El mago de Oz es una obra clásica a la que le han hecho muchas adaptaciones: en el cine, la literatura, el teatro. Este año hay una nueva, y muy paisa: es el famoso Cuentico Amarillo de la Fiesta del Libro y la Cultura.
Es la edición 14. Son 40 páginas que cuentan la historia de una niña llamada Dorothy, que si bien vive en Kansas, Estados Unidos, camina por las coloridas baldosas de sitios emblemáticos de Medellín como la Plazuela San Ignacio, El Acontista y la iglesia Nuestra Señora de Belén.
En el fondo es una historia sobre volver a casa, un viaje de retorno. Justamente, el librito se acerca a eso: regresar a la Fiesta después de esa travesía estática del último año y los aislamientos por la pandemia.
“Dorothy vive con su tío y su tía en una granja que no es muy próspera, no hay muchos caballos. Un día que está en la casa con su perrito Totó llega un tornado y arranca la vivienda, entonces la deposita en un terreno desconocido que es la isla donde está el reino de Oz”, dice el escritor Lucas Vargas, encargado de los textos de esta edición del Cuentico Amarillo.
Cuando está en la isla misteriosa, Dorothy tiene un único propósito: volver a casa. Busca la manera de egresar. Finalmente, y después de muchas preguntas, descubre que lo puede lograr hablando con El mago de Oz y emprende un viaje a través de un camino amarillo a la Ciudad Esmeralda.
Aparecen tres personajes: El Espantapájaros, El Hombre de Hojalata y El León Cobarde, quienes la acompañan en la expedición porque también buscan hablar con el mago.
“El Espantapájaros le pedirá que le entregue un cerebro, quiere ser inteligente; el Hombre de Hojalata que le dé un corazón, considera que lo necesita para sentir amor, y El León Cobarde le pedirá valentía, siempre que se va a enfrentar un peligro siente miedo”, explica Lucas.
Las ilustraciones
Este librito tiene una especie de diario de la ilustradora, un itinerario por los espacios donde están esas baldosas que de alguna manera configuran el camino amarillo.
“Fueron hechas en collage, una técnica que se configura a través del uso de diversas imágenes y las maneras en el que son puestas a dialogar, a relacionarse”, dice la ilustradora María Camila Duque.
El collage le permitió, además, trabajar en la configuración de un mundo que así como el de los personajes de la historia, está lleno de diferentes caminos, flores, de muchos colores, y que pueden ser peligrosas.
En esta historia los personajes son construidos con pedazos de fotos, de ilustraciones botánicas. Hay una pajarera que pasa a ser una cabeza, por ejemplo. “Esta técnica me permitió trabajar en la configuración de un mundo que, así como el de los personajes de la historia, está lleno de caminos, flores que pueden llegar a ser peligrosas, muchos colores y pájaros”.