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No había empezado la prueba del cross country del Clásico EL COLOMBIANO y a Jerónimo Bedoya lo felicitaban, abrazaban y hasta le pedían fotos.
En ese momento, el deportista que en los Juegos Suramericanos juveniles de Chile 2017 ganó dos medallas de oro y ese mismo año fue subcampeón en el Panamericano de Paipa, irradiaba felicidad. Tanta que sus ojos azules se encharcaron por un instante. Y no era para menos, pues el accidente que sufrió hace cuatros meses por poco lo deja cuadripléjico.
Ayer, en el cierre de la etapa extrema del Clásico en el parque del Agua y la Madera del municipio El Retiro, donde nació hace 17 años, volvió a competir después del percance.
“El hecho de montar en bicicleta me hace sentir un ganador”, cuenta el piloto de la escuadra GW Shimano.
Jerónimo, cuatro veces campeón nacional, confiesa que vivió un calvario luego de la imprudencia del conductor de un auto que lo atropelló cuando terminaba un entrenamiento en bici por el Oriente antioqueño el 27 de febrero, pero añade que el deseo de seguir dejando huella en el ciclomontañismo le dio las fuerzas para levantarse de la adversidad.
“Fue algo muy duro, estuve a punto de morir o quedar cuadripléjico porque la lesión casi toca la médula espinal. Al final tuve dos fracturas en las vértebras C1y C7 -la parte cervical-”, relata el hijo de Jenny Botero, ama de casa, y Jorge Alonso Bedoya, ebanista y gomoso de la cicla, de quien heredó esta pasión.
“Fueron casi cuatro meses sin poder entrenar, apenas llevo una semana ejercitándome. Recuerdo que los médicos me decían que la recuperación no iba a ser fácil. Estuve con cuello ortopédico dos meses y si las fracturas no cicatrizaban bien me tenían que operar y ahí corría más el riesgo de perder el 50% de la movilidad. Ahora los mismos especialistas se sorprenden con mi evolución. Sé que Dios me tiene para cosas grandes, en este Clásico volví a nacer para el ciclomontañismo”.
Pero ayer Jerónimo impresionó más al llegar a la meta, en la categoría júnior, en la tercera posición. “Como te dije al comienzo, ya soy un ganador. Quiero retomar el ritmo y recuperar mi nivel porque estoy seguro de que le puedo dar más alegrías a Colombia en este deporte”, finalizo Jerónimo, todo un ejemplo de superación .
JULIÁN RECOGE EL FRUTO DEL ESFUERZO
Tras un cerrado embalaje, en el que cruzó la meta por delante del local Cristian Correa, Julián David Cano Marín, exhausto por el esfuerzo, soltó su bicicleta y cayó desmoronado al piso. Hasta allí fue a buscarlo su madre Nora Inés, con quien se dio un fraterno abrazo en señal de orgullo y felicidad. Entendible, pues Julián, que incursionó en el ciclomontañismo hace tres años contagiado por su cuñado Sergio Gaviria, logró su segundo título consecutivo en el Clásico EC. “Es increíble, parece un sueño porque llevo poco tiempo en este deporte. Este resultado significa que el esfuerzo y la dedicación dan sus frutos. El triunfo se lo dedico a mi municipio Copacabana”, dijo el piloto, quien además de ejercer tecnología en calidad en la empresa Kiramar, en Niquía, montó un negocio de comidas rápidas y un galpón de pollos. El dinero que recoge lo invierte en el deporte.
Este año compitió en la categoría élite del Panamericano en Pereira, pero un pinchazo lo privó de terminar en una mejor posición. Entró a la meta en el puesto 47 y con la bicicleta al hombro. Ayer, tras recibir la medalla de campeón en sénior (19-29 años), también alzó el caballito de carbono, pero para celebrar la conquista en el Clásico.
ESPACIO IDEAL PARA FORTALECER LA AMISTAD
Carolina Correa López y Andrés Chica encontraron en la bicicleta la fórmula para salir de la rutina de la ajetreada vida laboral que tienen en Medellín (ella es asesora comercial y él, arquitecto). Hace un año comenzaron a pasear sobre las dos ruedas por invitación de un grupo de amigos y ahora se declaran apasionados por esta práctica. “Tratamos de montar entre semana y salir cada ocho días. Siempre buscamos la montaña para oxigenarnos y disfrutar de la naturaleza”, comenta Carolina, de 24 años. En estos 12 meses se han adentrado en las trochas y rutas de su natal Yarumal y han explorado en Angostura, Campamento, Caldas, Barbosa, El Peñol, Guatapé y San Rafael. Ayer fue el turno de El Retiro, gracias al Clásico EL COLOMBIANO.
“Es la primera vez que participamos, estas son aventuras nuevas para compartir con los amigos, conocer nuevos paisajes y rutas”, asegura Correa, quien participó en el ciclopaseo acompañada de su pareja y cinco amigos.
Durante los 25 kilómetros del trazado no pararon de pedalear pese a las condiciones del terreno, que los “retó más que otras rutas”, afirma Carolina.
EN EL CLÁSICO, JHON JAIRO SE ALISTA PARA EL MUNDIAL
Como cada año, Jhon Jairo Botero Salazar se dio cita en la prueba del cross country del Clásico. El año pasado logró el primer lugar en la categoría máster, y en esta edición terminó tercero en masculino open, luego de haber logrado el cuarto lugar en la general de la Andes Epic, carrera que se realizó hace dos semanas en Vélez, Santander. “Todavía me quedan algunos añitos para seguir dando ‘lidia’”, comenta jocosamente este guarceño de 40 años, que quiere seguir brindando alegrías al país en el ciclomontañismo.
Para lograr ese objetivo se está preparando duro, pues el próximo mes buscará su primer título mundial máster, en la Copa Mundo de Andorra, España.
“Hace un par de años, cuando competía en élite, logré ser top-20 en un Mundial en Francia. Esta vez la meta es estar entre los diez primeros”, asegura Botero, tío del también ciclomontañista Jonathan Botero, 5° en Río-2016. El Clásico hace parte de un listado de pruebas en las que Jhon competirá como preparación para el certamen internacional. “En 15 días voy a participar en el Nacional en Florida (Valle), luego regresaré a El Retiro para competir en una válida del campeonato local, que será la última prueba preparatoria para el Mundial”, cuenta el experimentado deportista.