En uno de los sótanos de un edificio de El Poblado la pintora y escritora Male Correa cuenta que durante mucho tiempo intentó que la gente la llamara por su nombre civil –María Adelaida Correa– y no por ese sobrenombre que sus hermanos le pusieron en la infancia por la dificultad de sus lenguas de niños de pronunciar las vocales de Adelaida. Sin embargo, el tiempo hizo que desistiera de esa intención de corregir a los demás.
Esta anécdota resulta iluminadora. Y lo es porque la obra –visual y escrita– de Correa explora los mecanismos de la identidad. Su trabajo con los grabados y con las palabras inquiere por los dispositivos que hacen que un individuo sepa –o crea saber– quien es él en el mundo y qué lo diferencia de los demás.
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En el caso de Correa, este asunto no se queda en el plano de la retórica. De eso da testimonio Dosconocidos –así, un juego de palabras con “desconocidos”–, una novela mosaico que da cuenta de la relación de Male con Mario, su padre. Él, durante muchos años, apenas fue una fotografía de cédula pegada en una parte de la casa materna y, de un momento a otro, se convirtió en un contertulio de su hija artista. Aunque la escritura y la lectura hicieron posible que ella y Mario se acercaran y conocieran, no tuvieron el tiempo necesario de limar todas las asperezas. Por ejemplo, Male nunca lo llamó papá. Aún no lo hace. Sin embargo, el vínculo llegó al punto que los últimos días de su vida los pasó Mario con las manos ocupadas en llenar hojas que contaran su vida y su lucha contra el alcohol. Lo hizo a instancias de Male.
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Al morir Mario, Male quedó con la misión de publicar el libro. No obstante, por esas vueltas que da la vida y de las que nadie es responsable del todo, las memorias no conocieron la luz pública. Tuvieron un destino más lírico, si cabe la palabra: el de convertirse en soporte e inspiración de algunas de las obras de Male. Toda esta historia está y no en el libro. También está y no en las pinturas de Male, que por estos días son exhibidas en el Museo Maja de Jericó. Porque –de nuevo– su obra se preocupa por los pasadizos de la identidad. Y ella lo dice con claridad: “Uno no sabe quién es, si no sabe de dónde viene. Mucho de mi trabajo es una búsqueda de mi papá”.