La final de Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate, además de inédita, ha tenido dificultades desde el primer partido jugado en La Bombonera hace dos semanas.
Aquella ocasión un fuerte aguacero impidió que el partido se jugara el día pactado y debió ser pospuesto. Hoy, cuando se definía el nuevo campeón de América, nuevamente se aplazó para el día siguiente, esta vez por violencia.
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Cuando el bus que transportaba a Boca Juniors se acercaba al estadio Monumental, fue atacado por hinchas de River Plate que lograron quebrar una de las ventanas del vehículo.
Ese hecho, más los incidentes fuera del estadio que enfrentaron a los hinchas con la Policía, hicieron postergar la final que se jugará mañana domingo 25 de noviembre a las 3:00 p.m. hora colombiana.
Una jornada violenta que privó a la capital argentina de vivir una final histórica hoy, de un deporte que mueve sentimientos y pasiones de gran parte de sus habitantes.