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Humberto Rodríguez Espinosa, un escritor colombiano para descubrir

El bogotano, finalista del Premio Biblioteca Breve de Seix Barral en los 70, hace parte de esos nombres que cada año quiere rescatar La Propia, la feria de editoriales antioqueñas.

  • Humberto Rodríguez Espinosa llegó a Medellín para participar en La Propia. FOTO Carlos Veláquez
    Humberto Rodríguez Espinosa llegó a Medellín para participar en La Propia. FOTO Carlos Veláquez
  • 80 años tiene Humberto Rodríguez Espinosa. FOTO Carlos Velásquez
    80 años tiene Humberto Rodríguez Espinosa. FOTO Carlos Velásquez
02 de junio de 2023
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La feria de editoriales antioqueñas La Propia tiene como meta dar a conocer cada año nombres en las letras colombianas cuya presencia ha sido tímida en el circuito de librerías, bibliotecas y eventos nacionales. Gracias a esa determinación nació desde el año pasado El Propio Folletín que trajo el cuento Dile que... me morí de vieja del escritor de Providencia, Lenito Robinson-Bent.


Este año, en El Propio Folletín N. 2, se leerá el cuento Telma, del escritor Humberto Rodríguez Espinosa.

“Desde el principio queríamos que los personajes de la feria sean esos escritores desconocidos, pero muy buenos escritores, esos que por cuestiones del destino no tienen suerte, así ganen premios, así sean publicados por grandes editoriales como es el caso de Humberto. Entonces, siguiendo esta política, hemos tenido gente cercana que nos ha empezado a recomendar estos personajes que incluso son difíciles de encontrar y así fue con Humberto”, explica Pilar Gutiérrez, directora de Casa Tragaluz y de Tragaluz editores.

No fue fácil encontrarlo, pero lo hallaron en Cajicá, Cundinamarca, donde vive y lo trajeron a Medellín. Llegó a la ciudad tras 38 años de no visitarla y a sus 80 está feliz de hacer parte de la feria.

El escritor
Abogado de profesión, Rodríguez Espinosa se ríe al contar su historia, que por momentos parece una tragicomedia, “esas cosas pasan”, dice entre risas.

El libro que lo puso entre los nombres a tener en cuenta en la literatura colombiana de los setenta fue El Laberinto, finalista en el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral en 1972, y publicado como parte de la colección Nueva Narrativa Hispánica, “tuvo difusión en España, en México, en Costa Rica, en Argentina, en todas partes menos en Colombia”, cuenta con nostalgia. “Aquí se ha hablado de reediciones, de nuevas cosas, pero eso quedó así, porque a Seix Barral la compró Planeta y cuando en Bogotá toqué el tema me dijeron: después hablamos de eso”.

Para él no era rara esa situación porque un año atrás ya le había sucedido algo similar. En 1971 su novela La ciudad y los otros, ocupó el segundo lugar —detrás de En Noviembre llega el arzobispo de Héctor Rojas Erazo— en el Premio Literario Esso y fue seleccionada por la editorial Santiago Rueda de Argentina para ser publicada, pero nunca lo hicieron y eso no fue lo peor.

“Después de eso cogí el libro y lo mandé a Colcultura, el Instituto Colombiano de Cultura, y periódicamente me decían: ‘sí está en la lista, pero tenemos mucho trabajo, después hablamos de eso y después fue que ese original se perdió”.

La ciudad y los otros nunca se pudo publicar y el manuscrito original se perdió. “No había computadores, no iba a sacar 5 hojas en blanco 4 hojas en papel carbón, era un lío eso, entonces yo no guardé ningún original, se perdió, son cosas de la vida”.

A pesar de esas situaciones, no perdió la fe en su idea de vivir como escritor, pero las obligaciones hicieron que la prioridad la tuviera su profesión de abogado. “Debo decir que me desencanté del derecho y traté de ejercer lo mínimo para atender mis obligaciones de papá y todo eso, porque tocaba”.

No dejó de escribir. En su bibliografía aparecen entre 6 y 7 libros, dice, si incluye el que se perdió, que a veces le dan ganas de volverlo a reescribir, “era sobre un barrio en Bogotá que se llama Las Colinas, un barrio de invasión integrado fundamentalmente por gente que llegó de Quindío, de Caldas, de Tolima, de Huila desplazada por la violencia de esa época en los años 50. La historia de ellos es interesante porque es la historia de Bogotá, millones de personas que viven ahí sin saber cómo amanecerán al día siguiente”.

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Su primer libro de cuentos se llama Fusilamiento de otros cuentos, después escribió el que se perdió, La ciudad y los otros, seguido de El laberinto. Tiene uno también histórico llamado La reforma, otro libro de cuentos llamado La trinchera y el más reciente, publicado en 2021, una novela llamada Se arrienda alcoba a caballero solo. También hay un relato corto que ganó en 1976 el Concurso Nacional de Cuento Jorge Gaitán Durán llamado La trampa.

80 años tiene Humberto Rodríguez Espinosa. FOTO Carlos Velásquez
80 años tiene Humberto Rodríguez Espinosa. FOTO Carlos Velásquez

Dice Pilar Gutiérrez que es un escritor con mucho oficio, con una escritura compleja que le exige al lector y que además habla del país, de Colombia.

Humberto Rodríguez Espinosa es además un voraz lector, cuenta que en la pandemia aprovechó para releer toda su biblioteca: “Sí, yo hoy en día releo más que leo. Encuentro cosas que no había visto, disfruto casi más que leer lo nuevo”, cuenta.

En su juventud fue aficionado a la obra de Tomás Carrasquilla y de Manuel Mejía Vallejo. Dice no estar muy actualizado en autores contemporáneos por un problema que tiene en los ojos, “ya no puedo leer con facilidad y por eso uso una lupa”, pero rescata otros autores colombianos como Héctor Abad Faciolince y Juan Gabriel Vásquez.

Conserva amigos escritores como Roberto Montes Mathieu, Ariel Castillo e Isaías Peña Gutiérrez, con quienes tertulia de vez en cuando, “pero desgraciadamente es ocasional porque se están muriendo todos los compañeros de generación, están sacando la maleta, entonces para uno es muy duro. Cada vez que hay un entierro nos miramos profundamente a ver cuál va a seguir, eso es durísimo. Con todo el respeto nos retiramos y nos damos un abrazo muy silencioso hasta el siguiente entierro”.

Rodríguez Espinosa está fascinado con La Propia, dice que les va a contar a sus amigos porque esta feria debe conocerse en el país. Antes de terminar la conversación, una confesión: escribe poesía. “Ese es el pudor más grande de mi vida. Prefiero salir en cueros a la calle que mostrar mi poesía” y por eso, a manera de ritual, destruye las hojas llenas de poemas para escribir otras al año siguiente, “cuando destruyo todo inmediatamente se crea otra cosa, es simultáneo”.

La feria La Propia se realiza en la casa Tragaluz, en el Poblado, todo el fin de semana. La entrada es gratuita.

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