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Julieth Lozano, el desafío de estar en la cima del canto lírico mundial

La cantante colombiana se presentó en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, en San Javier. Lo hizo en compañía de Filarmed.

  • Julieth Lozano es uno de los referentes del canto clásico colombiano. Su carrera se ha desarrollado en los escenarios de Europa y de América Latina. FOTO Manuel Saldarriaga
    Julieth Lozano es uno de los referentes del canto clásico colombiano. Su carrera se ha desarrollado en los escenarios de Europa y de América Latina. FOTO Manuel Saldarriaga
  • Julieth Lozano es uno de los referentes del canto clásico colombiano. Su carrera se ha desarrollado en los escenarios de Europa y de América Latina. Foto: Manuel Saldarriaga,
    Julieth Lozano es uno de los referentes del canto clásico colombiano. Su carrera se ha desarrollado en los escenarios de Europa y de América Latina. Foto: Manuel Saldarriaga,
17 de agosto de 2024
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¿Qué siente alguien cuando es reconocido como el mejor de mundo en su categoría? Pensemos en qué sintió la cantante colombiana Julieth Lozano cuando recibió en 2023 el premio del público del BBC Cardiff Singer of the World. Este tipo de premios distorsionan la realidad de los artistas, los exponen a las miradas de gente que hasta entonces los había pasado por alto. Pocas veces se tiene la oportunidad de preguntarle a alguien que está en la cima qué se siente estar en su pellejo. Esta entrevista comienza con esa pregunta.

¿Qué se siente ser una de las mejores cantantes líricas del mundo?
“Bueno, ahí ya me cuesta la pregunta porque yo no puedo corroborar eso El premio que recibí del público el año pasado fue el resultado de una competencia que se asemeja a los Olímpicos, pero de la música clásica y el canto lírico. Yo recibí premio del público, fue muy emocionante ver que personas de todas partes del mundo creyeran en mi talento, fue para mí una felicidad infinita. No me siento como la mejor cantante del mundo para nada. Yo siento que soy una cantante que tiene que aprender una cantidad de cosas. Sigo mi camino como si fuera una niña curiosa”.

¿Cómo maneja la exigencia de que la gente la reconozca y vaya a sus conciertos? Mucha gente lo hace porque supo de ese premio...
“Ser destacado en algo es una responsabilidad muy grande. No lo siento como honor como tal, sino que tengo una cantidad de trabajo por hacer para seguir en ese camino, que no es uno fácil. Ese reconocimiento de la gente me impulsa a seguir trabajando duro cuando las energías se bajan un poquito”.

Este premio la puso bajo la lupa de la gente...
“Claro, exactamente. Tengo que aceptar que fue muy difícil porque, a pesar de que en el arte uno está bajo la mirada de la gente, yo no lo había sentido tanto hasta el año pasado. Realmente esa presión no es fama, es la presión de que haya tantas personas mirando lo que estás haciendo y opinando sobre lo que estás haciendo. Como cantante comparto una parte de mi alma y a veces no es tan fácil. Si a alguien no le gustó y lo escribe por ahí, uno se siente un poquito lastimado. Luego del premio, viví un proceso de varios meses de analizar qué era lo que me estaba realmente costando procesar y de entender que uno no es monedita de oro. Siento que llegar a esos nuevos públicos es una forma de compartirle a muchas personas la motivación de buscar sus sueños”.

Puede leer: Por poner la música clásica al alcance de los marginados de Medellín, Filarmed recibió premio del Kennedy Center

¿Qué la diferencia como cantante?
“Eso sí te lo puedo responder con total claridad: lo que me diferencia es la comunicación. Yo no tengo un instrumento especialmente extenso, que vaya demasiado arriba o demasiado abajo, yo no soy la más ágil, puede que no sea la más flexible, pero yo tengo una habilidad de comunicar que es especial. Hay magia cuando estoy cantando, puedo entregársela a la audiencia. Eso fue lo que hizo la diferencia. Cuando canto soy honesta, soy vulnerable frente a tanta gente. Creo que eso hizo que el público se sintiera reflejado. Yo no le tengo miedo a fallar. Entonces, cuando estoy en escena y las cosas no salen bien eso no me genera miedo. Esa falta de miedo es algo que me libera. La gente que me ve siente esa libertad”.

Julieth Lozano es uno de los referentes del canto clásico colombiano. Su carrera se ha desarrollado en los escenarios de Europa y de América Latina. Foto: Manuel Saldarriaga,
Julieth Lozano es uno de los referentes del canto clásico colombiano. Su carrera se ha desarrollado en los escenarios de Europa y de América Latina. Foto: Manuel Saldarriaga,

***

Hay una regularidad en las biografías de los músicos y los cantantes clásicos: casi todos comenzaron este camino en los albores de la vida. En esto la historia de Julieth es distinta: ni viene de una familia con gustos musicales sofisticados ni comenzó el entrenamiento de canto en la infancia. Su periplo artístico comenzó a los veinte años, en plena época universitaria. Al principio quiso ser cantante de folclore, pero las cosas no resultaron por ahí. Luego, llegó a ella la historia de un tipo que trata de enamorar a una mujer con una poción mágica. Sin animo de hacer spoilers, se puede decir que el personaje conquista el objetivo, pero por sendas distintas. El hecho es que en el camino el hombre canta Una furtiva lagrima, una estremecedora romanza para tenor. Esa ópera flechó a Julieth.

Llegó relativamente tarde a la música clásica y al canto lírico...
“Sí, la verdad en mi casa nunca se escuchaba música clásica. Nosotros escuchábamos vallenatos, merengues, música de la emisora Olímpica, mejor dicho. lo normal en una casa colombiana. A los 20 años tomé las primeras clases de canto. De hecho, mi primer profesor fue un cantante de música tradicional llanera. Yo estaba enamorada de la música tradicional colombiana. A mí me encantaba cantar bambucos y pasillos, pero no era tan buena, la verdad. Por ese entonces estudiaba una Ingeniería Industrial. Me gustan las matemáticas. Pero, de un momento para otro, yo me empecé a conectar con esta música clásica. A mí alguien me dio un DVD con El elixir de amor. Escuché esa ópera y fue amor a primera vista.
Yo creo que fue una serie de eventos afortunados, porque si a mí me hubieran dado otra ópera de pronto no me conecto de esa misma forma. Hay muchas óperas que no me gustan, hay otras que me encantan. La ópera es como cualquier otro género. O sea, no todos los vallenatos me encantan y a mí me gusta mucho el vallenato. Entonces, fue una cosa muy afortunada lo que me pasó. Me enamoré profundamente de ese arte. Los primeros cuatro años de estudio no me iba tan bien, pero yo era intensa porque me gustaba mucho”.

¿Cuáles son los retos de la ópera?
Hay varios retos. El reto principal es que las cosas pasan en vivo. Si uno está haciendo una película y alguien se equivoca, pues paramos la escena la repetimos. Eso no pasa en la ópera. En las funciones, hay demasiadas personas trabajando al tiempo y muchas cosas pueden pasar. El segundo reto es que hoy hay muchas grabaciones y eso puede matar un poco la magia del momento. Entonces existe la presión hoy en día de que si tú no haces las cosas perfectas, alguien va a grabar un vídeo del día en que estuviste cansado y no hiciste esa aria tan perfecta. Eso genera una presión externa del arte como tal. También es un reto muy grande que no todos los cantantes están entrenados como actores”.


¿Su preparación es la de un atleta?
“Sí, la nuestra es una preparación de muchos años, de mucho esfuerzo, de mucha energía física y mental. Los cantantes de ópera también somos atletas, de una forma diferente. Llevamos al extremo algunas capacidades humanas. La preparación depende de cada artistas. Hay gente que necesita acostarse a dormir a las ocho de la noche para poder tener ocho horas de sueño. Cada quien encuentra su camino. Tienes que conocerte para saber si eso es lo que tú necesitas para poder cantar. Lo importante es que tu cuerpo esté sano y tenga suficiente energía para entregar esa energía en escena”.


En su caso, ¿cómo se prepara para las funciones?
“Para mí es muy importante dormir. También para la parte emocional. Si yo no duermo me resulta muy difícil concentrarme. Para mí no es tan bueno el alcohol. Es un amigo no tan grato. Antes de cantar hago poquito de pilates. Hay un secreto que conocen mi familia y mis amigos. Yo tengo una regla: no pelear ni llorar antes de los conciertos. Me cuesta mucho cantar cuando tengo el corazón lastimado. Incluso con mi pareja tenemos la regla que no peleamos antes de mis conciertos”.

¿Cómo ves el talento y las producciones en Colombia en el ámbito de la ópera?

“Bueno, lo primero es que las veces que yo he cantado en Colombia he visto que las producciones nacionales no solo están a la altura de los shows internacionales, sino que son de la más alta calidad. Y no lo digo por ser colombiana. He estado en algunas producciones donde la plenitud, que siento como artista va más allá de lo de la emoción de haberme presentado en Colombia. Nosotros tenemos un talento y una visión que muchos países envidiarían. A mi parecer lo que nos falta es presupuesto. Necesitamos más apoyo.

Yo quisiera que contáramos en el formato de la ópera más historias colombianas. Para mí la ópera no es algo lejano, por allá, que hacen los europeos, sino la unión y la colaboración de muchas artes en escena. Me gustaría que tuviéramos más espacios. Te puedo decir que yo en Colombia he escuchado otros cantantes colombianos que me hacen olvidar lo que voy a cantar. Así es la emoción que siento.

A mí me abruma el talento colombiano. Realmente siento que nosotros tenemos es material para seguir construyendo”.

¿Hay algún proyecto que pueda compartir?
“No me gusta hablar de cosas que no estén seguras. De pronto sí soy supersticiosa, hasta ahora lo pienso. Prefiero contarte lo que está lo que está firmado. Voy a estar en Egipto, en Marruecos, en Estonia. El evento más importante del año es que por primera vez voy a llevar a mis papás a Londres a que conozcan esos lugares donde yo he cantado. Para mí ese es el evento más importante del año”.

***

Un viernes de agosto, en la parroquia de San Javier, Julieth Lozano cantó Habanera, la pieza de Carmen. Su voz llenó los oídos de los asistentes. Henry David Thoreau comparó al arte con el sol en la cara: uno lo siente, quiera o no. No hizo falta saber del premio de Julieth para, al escucharla, saber que se presenciaba un acto singular. Al final del concierto, la gente se puso de pie espontáneamente y lanzó vivas a la cantante.

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