El skate en el Carlos Vieco, el parkour en la Comuna 13 o el downhill en el Cerro de las Tres Cruces ya hacen parte de la identidad urbana de Medellín. Cada vez más jóvenes buscan en estas prácticas la mezcla perfecta de adrenalina y libertad.
Sin embargo, el asfalto, las escaleras y las rampas improvisadas también convierten la ciudad en un escenario lleno de riesgos. Las lesiones son frecuentes y, según los expertos, poco importa si se es un aficionado y un profesional: todos están expuestos.
Juan Camilo González Herrera, educador físico y kinesiólogo con más de 14 años de experiencia en rehabilitación deportiva, asegura que los problemas más comunes aparecen en tobillos, rodillas y muñecas.
“Lo que más vemos son esguinces de tobillo y de rodilla. También fracturas de peroné, rupturas de meniscos y lesiones de ligamentos como el cruzado anterior. En los miembros superiores, es muy típico el escafoides roto por caer con la mano extendida, además de luxaciones de hombro y de codo”, explica.
Estas caídas no son una excepción, sino casi parte del deporte. El skateboarding, por ejemplo, concentra la mayoría de fracturas en muñeca y lesiones en tobillo, de acuerdo con estudios médicos. En el parkour, los saltos repetitivos generan tendinitis rotuliana y microtraumas por sobreuso, y en downhill, el riesgo está en la velocidad: una mala frenada puede derivar en lesiones serias en rodillas y hombros.
González insiste en que el problema no es solo la caída: “El sobreuso también lesiona. Movimientos repetitivos, saltos constantes y frenadas duras provocan tendinitis y dolores crónicos. La prevención no está solo en protegerse, también en entrenar como un deportista de alto rendimiento”. Para él, la fuerza y la propiocepción —esa capacidad del cuerpo de ubicar cada articulación en el espacio— son fundamentales. “En estos deportes el equilibrio debe entrenarse más que en cualquier otro”, asegura.
Los elementos de seguridad marcan una gran diferencia. Casco, rodilleras, coderas, muñequeras y tobilleras reducen la gravedad de las caídas. “La primera recomendación es esa: protegerse. La segunda es tener acompañamiento técnico, alguien que enseñe cómo usar la bicicleta, el skate o incluso cómo caer. Porque si uno frena la caída con el brazo extendido, el riesgo de fractura de muñeca es altísimo. En cambio, rodar o amortiguar con el cuerpo cambia el impacto”, añade el kinesiólogo.
En Medellín ya existen puntos icónicos donde estas prácticas han crecido. El Cerro de las Tres Cruces es terreno predilecto de los riders de downhill; en Santa Elena y Copacabana se encuentran rutas montañosas desafiantes; en la Comuna 13, el Red Bull Cerro Abajo convirtió escaleras y callejones en un circuito internacional; y en la pista BMX Mariana Pajón, en Belén, muchos entrenan acrobacias antes de llevarlas al asfalto. Cada escenario inspira, pero también obliga a ser conscientes del riesgo.
La rehabilitación es otro capítulo clave. Un esguince puede recuperarse en semanas, pero un ligamento cruzado anterior necesita entre ocho y diez meses de trabajo serio. “Un LCA mal rehabilitado vuelve a romperse, así de simple. Por eso insisto: la recuperación en deportes extremos debe ser más exigente que en el fútbol mismo, porque la inestabilidad es natural en estas prácticas”, advierte Camilo, quien dirige el centro de rehabilitación T-Sport en Envigado.
El camino correcto es claro: diagnóstico temprano, fisioterapia, progresión a ejercicios de fuerza, luego trabajo propioceptivo y, finalmente, volver poco a poco al deporte. El error más común es acelerar los tiempos y regresar antes de estar listos, lo que abre la puerta a recaídas.
En palabras del experto: “Son deportes en los que siempre habrá caídas, porque están diseñados así. El secreto está en aprender a manejarlas, en protegerse, entrenar el cuerpo y rehabilitarse con paciencia. Caer es inevitable, lesionarse no tiene por qué serlo”.
Para quienes apenas se inician en deportes extremos, la prevención es la mejor aliada. El primer paso es usar siempre el equipo de protección, sin excusas. Lo segundo, entrenar la fuerza básica de piernas y core, y trabajar el equilibrio, porque eso disminuye el riesgo de torceduras y caídas mal controladas.
También es clave progresar de manera gradual, empezar con trucos sencillos, rutas menos exigentes y saltos bajos antes de aumentar la dificultad.
Camilo insiste en algo vital que es aprender a caer. Rodar en lugar de frenar con las manos evita fracturas, y contar con la guía de un profesor o alguien experimentado marca la diferencia. Y nunca olvidar el descanso. El sobreuso es tan peligroso como una caída. En resumen, protegerse, entrenar y respetar los tiempos es la fórmula para disfrutar de la adrenalina sin pagar con una lesión.
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