No dejó de ser sorpresivo ni súbito el anuncio del presidente Gustavo Petro, quien confirmó volverá a radicar su reforma a la salud en el Congreso. Si bien ya algunos dan por hecho que el jefe de Estado está gestionando una reforma de facto –a punta de decretos e intervenciones–, fue inesperado que retomara la vía legislativa justo cuando resta poco más de un mes para que concluyan sesiones y en pleno trámite de otras dos reformas de toda su entraña: la pensional y la laboral.
El anuncio, lejos de llenar de optimismo e ilusión a sus propios escuderos, terminó siendo recibido con un dejo de incertidumbre y enojo. Si bien desde que se hundió el proyecto la propia bancada de Gobierno trabaja en acuerdos y adelanta diálogos con múltiples sectores, en los cálculos de todos estaba radicarla el próximo 20 de julio, cuando arranca otro periodo legislativo.
“Radicar un nuevo texto de reforma a la salud a seis semanas de acabar la legislatura es inconveniente. Diría mi abuelo: ‘del afán no queda sino el cansancio’”, reclamó con razón el representante Duvalier Sánchez, de la Alianza Verde.
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La idea de Petro es lograr avanzar en lo que queda de legislatura, por lo que aseguró que el proyecto tendrá mensaje de urgencia, lo que implica que las comisiones séptimas de Senado y Cámara (encargadas de la materia) sesionarán de manera conjunta. Sin embargo, la nuez del asunto es que se le atraviesa a las reformas pensional y laboral, que justamente también se discuten en la Comisión Séptima de la Cámara y que tienen los días contados hasta el 20 de junio.
Si ambas iniciativas no logran su aprobación antes de esa fecha terminarán siendo archivadas por tiempos. Aunque la pensional –que aún sigue biche y es la de mayor rezago– solo debe tener un debate para continuar en trámite, la pensional enfrenta todo un desafío: lograr su aprobación en la Comisión y luego tener su último debate en la plenaria de la Cámara. Todo antes del 20 de junio. De allí la inconveniencia de otra reforma en cola.
Por ello, Sánchez le pidió al Ejecutivo reflexionar y evitar desgastar el debate, advirtiendo que de radicarse en lo que queda de legislatura el nuevo texto de reforma estará condenado al fracaso. “Si el Gobierno logró mayor consenso con las EPS, la academia o con el personal de la salud esta debe ser una mejor reforma. Eso no evita que el Congreso también quiera participar. Lo oportuno no es que sea ahora. Si se hace así no solo se va a desgastar el debate por el mensaje de urgencia, sino que se va a acumular con la discusión de la reforma laboral y pensional. Es inconveniente”, sostuvo.
Desde el oficialismo, el representante Alfredo Mondragón, del Pacto Histórico, le dijo recientemente a este diario que ya contaban con “un acuerdo muy importante” con la mayoría de actores del sistema, incluidas EPS, para un nuevo texto. En ese sentido, destacó que el acuerdo abarca diversos sectores políticos del Congreso. “Se está trabajando en el contenido”, manifestó. A su turno, la presidenta de la Comisión Séptima, María Eugencia Lopera (Liberal con tendencia petrista), aclaró que lo primero debe ser radicar el texto.
Sin embargo, hay quienes alertan que sigue siendo prematuro. En su rol de exministro, más que como crítico del Gobierno, Alejandro Gaviria advirtió que, en las actuales circunstancias, el proyecto no tiene futuro: “Una reforma a la salud sin aval fiscal, sin acuerdos, sin claridad sobre la ruta del paciente y en un contexto de desconfianza, de fracaso de la estrategia del gobierno de aprobarla con base en acuerdos clientelistas no tiene futuro. No puede tenerlo”.
Desde la oposición fueron más allá y, al enrostrarle al Gobierno el escándalo por presuntas coimas a los presidentes de Senado y Cámara para el trámite de las reformas, anunciaron desde ya que no le caminarán a la iniciativa. “El Gobierno puede presentar cuantas veces quiera su nefasta reforma a la salud, y nuevamente se la hundiremos. Ahora sí te tenemos más argumentos: corrupción que configura un cohecho por el escándalo liderado por Olmedo López y el desastre que están viviendo los maestros con su salud”, aseguró el representante Juan Espinal (Centro Democrático).
El jefe natural de Cambio Radical, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, aprovechó la palomilla para alertar que el nuevo proyecto no es más que “un rencauche de la que se hundió en el Senado”, indicando que no se tuvo en cuenta a sociedades científicas, profesionales de salud, ni pacientes. “Las EPS aceptan un acuerdo más ventajoso, pasarán de aseguradoras a gestoras: ahora recibirán más por hacer menos, desligándose del riesgo financiero y de salud”. El senador Antonio Luis Zabaraín fue más allá y la calificó como “un adefesio”.
Con todo, hay quienes, desde una visión más optimista, descartan que haya un choque de reformas en la recta final de la legislatura y precisan que el jefe de Estado puede apelar a sesiones extras para ir más allá del 20 de junio y extender los tiempos.
Sin embargo, esta misma semana el representante Alejandro García, de la Alianza Verde, cuestionó que sea el mecanismo más eficaz: “Hay toda una discusión jurídica allí, porque el Código Electoral anterior, no el que se está vigente, se cayó porque se aprobó fuera de los tiempos ordinarios del Congreso.
Lo cierto es que en medio de la avalancha de reacciones sobresalió la hipótesis de la representante Catherine Juvinao –del sector crítico del Verde con el Gobierno–, quien sostuvo que Petro, consciente de que no le darán los tiempos, radicará la iniciativa a propósito para presenciar su naufragio para luego insistir en que el Parlamento no le camina a sus reformas. Lo anterior, para darle gasolina a la constituyente.
“Esto es un disparate. ¿Alguien cree que una reforma a la salud se puede aprobar en tres semanas? Si Petro sabe que eso es irreal y absurdo, ¿por qué lo hace? Para victimizarse y decir que ‘el sistema’ no lo dejó. Qué actitud más infantil, qué falta de seriedad”, precisó.