viernes
7 y 9
7 y 9
Son cinco momentos. La exposición del semillero de investigación audiovisual Óptico de la UPB ofrece cinco miradas de cómo vive la gente queer en Medellín y el Valle de Aburrá. Miradas muy distintas y llenas de diversidad.
Es en un pequeño salón blanco de la Casa Cultural de la Universidad de Antioquia en Carlos E. Restrepo. A la derecha está la propuesta de James David Sepúlveda, Gattov Ilustra: “Barba azul y la crista”. Son ilustraciones que narran otras masculinidades, esas que están alejadas de los aspectos más viciosos y violentos de la heteronormatividad en un contexto como Medellín.
Y entonces hay una versión del corazón de Jesús queer. Es un hombre de cabellera larga y barba azul, lleno de tatuajes y brillo, con las uñas largas, con aretes y una pulsera con la bandera arcoiris. Un corazón de Jesús queer que cuestiona, que es valiente.
El segundo momento son cuatro registros fotográficos de integrantes del semillero: Valeria Uribe, Alejandra Durango, Paola Castro y Steven J. Pardo. Cuatro fotos que muestran la libertad del ser, esa libertad que sale a la calle a la fiesta o la marcha del orgullo. Esas ganas de ser sin explicar.
Después está “Sentir no es un delito” del artista Euro Moreno. Es una breve muestra de seis collages que reúnen fragmentos de esos cuerpos vulnerables: narra la historia de varios asesinatos que sucedieron en serie a comienzos del año 2022 en Medellín.
Hombres asesinados luego de sostener encuentros a través de aplicaciones de citas. Cuadros que miden 22 x 28 centímetros. Son fotos y recortes de prensa, acompañados del nombre de la víctima, la edad y el día que los hallaron sin vida a Osvaldo Botero, José Eduardo Gómez, Hernán Macías, Juan David López y Gustavo Arango.
En una de las paredes cuelgan dos muñecas barbies y dos Ken. Cuatro personajes que rompen con todos los estereotipos establecidos por la sociedad. Entonces hay una barbie musculosa con ropa ancha y un Ken con vestido largo. En este punto la exposición cuenta que los cuerpos pueden ser andrógenos, diferentes.
Precisamente, esta propuesta se complementa con la proyección de un cortometraje que está al frente. Una pantalla que proyecta un video experimental desde el sonido, la escenografía, los efectos, el arte. Se llama ‘Trance’ y es de Cristina Saldarriaga. Son imágenes que plantean qué pasa por la mente de una persona queer, que no se identifica con la heteronormatividad. Qué pasa por su mente cuando se cuestiona el no estar entre las casillas.
Es una ciudad versus el protagonista, como si lo estuviera atacando. Y cómo el contexto lo afecta. También es una invitación a la reflexión sobre cómo en Medellín se ha tenido que dar una cierta deconstrucción para que la ciudad se adapte a las diversidades.
“Es ese debate constante de si el contexto no me lo permite o no ser una persona queer. Nos planteamos la pregunta qué es ser elle en el Valle de Aburrá pero no desde lo exterior, sino desde la mente”, cuenta Saldarriaga.
Al lado hay una libreta en la que la gente deja sus mensajes sobre lo que es ser queer en Medellín. Hay frases, testimonios. Todos escritos con lápices de colores. Y entonces se lee: “Soy marica de nacimiento y orgulloso por elección” y “somos tan diversos, tan únicos como las experiencias que atraviesan nuestra ciudad”.
En toda la mitad del salón hay una mesa gigante con más de 50 fotografías instantáneas polaroid que visibilizan parte de la población queer que habita la ciudad. “Taxonomía queer” de Sebastián Arcos es una manera de reconocer las diversidades sexuales y de género.
Las fotos están clasificadas según la orientación sexual de la persona que aparece. Es decir, en la L están las lesbianas, en la G los gays, en la T las trans. Y así. Cada imagen es acompañada de un audio en el que se escucha el testimonio de vida de cada protagonista, con su propia voz.
El recorrido finaliza con una especie de altar. Hay unas flores artificiales blancas en un jarrón amarillo y la foto de Jeison Vásquez Borja, un líder social de la ciudad que soñaba con la paz y la violencia lo silenció. Hacía parte del semillero. Lo asesinaron en la madrugada del pasado 26 de julio en la comuna 13 de Medellín. Es un homenaje a él dentro de la exposición. Alrededor de la foto hay papeles de colores con mensajes a para esas personas que fueron silenciadas como Jeison.