viernes
7 y 9
7 y 9
La censura puede venir de cualquier parte, vulnera las libertades y la posibilidad de imaginar de toda una sociedad, por eso defenderla es vital para mantener la democracia y equilibrar el poder.
Fueron tres los hechos que la semana pasada se relacionaron, de una u otra manera, con la censura: la quema de libros en Canadá, los autores referentes colombianos no invitados a la Feria del Libro de Madrid por no hacer literatura “neutral”, y la orden de captura del escritor Sergio Ramírez, en Nicaragua.
En el primero, un grupo de padres francófonos, en el suroeste de Ontario, tomaron más de 4.700 volúmenes de más de 30 escuelas y los quemaron. Su intención era destruir libros “ofensivos” con los pueblos originarios de Canadá. Entre otros se destruyeron textos infantiles como las aventuras de Tintín, que desde hace años son criticados por un supuesto racismo.
Para el caso de la Feria del Libro de Madrid, en la que Colombia es el país invitado, la controversia empezó cuando se publicó la lista de autores que representarían al país, pues allí faltaban algunos de los más vendidos internacionalmente, entre los que se encontraban Pilar Quintana, ganadora este año del premio Alfaguara de novela; Pablo Montoya, ganador del premio Rómulo Gallegos, Héctor Abad Faciolince, o Carolina Sanín.
Ante los hechos, el embajador de Colombia en España, Luis Guillermo Plata, dijo: “Uno no quisiera que una feria literaria se convierta en una feria política... se ha tratado de tener cosas muy neutras, donde prime el lado literario”.
Finalmente, en Nicaragua se ordenó la captura de Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017, por “realizar actos que fomentan e incitan al odio y la violencia”. El acto judicial corresponde a la oposición que Ramírez ha hecho del régimen de Daniel Ortega, de quien denuncian una persecución feroz contra candidatos presidenciales, intelectuales y periodistas, anteponiéndose posiblemente a las elecciones que se realizarán en su país en octubre, buscando perpetuarse en el poder.
Estas tres situaciones, que corresponden a tres países con ideologías, economías y contextos diferentes entre sí, demuestran que la censura puede manifestarse en cualquier espectro político.
Objeto del miedo
“Los libros son este vehículo de las ideas, del entretenimiento, de la discusión vibrante, y en ese orden también son un objeto que se preservan muy bien y que se pueden infiltrar en muchos escenarios de una manera relativamente fácil, así que es un artefacto como de dinamita y de volumen mental sólido”, dice el escritor e investigador en el Instituto Caro y Cuervo, Juan Álvarez.
De manera similar opina el también escritor y docente en la Universidad UPB, Gilmer Mesa, quien agrega: “La literatura es un espacio donde las cosas se pueden simplemente mostrar y eso siempre es muy peligroso para el poder, porque ninguno de los poderosos quiere que se denuncien los abusos”.
Es por la defensa de estos volúmenes, de esa transmisión de ideas cruzadas, de esa capacidad de imaginar y denunciar mundos, que los libros se convierten en herramientas de equilibrio social que algunos sujetos de poder, conscientes o no, terminan por restringir y limitar. Como plantea Andrés Puerta, profesor de la facultad de comunicación de la Universidad de Medellín, la censura históricamente ha venido desde cualquier instancia de poder y se ha apoyado en ideales muy diferentes a lo largo de la historia (ver Cronología), lo único que se tiene en común son los mecanismos para ejercer esa censura.
Técnicas
Las herramientas típicas para la censura son las mencionadas al principio de este artículo: la quema de libros, la descanonización de ciertos autores y la persecución y hostigamiento de un escritor, cuenta Puerta.
Lina María Velázquez, jefa del consultorio jurídico de la Universidad de Medellín, resalta que la quema de libros es una acción simbólica que corta toda posibilidad de diálogo e invisibilidad a las partes afectadas, porque las borra.
Además, añade que también es, en sí mismo, un acto simbólico que envía un mensaje de peligro y restricción total.
Por su parte, Puerta advierte que el método de censura más frecuente es excluir a ciertos autores cuyas estéticas van en contravía de la ideología que se pretenda establecer (justamente lo que ahora pasa en Colombia con los invitados a la Feria de Madrid), “o que toquen ciertos temas que son incómodos para el poder. Entonces son autores que no son tan estudiados, que en las historias de la literatura no aparecen, gracias a ciertos mecanismos que se han utilizado para invisibilizarlos”.
Así mismo, Mesa complementa al advertir que por esa misma línea se encuentran los autores que son “difamados o que su contenido es malinterpretado. Aunque hay otra peor que es cuando lo interpretan a su amaña y lo venden como afín a un ideal, lo que le pasó a Nietzsche con el nazismo, o a un músico que es Wagner”.
En el caso de la persecución política, la situación puede incluir amenazas físicas y un trato similar al descrito, lo que puede derivar en la renuncia de un escritor a ciertos ideales, a las letras mismas o al espacio en el que habita, al exilio como le ocurrió a diferentes autores latinoamericanos en los años setenta y ochenta.
El exilio
Puerta recuerda una columna de Gabriel García Márquez en la que el autor rememoraba un tiempo, durante su estancia en París, donde escritores de todo el continente vivían en su misma pensión, exiliados, esperando a que llegaran noticias de derrocamiento para volver a sus respectivos países.
Ese fenómeno no solo recrea con gracia la realidad del continente, sino el riesgo de perder esa libertad de leer y escribir literatura, pero además explica que gracias a ese fenómeno, con la tranquilidad de la distancia, los latinoamericanos pudieron desarrollar un tipo de novela (las novelas de dictadura), donde se contaba y ficcionaba la realidad de esos personajes que en algún momento los puso en riesgo.
Un derecho
La censura va en contra del derecho a la libertad de expresión, que es fundamental en cualquier Estado y democracia, la libertad de pensar sin restricciones, por eso, Velázquez plantea que sin importar de qué forma se presente, “censurar es tachar un contenido, una opinión o un objeto que se tiene para que no tenga consecuencias en un contexto social determinado”, defender la libertad es una responsabilidad que toda sociedad debe esmerarse por defender.