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El periodista colombiano Juan Miguel Álvarez –dos veces ganador del Premio Simón Bolívar de Periodismo– recibió el III Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez por su libro inédito La guerra que perdimos. Este año ha sido muy movido para Álvarez: en enero perdió a su padre, el también periodista Miguel Álvarez, y recibió la noticia bomba de ser ganador de un laurel que le abre el mercado de lectores de Hispanoamérica. A los pocos meses, la editorial Rey Naranjo dio al público Lugar de tránsito, un volumen en el que Álvarez ofrece una antología de su trabajo y lo complementa con reflexiones sobre el oficio del periodismo literario.
¿Cuál fue su reacción al recibir el premio Anagrama, que refrenda su carrera periodística?
“Fue muy emocionante. Me avisaron el viernes 14 de enero, a mediodía. Esa llamada fue una semana exacta después de que mi papá muriera: él murió el viernes 7 a las 12: 20 del día. Y a mí me llamaron del premio el viernes catorce a las 12:30 del día. Le quise dar algo de valor místico. Entonces fue muy emocionante. En ese momento yo no podía creer la situación. A mí me llamó Silvia, la editora general de Anagrama, y hablaba al otro lado de la línea, y yo le respondía, y ella riéndose allá, congraciándose conmigo, y yo acá, envuelto en lágrimas. Así que fue muy sorpresivo. La sensación ha sido de mucha expectativa”.
El premio le abre las puertas a un público latinoamericano importante...
“Y claro, ese es uno de los retos. Y esa es la gran posibilidad que se abre con esto, que el libro será publicado por la editorial para el mundo hispanohablante. Y eso, digamos, me monta a mí en un reto enorme, de alguna manera me pone a pensar en mi trabajo bajo otra lógica, porque ya no es escribir para lectores que conocen muy bien todo lo que pasa en Colombia –la mayoría de gente que me lee es gente que conoce muy bien lo que pasa en el país–, sino que es empezar a escribir para gente que no tiene ni idea de lo que pasa en Colombia y que tiene una relación distante con los asuntos internos colombianos. La cuestión es, listo, voy a escribir o voy a empezar a ser publicado para para un público hispanohablante. Pero, ¿qué voy a contar?, ¿qué voy a decir?, ¿cómo cambiar la mirada, hacerla si se quiere más universal, complejizarla? Entonces ahí viene el escenario que tengo que enfrentar ahora”.
Hablemos ahora de su más reciente libro, Lugar de Tránsito. Del ejercicio de un periodista que decide pensar el oficio.
“Para mí la escritura de crónicas siempre ha sido un ejercicio de expresión íntima. Nunca he considerado que la crónica sea un ejercicio solamente público, una especie de destreza. En ese sentido, el periodismo literario, digamos, permite explorarse a uno mismo. Explorarse. Y esa una exploración de quién soy yo y porque estoy escribiendo esto. Las anotaciones intercaladas con las crónicas son del mismo momento en que pasaron. O sea, esas anotaciones las tengo desde esos años, la mayoría, el 80%. Otras las hice mientras estaba terminando el libro porque reflejaban momentos más recientes.
Y esas preguntas eran esencialmente las que yo me estaba haciendo en ese momento. Y las preguntas, digamos, eran: yo soy escritor de crónicas, pero ¿por qué escojo estos temas?, ¿por qué estoy metido en estos temas?, ¿por qué no soy más despreocupado, por qué no soy, digamos, un autor de temas más relajados, por qué tengo que llevarme hasta ese extremo? Y esas preguntas no las he podido responder del todo. De eso va el libro: de tratar de llevar las preguntas a un lugar distinto, no resolverlas”.
También hay un ejercicio de pensar su carrera como freelance, ¿qué podemos reflexionar de la economía y supervivencia de un periodista que se dedica a la no ficción?
“La vida del freelance es así: te pueden pagar una millonada en un momento y para que uno vuelva a recibir otro cheque va a pasar un año o más, muchos meses y uno tiene que aprender a distribuir esa millonada en un montón de meses. Y uno se tiene que acostumbrar a ser muy ordenado con el dinero, con los gastos y aprender a buscarse maneras complementarias de trabajar. Me volví muy experto en un montón de actividades que si no hubiera sido por esta carrera no las hubiera hecho nunca. Entonces, eso le permite a uno vivir, completar para los gastos del mes. También hay que rebajar los gastos. Desde el principio estuve muy dispuesto a hacerlo. Muchas personas me preguntan cómo yo he hecho para vivir siendo freelance. Y yo le digo que aspirando a ganar muy poca plata mensual. Y si uno se pone a pensar eso, entonces sí lo logra. Y ¿qué significa ganar poca plata mensual? Que se gasta muy poco, pero también sabe que durante mucho tiempo uno tiene que vivir, digamos, en arriendo muy modesto o en la habitación de la casa de la mamá.
Entonces uno va aceptando ciertos comportamientos que, si uno tuviera trabajos bien pagos, no los tendría que soportar. Pero yo lo soporté en la medida en que eran un camino para tener libertad de escritura. Todo esto y encontrar temas. Yo soportaba algunas cosas no tan cómodas, como tener que estar respaldado por el papá, por más que yo tuviera ya un montón de años, tener que estar respaldado por otra gente, por amigos. Entonces uno tiene que aprender a que la vida es de muy poco dinero y trae un montón de problemas, pero la gran ganancia es que uno gana tiempo y libertad para escribir. Y eso yo lo tenía clarísimo”