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Test: ¿qué tan fácil es revictimizar a víctimas de violencia de género?

  • Ilustración: Shutterstock
    Ilustración: Shutterstock
26 de noviembre de 2020
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“Si Rosa Elvira Cely no hubiera salido con los dos compañeros de estudio después de terminar sus clases en las horas de la noche, hoy no estaríamos lamentando su muerte”. Así contestó el Departamento Jurídico de la Secretaría de Gobierno de Bogotá a una demanda interpuesta por los familiares de la víctima, en contra del Estado, porque consideraban que este no había hecho lo necesario para evitar que a Rosa Elvira le pasara lo que le pasó.

Estas palabras, que culparon a Rosa Elvira Cely por su propio feminicidio, tortura y violación, fueron rechazadas incluso por Enrique Peñalosa, en su momento alcalde de Bogotá, y le valieron la renuncia a la funcionaria que redactó la respuesta.

Este es un ejemplo de revictimización. En 2009, al hacer una aproximación teórica a este término, los investigadores Carolina Gutiérrez de Piñeres Botero, Elisa Coronel y Carlos Andrés Pérez (Universidad Cooperativa de Colombia) lo definieron como las afectaciones que enfrentan la víctimas por cuenta “de la respuesta de instituciones e individuos particulares en la atención que se les brinda a estas”.

Además, “comprende la negación de sus derechos, especialmente por condiciones de género o sexual, cultura, raza, etnia, edad, entre otros, e involucra la negación del reconocimiento de la experiencia particular frente al hecho delictivo”.

De acuerdo con la psicóloga Carolina Morales, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Javeriana, la revictimización implica para las víctimasla exposición a un nuevo hecho que afecta su integridad. Por ejemplo, cuando no les creen su testimonio o cuando reciben un tratamiento que justifica la violencia a la que fueron sometidas”, como en el caso de Rosa Elvira Cely y la respuesta de la secretaría de Gobierno.

Según Morales, culparlas, minimizar la gravedad de lo que les pasó o desconocer las relaciones de poder cuando se les juzga por permanecer conviviendo con su agresor, son algunas acciones que revictimizan a las mujeres víctimas de violencia basada en género.

Y no es algo fácil de identificar, pues la revictimización suele estar basada en construcciones sociales y estereotipos arraigados en las creencias de las personas, que terminan por naturalizarse.

Se trata de “cómo bajo los estándares sociales llevamos a la mujer a una construcción de los hechos, a contarla a través de unas preguntas hechas desde el prejuicio”, explica Angela Ramos Peña, psicóloga especialista en Terapia Sistémica, creadora y coordinadora del departamento de psicología de la fundación Feminicidios Colombia y experta en atención a mujeres víctimas de violencia.

Por eso, para Ramos, “el primer planteamiento contra la revictimización debería ser cuestionar las creencias propias”.

Justamente, la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2015) encontró que las normas sociales son favorables a estereotipos relacionados con la idea de superioridad masculina y la posición de inferioridad las mujeres y, en consecuencia, con la naturalización de la violencia.

El estudio encontró que cuatro de cada 10 mujeres están de acuerdo con que una buena esposa siempre obedece a su esposo, y la cifra aumenta en el ámbito rural, con seis de cada 10. Además, en entornos urbanos la mitad de los hombres opina igual y en la ruralidad, son 7 de cada 10 hombres los que creen que una esposa tiene que ser obediente.

Otro dato relevante está relacionado con la reacción que se espera de las mujeres después de haber sido agredidas por sus parejas: el 61,8% de los hombres y el 60,1% de las mujeres están de acuerdo en que si las mujeres siguen con sus parejas después de que las golpean, es porque les gusta que las agredan. En estos casos, explica Morales, ese imaginario desconoce la relación de poder y dependencia de la mujer, en relación al hombre.

Sin prejuicios

Estas ideas, tan arraigadas en la idiosincracia, no deben estar presentes en el tratamiento de mujeres víctimas de violencia desde ningún ámbito. En la “Guía de Atención a mujeres y personas LGTBIQ en los servicios de acceso a la Justicia”, publicada por el ministerio de Justicia en 2019, se aclara que “bajo ninguna circunstancia deben presentarse” prejuicios y estereotipos a la hora de darle tratamiento a un caso de esta índole.

“Los servicios de justicia deben estar libres de imaginarios sexistas que conduzcan a normalizar y subestimar la vulneración de los derechos” de esta población, pues estos generan barreras de acceso a la justicia, revictimización y desprotección.

Pero estos estereotipos no se quedan solo en la atención de las autoridades o los profesionales. Las segundas victimizaciones también ocurren en el ámbito social, cuando la víctima se enfrenta a actitudes o comportamientos prejuiciosos al momento de contar lo que le pasó a su círculo cercano.

De acuerdo con Alejandra Coll, abogada feminista que trabaja con mujeres víctimas de violencia basada en género, tanto en el ámbito institucional como en el social la revictimización se da de dos tipos: por acción, como los comentarios desobligantes o las preguntas prejuiciosas; o por omisión, como la falta de respuesta de las autoridades, o la falta de apoyo y el silencio por parte de los seres queridos.

“He conocido mujeres que han ido a pedir albergue a su familia y ellos las cogen de la mano y las llevan de vuelta con sus agresores”, cuenta Coll. Ahí hay una revictimización por acción. Y también, casos en los que la familia nota comportamientos agresivos del victimario y permanece en silencio: esa es una revictimización por omisión y “es la más dolorosa”, dice la abogada, pues suele darse en etapas tempranas cuando aún pueden evitarse sucesos tan graves como la violencia intrafamiliar o el feminicidio.

Cuestionar las creencias

Aunque las ideas y percepciones que conducen a la revictimización de mujeres que han sufrido violencia basada en género siguen presentes, cada vez es más común ponerlas en duda y preguntarse sobre los efectos que estas tienen en la manera en la que las mujeres se relacionan con la sociedad. Esto, según la psicóloga Morales, gracias al movimiento feminista que con el tiempo adquiere más resonancia.

El feminismo, entendido según ONU Mujeres como la lucha por la igualdad de derechos sociales, políticos, legales y económicos de la mujer respecto del hombre, ha conseguido que “las creencias y las prácticas que reproducen la discriminación contra las mujeres sean cuestionadas, ha impulsado la creación de leyes que buscan generar equidad y ha logrado posicionar que las violencias contra las mujeres son asunto de los Estados”, según considera Morales.

Ejemplo de esto son las denuncias sobre acoso sexual en el arte, en la política, en la educación, y los movimientos que nacen a partir de ellas, como “Me Too” o “El Violador Eres Tú”; así como la creación en Colombia de leyes como la 1257 de 2008, que dicta normas de “sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres”; y la ley Rosa Elvira Cely, (Ley 1761 de 2015), que reconoce el feminicidio como un delito autónomo.

Profundiza los daños

Ser víctima de una acción delictiva ya es un evento traumático, y las prácticas que llevan a la revictimización agudizan los efectos que este tiene sobre la salud emocional y mental de quienes lo padecen.

Según Ramos, una segunda victimización puede derivar en episodios de depresión, pérdida de identidad y de dignidad, rechazo social y pérdida de lazos; además de una falta de interés en denunciar y acceder a la justicia.

¿Usted ha sido testigo de prácticas o actitudes que lleven a la revictimización de mujeres víctimas de violencia?, ¿ha caído en este tipo de comportamientos? Se trata, como decíamos, de prácticas difíciles de identificar.

Lo invitamos a leer esta lista y marcar las acciones en las que ha incurrido, para identificar si estos estereotipos, actitudes o comportamientos pueden llevarlo a victimizar por segunda vez a una mujer que ya ha sido víctima de violencia basada en género. Si no puede verla, haga clic aquí.

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