Con la noticia de la captura de Emilio Tapia en Barranquilla se dispararon las alarmas en Medellín y Antioquia. Al menos tres personas le contaron a EL COLOMBIANO que el cuestionado contratista, condenado por el cartel de la contratación de Bogotá, estuvo hace tres meses buscando casa en Llanogrande, Oriente antioqueño.
Este diario se comunicó con un agente inmobiliario de la zona que conoce el caso y lo confirmó: “El señor Tapia estaba buscando una casa. El requerimiento que a mi me mandaron fue: en Llanogrande, con pesebreras, y casa o espacio para escoltas. Lo quería en alquiler y estaba dispuesto a pagar 20 millones de pesos mensuales”.
EL COLOMBIANO pudo verificar dos casos de personas reconocidas de la ciudad, e incluso del país, a quienes les hicieron ofertas por sus propiedades. En ambos casos la respuesta de estos personajes fue no. Adicionalmente, Tapia fue visto en el centro comercial Jardines de Llanogrande con escoltas y a bordo de dos camionetas Toyota.
Según información de una de las personas que fue contactada, Tapia llegó a Rionegro en una avioneta privada. El detalle es interesante porque cuando este cordobés, nacido en Sahagún, estuvo moviendo los hilos del carrusel de la contratación de Bogotá solía transportarse también en un avión privado. En un principio se decía que era de su propiedad, pero el propio Tapia alegaba que no era suyo sino que lo contrataba por horas.
No es claro cómo Tapia podía caminar como Pedro por su casa por el país si fue condenado en 2015 a 17 años de cárcel por el mencionado carrusel (aunque luego el Tribunal de Bogotá le redujo la pena por su colaboración) y luego le adicionaron 3 años más por lavado de activos.
Hace poco más de dos años le dieron casa por cárcel y, además, un juez de Barranquilla le dio libertad condicional. Sin embargo, hace un año un juez de Bogotá revocó esa libertad porque, argumentó, el togado de Barranquilla no tuvo en cuenta la gravedad del delito de Tapia.
Tapia fue uno de los cerebros del cartel que saqueó a Bogotá a punta de contratos en los que se cobraban mordidas de 8 por ciento de cada contrato. Él con el alcalde de entonces Samuel Moreno y su hermano Iván Moreno crearon un modelo de corrupción en el cual ‘compraban’ fichas clave de los entes de control y de esa manera evitaban ser investigados. Sin embargo, finalmente se destapó esa olla podrida y terminaron condenados.
En esa época, Tapia vivía en una casa de lujo en San Simón, un conjunto residencial en las afueras de Bogotá