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La música es más que la unión de voces y melodías. Educa en gratitud y disciplina. Así la viven dos colectivos de Medellín que forman artistas intrépidos y líderes capaces de comerse el mundo.
Vocación y compromiso
La Corporación Artística Azul Ilusión nació hace 11 años con la intención de educar artísticamente a jóvenes con capacidades especiales. Su norte es la equidad y la inclusión.
“Por medio de la música les entregamos valores positivos para que comprendan la importancia del trabajo en equipo, la disciplina y la solidaridad. Hoy, esto se nota en su comportamiento: en este equipo, los que sí pueden ver guían a los que no, saben que deben cuidarse entre ellos. Así mismo, asumen la responsabilidad con su profesión. Comprenden que esto es algo serio, que son artistas capaces de producir belleza a través del cuerpo mientras están sobre el escenario. El arte refuerza la autoestima: con los aplausos saben que los reconocen como artistas y que están haciendo las cosas bien.
Aquí no nos fijamos en diagnósticos, en nuestra corporación todos desarrollan sus propias capacidades y el talento sobrepasa cualquier barrera. Hace posible lo imposible”.
Pilar Pérez, cofundadora y maestra de Azul Ilusión
La Academia Filarmónica Iberoamericana Iberacademy es una organización que les brinda educación a los jóvenes talentos, para construir una sociedad con mayores oportunidades.
Talento y gratitud
“La música es un vínculo comunicativo entre distintas comunidades. Tiene el poder de unir y transformar sociedades; enseña lo que es el compañerismo y a trazar metas juntos, en especial, esas abstractas que no se pueden cuantificar. Las personas cuando estudian música encuentran, de alguna manera, otros referentes en la vida que los aleja del mal.
Desde Iberacademy buscamos transformar vidas a través de la música, buscamos los talentos más extraordinarios y los ayudamos para que estudien, tengan sus propios instrumentos y conozcan el mundo. Ha sido un reto, sin embargo, no hay nada más gratificante para nosotros que ver cómo jóvenes de zonas muy olvidadas, que en el pasado no tenían expectativas ni posibilidades, pueden estar en un aula de clase y vivir dignamente de la música. Ellos son el futuro, los líderes que van a dejar huella en las nuevas generaciones”.
Alejandro Posada, cofundador y director artístico de Iberacademy