Desde muy chico, Marlos Moreno Durán aprendió a moverse en espacios reducidos, a gambetear obstáculos. A los nueve años vivía en una pieza en compañía de su mamá y siete hermanos en el populoso barrio Manrique Oriental de Medellín, en medio de carencias.
Ahora, a sus 19 años y gracias a su picardía y habilidad con el balón, hace parte de la nómina principal del Atlético Nacional, el equipo más laureado del fútbol colombiano (17 títulos en Colombia -14 de Liga, dos de Copa y una Superliga-, uno de Libertadores, dos de Merconorte, dos de Interamericana).
Mide 1.73 metros y pesa 69 kilos, y en su figura atlética quedan pocos rasgos del muchacho flaco y desgarbado que un día tuvo la fortuna de toparse con el entrenador Eladio Tamayo, quien después de conocerlo y valorar su talento le ofreció abrigo y lo convirtió en un miembro más de la familia.
“Un amigo me invitó a verlo jugar y desde el primer momento noté su calidad. Llegué a un acuerdo con su tutor y el muchacho pasó a nuestro club que lleva el nombre de Leonel Álvarez, el actual técnico del DIM”, rememora Eladio de aquel día en que “ese morenito” lo cautivó con sus movimientos y goles en la cancha de arenilla.
Cambio de vida
En casa de Eladio, la que él llama su “segundo hogar”, además de mejor alimentación, Marlos recibió cariño y educación. La esposa del estratega (Kelly Casallas Parra) le ayudaba con las tareas del colegio y lo trató como a un hijo. “Fue difícil cambiar de costumbres, dejar a mi mamá y los amigos con los que iba a los charcos y jugábamos los picaítos. Pero gracias a Dios encontré esta gente que fue muy buena conmigo”.
Los fines de semana lo enviaban a visitar a su familia en Manrique Oriental, con regalos y algo de comida para sus hermanos, intentando que nunca olvidara su raíces.
“Él está pendiente de ellos, mire que les ayudó para que se fueran a vivir a Bello en una casa arrendada”, cuenta con satisfacción Eladio, quien llevó a este talento a las divisiones inferiores de Nacional cuando tenía 14 años. Allí lo pulieron y lo hicieron mejor atleta. El sueño de Tamayo es verlo ídolo del club verde, “condiciones tiene”.
Doña María reitera la calidad humana de Marlos, que ahora vive en una casa-hogar de Nacional en Envigado. Dice que está feliz con los progresos del menor de siete hijos, y se ilusiona que con los goles que convierta en el torneo profesional colombiano también lleguen los recursos para tener la “casita propia”.
Esa misma ilusión la confiesa el deportista que hizo su primer gol frente al Cali, en una noche de ensueño que premió a su equipo con un triunfo por 3-0 y en el que él fue figura.
Ella, que antes se desempeñaba como empleada doméstica, ya no trabaja por causa de una lesión de columna. Sus hijos, entre ellos Marlos, le ayudan para sostener el hogar.
Con orgullo y paciencia escucha y ve las noticias sobre su retoño, pues en los últimos días han tenido poco contacto por concentraciones y viajes, aunque asegura que, en forma permanente, recibe su grata visita.
Siempre lo apoyó y creyó en sus condiciones. Sabe que este es el comienzo de una carrera promisoria del pelao que aprendió a gambetear la adversidad y ahora dribla rivales en busca de la consagración con el Rey de Copas colombiano.