antioqueño.

“Es la reafirmación del deseo de seguir trabajando con el alcalde Aníbal Gaviria y luchar de manera fuerte para llevar a Eugenio Prieto a la Gobernación”, dijo en ese entonces en un diálogo político en el que se mencionaron otros caciques copartidarios que eran sus aliados como los congresistas Óscar Marín, Óscar Hurtado y el concejal Carlos Mario Mejía.

El juego político sacó del ruedo a Eugenio Prieto y el partido se inclinó por la aspiración de Luis Pérez. Un año después de asumir, lo nombró secretario de Productividad y Competitividad, cargo que ocupó de diciembre de 2016 a marzo de 2017.

Hoy, siete años después de dar el salto al liberalismo socialdemócrata, el abogado y docente universitario luce mucho más flaco, viste informal y critica públicamente las alianzas de quién en ese entonces fuera santo de su devoción y que hoy es favorito para la Gobernación.

“¿Nos vamos a seguir quejando de que siempre gobiernan los mismos o vamos a hacer un cambio real en Antioquia? Hoy todas las maquinarias políticas están con este señor Aníbal Gaviria”, dijo en uno de los debates televisados señalando al candidato de la coalición entre los partidos Verde, Liberal, La U y Cambio Radical.

Polémicas y señalamientos

Con la camisa remangada hasta los codos y sin su tradicional corbata, Rodolfo Correa grabó en junio pasado un spot en el que condenaba la decisión de izar por unos días la bandera del orgullo gay en lo más alto del cerro Nutibara durante la celebración de la semana de la diversidad.

“Toda persona merece el mayor respeto, pero una cosa es el respeto y otra cosa es aceptar la propaganda homosexual para desplazar un símbolo patrio”, afirmó con un periódico Q’hubo en las manos, antes de cuestionar por qué la preferencia de las minorías tenía que imponerse sobre las mayorías. Algo como diversidad sí, pero no así.

Pero el video de la campaña no ha sido el único escándalo que ha tenido Rodolfo Correa con la población LGTBIQ.

El abogado Santiago Alarcón, quien siendo estudiante compartió consejo de Facultad con Rodolfo en Unaula y dio álgidos debates para que la universidad fuera más inclusiva, cuenta que en 2014 hubo un altercado entre el docente –ahora candidato– con dos estudiantes.

“En la U había dos chicas que eran lesbianas y eran pareja. Un día estaban acostadas en la terraza de la universidad y Rodolfo pasó y vio que las chicas se estaban besando, les armó un escándalo y dijo que las haría expulsar por irrespetuosas. Tiene un discurso homofóbico y trasnochado bajo el lema de yo respeto, pero no está bien que lo hagan en público”, relató.

Correa cuenta que les hizo un reclamo respetuoso porque consideró que ese no era el espacio propicio.

“Había dos parejas acostadas en el suelo y se estaban acariciando. Una pareja eran dos mujeres y la otra un hombre y una mujer, los heterosexuales no pusieron problema, pero los homosexuales sí pusieron la queja y se hirieron susceptibilidades”.

La situación causó revuelo dentro del campus y la pareja de mujeres contó su historia vía redes sociales.

Otros alumnos narran que el profesor, que antes de estar en campaña iba siempre de traje y corbata, además de ser estricto en términos académicos, era incisivo con el vestuario de sus alumnos y no dictaba clase si, por ejemplo, una mujer llegaba de falda corta o los hombres vestían bermudas o chanclas.

Para Correa es imperioso la necesidad de que se cumplan las normas de urbanidad dentro del salón y que los futuros profesionales usen la ropa adecuada. “El vestuario es una forma de mostrar respeto por los demás y amor por sí mismo”, explica.

Por eso no resulta trivial que el abogado haya dejado la corbata y ahora proyecte una imagen más juvenil como su faceta de emprendedor exitoso. Quiere mostrarse como el candidato independiente, que viene de la academia, a pesar de que las ideas sean las mismas de siempre, declare a Álvaro Uribe prócer de la Patria y se autoproclame más uribista que el candidato a la Gobernación del Centro Democrático .

5
libros ha escrito el candidato Correa. El más reciente es sobre emprendimiento: Ser grande es una decisión.
El empleo que busca está a un clic

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