Sonrisas picarescas despertó de entrada La Gorda porque lo primero que dejó ver fueron sus pomposas nalgas. Había llegado luego de dos meses de travesía desde Pietra Santa, Italia, hasta el corazón de Medellín en el costado opuesto de la iglesia de La Candelaria.
Cuenta la reseña que llegó puntual, a las 8:00 de la mañana, envuelta en sábanas blancas luego de un operativo logístico que la tuvo paseando en barco por Italia, Francia y Cartagena, donde tuvo que esperar en la bodega del puerto hasta que expidieran el permiso de aduana.
Por eso en la mañana del 15 de septiembre de 1986, cuando por fin arribó luego de más de cinco meses de gestiones, este torso de mujer llenito de expectativas alteró la vida de un martes cualquiera en la entonces vida fabril del Valle de Aburrá.
El maestro Fernando Botero, su creador, se mantuvo al pie su Gorda para cuidar cada detalle de la instalación. Se decidió fuera a baja altura para que la gente pudiera interactuar con la escultura:
“Espero que la gente de aquí no le va a hacer nada a la escultura, que no va a haber atentados, ni le van a pegar publicidad politíca. Creo que la van a respetar. La escultura tiene que estar al alcance de la mano, a nivel del público, donde la puedan tocar y acariciar porque la escultura, asi como la música es para excitar al oído y la pintura para excitar a los ojos, la escultura es para excitar el tacto. Me encanta cuando la gente pone sus manos sobre una escultura”, apuntó Botero a EL COLOMBIANO el día de la inauguración.
(Lea aquí La Gorda del Parque de Berrío cumplió 30 años)
La inauguración oficial se realizó 48 horas después, a casa llena, en la plazoleta del Banco de la República. Ahí llegaron los discursos oficiales de políticos y las lecturas de decretos que engalanaron el evento y nutrieron a La Gorda y a su mentor con adjetivos como imponente, monumental, magnífico, histórico. Botero recibió además ese día por parte de la administración el Mérito Cultural Porfirio Barba Jacob.
El lugar se llenó de personalidades y de cientos de curiosos que sintieron como un cambio de paradigma que la escultura de un artista internacional, que además era antioqueño, ocupara un lugar destacado en el espacio público del centro de la ciudad.
Teletón para traer a La Gorda
Una verdadera cruzada lideró Gilberto Echeverri con empresarios de la región para que la esperada Gorda llegara a Medellín “gratis”: “Sofasa donó el embalaje desde Italia hasta el puerto francés. La Flota Mercante Grancolombiana la llevó desde puerto europeo hasta Cartagena. Alma-bic se encargó de las gestiones de aduana. La Zona Franca donó el bodegaje mientras salió la licencia de importación. Suramericana de Seguros obsequió los seguros y “Gil-Seguros” participó con el trabajo de “brocker”. Transportes Botero Soto la trajo por tierra desde Cartagena hasta Medellín. EPM donó la operación de maniobra e izado y el Banco de la República la base y la colocación.