Hay héroes a los que no apuntan las luminarias mediáticas y que tienen una reputación de doble filo. Algunas veces, cuando son responsables de las proezas, son colgados en el pedestal más alto. O, a veces, pueden resultar mancillados tras un error.
Ese es el caso de los porteros en el fútbol. Con una atajada se pueden convertir en el ídolo máximo o, con una embarrada, se vuelven villanos.
Danilo Padhila, arquero de 31 años de Chapecoense, dejó este mundo como un héroe. No solo por la connotación de la trágica caída del avión de LaMia, sino porque ya había gestado cosas importantes.
En la tercera ronda de la Copa Suramericana, ante Independiente de Argentina, el golero fue figura gracias a sus dos penales atajados. Luego, en la semifinal, volvería a proclamarse como el gran bastión ante San Lorenzo, luego de sacar una pelota imposible en el último minuto.
Para despedirlo estuvo otro de los grandes próceres del arco suramericano: Franco Armani, quien con sus atajadas sustenta la gran campaña de Atlético Nacional.
El cancerbero argentino, en su cuenta de Instagram, y con una conmovedora foto de Danilo y el hijo, publicó el siguiente mensaje:
“Esta es nuestra vida. Una vida donde hay sueños por alcanzar, donde siempre hay proyectos por cumplir. Una vida en la que muchos quieren estar, pero pocos lo logran. Y hay otros que lo están y poco lo aprovechan. Una vida donde la concentración y la astucia es lo que te mantiene. Una vida donde muchos dicen ‘¡eh, qué vida la tuya!’, y por dentro decir no tienes idea lo que es estar lejos de casa, donde no sabes lo duro que es despedirte de tu familia, donde arriesgamos nuestra vida viajando y trabajando, donde los lujos pasan a un segundo plano. Una vida donde Dios, la esperanza, el amor y la fe es lo que nos ayuda a ser lo que somos. Los porteros somos la estrella solitaria e incomprendida del fútbol, héroe o villano, pero siempre brillante y decisivo. Descansa en paz, colega. Dejas tu mejor legado. ¡Fuerza para tu familia!”.