Antes del duelo con Brasil todo presagiaba que la fiesta sería redonda para Colombia. Barranquilla se vistió nuevamente con los colores de la Selección, en las calles todo era carnaval y el positivismo de los hinchas estaba por las nubes.
Sin embargo, la realidad era que Colombia enfrentaba al mejor equipo de Suramérica en la actualidad y, tal vez, del mundo, con 9 triunfos en los últimos 9 juegos, y en la cancha Brasil demostró esos méritos.
La Tricolor entró concentrada, con ganas de alcanzar su cuarto triunfo histórico ante los auriverdes, pero un hecho extrafutbolístico rompió esa concentración, y fue el momento en el que ingresó un perro a la cancha del Metropolitano. Apenas evacuaron al animal llegó el baldado de agua fría para los cafeteros con un remate al ángulo de Willian, a los 46 minutos.
Ese tanto silenció a todo el estadio, llegaron las caras largas y ya la atención estaba puesta en los partidos Bolivia- Chile y Perú-Ecuador, rivales directos en esa búsqueda del Mundial de Rusia. El primer tiempo terminó con incertidumbre.
Para la complementaria, el empuje, la fuerza y la actitud fueron más importantes que el fútbol, y con esa motivación Santiago Arias, que no había tenido un buen partido, se inventó un centro al área para Falcao, que en el primer balón que tocó en el área, y el único de todo el juego, puso el 1-1 en el marcador, a los 56’.
Así volvió la ilusión y la alegría a las tribunas, comenzaron los gritos de “¡olé, olé, olé Tigre, Tigre!”, también la ola y los aplausos. Ese gol despertó la alegría.
El impulso no duró mucho porque Brasil seguía dominando la pelota y el técnico Pekerman tampoco arriesgó para ir por los tres puntos. Sabía que el empate era valioso de cara a los duelos con Paraguay y Perú.
Lo importante es que Colombia sigue dependiendo de sí misma para lograr su sexto Mundial. En el fútbol puede suceder cualquier cosa, pero para vencer a Brasil, en una próxima oportunidad, se necesita más que ánimo, positivismo y buen ambiente. Hace falta un mayor nivel de los jugadores y un mensaje más atrevido del seleccionador