Desfile de autos clásicos, un paseo de belleza y nostalgia en cuatro ruedas
Este sábado se cumplió la edición 27 del Desfile de Autos Clásicos y Antiguos de la Feria de las Flores, que este año rindió homenaje a los vehículos convertibles.
Los autos clásicos llenaron las calles de Medellín en el vibrante Desfile de Autos Clásicos y Antiguos. FOTO EL COLOMBIANO
Desde tempranas horas de la mañana de este sábado, algunas calles de Medellín fueron cerradas. Por el tradicional Desfile de Autos Clásicos se les impedía el paso a las camionetas eléctricas, a los automóviles híbridos y a todo aquel modelo que fuera del presente siglo.
Todo esto para darle vía a los automóviles qué arrancaron la voraz industria automotriz del siglo XX, aquellos gigantes de posguerra que parece que las calles les quedan chicas, los sesenteros de alta potencia y de estilo deportivo, los que fueron herramienta vital para el desarrollo agrícola por las empinadas montañas colombianas, los descapotables de los ‘yupis’ en los años ochenta, junto al famoso y querido ‘amigo fiel’ (R4).
Se trató de la edición 27 del Desfile de Autos Clásicos y Antiguos de la Feria de las Flores que todos los años convoca a los amantes y cuidadores de estas ‘joyas’ de cuatro ruedas para que deleiten a miles de personas que salen a las calles para verlos pasar y llenar sus teléfonos de fotos y videos de estos hermosos autos.
Fueron más de 300 automóviles los que hicieron parte de esta edición, pero era habitual que a lo largo del recorrido se encontrarán automóviles de más de 30 años de vida y que por distintos eventos no hicieron parte del desfile, pero que sus propietarios querían exhibirlos y que la gente los admiraran.
Para disfrutar de un desfile de esta magnitud no hay que ser apasionado por los carros o experto en los mismos, solo dejarse llevar por la belleza, la historia, la emoción y el sentimiento que producen al verlos.
El punto de partida fueron las instalaciones de la Universidad Pontificia Bolívariana (UPB), donde cientos de personas se acercaron para verlos estacionados, mirar como eran preparados, consentirlos y ponerlos a punto para el desfile.
Familias enteras, varias generaciones juntas, se paraban frente a un clásico para compartir historias, como el abuelo que recordaba la conmoción qué generó en su pueblo cuando llegó allí por primera vez, un Packard 900 Light Eight Coupé de 1932, o cuando años más tarde pudo adquirir un Chevrolet Chevelle Malibu SS de 1964.
O aquellos que crecieron en los ochenta y sacaron sin permiso el Renault 4 de su padre, el Fiat, el Simca, con apenas algunas nociones en la conducción, y fueron pillados, o peor, rayaron el amado auto del padre.
Más allá de marcas, precios o tecnología, es un bello momento para la nostalgia y compartir historias de incluso los que ya se fueron, porque en un solo desfile era posible encontrar un Fort T-1923, hasta un Renault 21 de 1989.
Narran la historia de un país, como los Jeep Willys vitales en la consolidación de Colombia como exportador de café. Justo al lado de ellos, y no menos importantes los Toyota Land Cruise, los Nissan Patrol y los pequeños pero aguerridos Dahiatsu F20LK y el Suzuki LJ20, entre otros.
En cuanto a automóviles, es verídica la frase “el tamaño no importa”. Se robaba las mismas miradas un Oldsmobile Super 88 del año 1952 que supera los cinco metros de longitud, como un pequeño Fiat 750Z de 1979 de apenas tres metros.
Para aquellos que crecieron con las series de televisión de los años ochenta se podían tomar una foto con la GMC modelo 1981 que se volvió tan famosa en la serie de acción Los Magníficos. Incluso, sus dueños estaban caracterizados de los personajes de esta famosa producción televisiva.
Muchos fueron los que llegaron caracterizados, vestidos acorde al modelo de sus carros, gozando la fiesta, mientras que algunos debieron atender a sus automóviles qué de un momento a otro empezaban a fallar.
Automóviles de clubes locales, pero también que fueron trasladados desde ciudades como Cartagena, Cúcuta, Bogotá, Cali y Bucaramanga.