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Cómo una línea de fichas de dominó dispuestas en línea, que cuando una cae va tocando las demás, así fluyó La Calma, que se ha publicado en cuatro capítulos en la web. La cadena arrancó cuando el fotógrafo Felipe Osorio creó una serie de fotografías en blanco y negro. Eran retratos íntimos de cuerpos humanos, palmas y pecho que buscaban invocar ese estado. El trabajo de Felipe, que presentó como un proyecto de grado, inició como una propuesta y una reflexión individual entre él y quienes habían posado delante de su lente.
LUego se unió con Juan García, músico de la agrupación Le Muá, porque tenía inquietudes sobre cómo más podría darle vida a su trabajo. García analizó las imágenes. “Era un trabajo de introspección y el encierro en el que estábamos en la pandemia nos obligaba a estar dentro de cuatro paredes con nosotros mismos. Ahí encontré el eslabón: la reflexión y el trabajo sobre uno mismo, la importancia de reconocerse y quererse ante cualquier cosa y a eso nos enfrentamos durante la pandemia, ahora hay mucho contacto con el interior”, cuenta él, coordinador de la propuesta que ya está disponible en la página web: www.invocalacalma.com.
Fue así como se preguntaron qué podría pasar si en tiempos de pandemia le proponían a otros artistas, desde diversas disciplinas, interpretar lo que era la calma. Fueron llamando colegas compositores, una artista visual, dos bailarines, un actor y una escritora. ¿Qué pasaría si solo mostrándoles las imágenes pudiera surgir nuevo arte en un momento de confinamiento en el que la única calma, en la mayoría de los casos, se podía encontrar dentro de las paredes de la casa?
Se postularon para una de las becas de emergencia que lanzó la Secretaría de Cultura de Medellín durante los primeros meses y resultaron ganadores en junio. Eso les permitió desarrollar su idea, varias entregas de ese arte en conjunto, que armaron a la distancia y sin ninguna otra indicación más allá que un antecedente artístico elaborado por otro de los miembros del trabajo.
Ponerlo a andar
El primer capítulo de La Calma fue con una foto de Felipe que fue la materia prima para la canción del guitarrista Leonardo Higuita y esa música inspiró un texto escrito por la filóloga Karla Arango. Para el segundo capítulo, otra de las fotos de Osorio fue la base para crear una pieza musical compuesta por la cantante Diana Baena, y esa luego fue intervenida visualmente por Sara Vega, quien crea experiencias audiovisuales.
En el tercero, la baterista Juanita Peláez creó música y a la distancia dos bailarines, Jhon Cano y Juliana Restrepo, coordinaron una coreografía que se grabó desde sus casas y se juntó en edición. El único cambio fue en el cuarto episodio, en el que el primero que le dio su interpretación a la fotografía fue el actor David Cardeño, quien grabó su pieza desde Santa Elena, y esa fue la base de la propuesta musical de Ximena Toro, vocalista de Asuntos Pendientes.
Karla Arango escribió el texto que hace parte del primer capítulo y cuenta que el ejercicio le permitió quitar de su cabeza ideas preconcebidas, pues antes de recibir la pieza musical sobre la que debía crear, ya se había imaginado qué tipo de escrito quería hacer con base en el concepto de la calma. La tomó por sorpresa la música que recibió, la canción era muy alegre y mostraba matices distintos a los que ella tenía. “Me imaginaba desde mi concepto de la calma algo muy diferente”.
Ximena Toro hace producción para bandas y creó la pieza del último capítulo. Fue un reto encontrarse con la materia prima hechas por otros artistas, cuenta. Ella recibió la pieza teatral de David, “me identifiqué mucho desde el punto de vista de la calma que le dio el actor, que fue visto desde la ansiedad que asumimos en este momento de la cuarentena”. Desde allí creó la canción y, sobre todo, la letra.
A fin de cuentas, resume Arango, siente que el ejercicio se parece un poco a la vida. “Nos habían hecho creer que la calma es estar quieto o estático, pero eso va en contraposición de la vida real. La vida es un movimiento constante que a veces no podemos dominar. La calma es saber adaptarnos a ese balance de la vida todo el tiempo”.