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La buena hora entre Gustavo Petro y los ganaderos parece haber llegado a su fin: mientras el presidente los señala de promover el paramilitarismo, los socios de Fedegán lo acusan a él de implementar la “expropiación exprés” y la invasión de la propiedad privada.
Todo eso, por supuesto, mediado por una relación compleja entre el jefe de Estado y José Félix Lafaurie, un hombre de derecha que ha sido el presidente de la Federación Nacional de Ganaderos durante las últimas dos décadas y que, sorprendentemente, terminó aliado a este Gobierno de izquierda en dos de las banderas políticas más importantes de Petro: la paz total y la reforma agraria.
Tras un año completo de esa colaboración “a regañadientes” y de varias puyas de lado y lado, Petro cruzó un límite que había respetado estos meses y que tiene que ver con la vinculación directa de esos empresarios con el paramilitarismo.
Según dijo el jefe de Estado, el reciente escándalo de militares que amedrentaron a una comunidad en Tierralta, Córdoba, disfrazados de disidencias de las Farc pudo haber sido idea de lo que él llamó los “hacendados”, un término poco usado que hace referencia a ganaderos y terratenientes.
“Los que dieron la orden de esos hechos es porque quieren que los hacendados vuelvan a ser paramilitares. Es decir, a que repitamos esta historia (...) no deben ser estúpidos en eso”, aseveró el jefe de Estado.
De hecho, el Gobierno insinuó que el Ejército podría estar actuando de la misma forma en otras regiones y se preguntó quién les está dando la orden. Esto último un tanto paradójico porque justamente él es el jefe de Estado y como presidente es el máximo comandante de las Fuerzas Armadas del país.
“No se le olvide presidente que usted es el jefe ahora y no debe pedir explicaciones, sino dárnoslas”, trinó un cibernauta en X.
Pero, no contento con eso, Petro hizo una referencia aún más específica a Lafaurie y Fedegán, pues aseguró que esos ganaderos “habían mandado una carta por ahí, diciendo que organizaran las brigadas, porque no se podía dejar que organizaran el campesinado”. Esa referencia tiene que ver con otro frente de batalla que ha estado en disputa durante las últimas dos semanas.
El primero en provocar una reacción fue el Gobierno, desde donde se promovió un decreto que instaba a los campesinos a “movilizarse” a favor de la reforma agraria en todo el país.
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En respuesta, Fedegán lanzó un comunicado interno en el que llamaba a los asociados a retomar las “brigadas solidarias” que tanto le han criticado a la agremiación pero que, según ellos, se trata de un “ejercicio pacífico para acompañar a las autoridades a ejercer su deber de proteger la propiedad privada”.
Dichas “brigadas” se volvieron famosas en la época de las invasiones a grandes predios por parte de víctimas, campesinos y hasta grupos armados y consistieron en una serie de grupos de ganaderos que llegaban a defender las propiedades de sus compañeros.
Desde ese entonces, tanto el Gobierno como múltiples sectores los señalaron de estar promoviendo el regreso de las autodefensas.
Y esta vez fue igual: “Fedegán debe aclarar si estos comunicados que llegan a sus afiliados provienen de su dirección. Ni más ni menos son una invitación al paramilitarismo”, dijo Petro retando a la Federación a reconocer si esos comunicados eran suyos.
Finalmente, y honrando el talante frentero que ha demostrado Lafaurie, el presidente de Fedegán terminó por decir que él era el autor de esas invitaciones a conformar brigadas solidarias y que su compromiso es con “defender los intereses de los ganaderos”, dijo.
Pero, más allá de las discusiones personales y de la figura de Lafaurie en el Gobierno que le ayuda a Petro a demostrar cierta convergencia con la derecha, lo cierto es que la ruptura de esa unión podría poner en aprietos la negociación de paz con el ELN y la venta de tierras para la reforma agraria, dos puntos en los que el presidente de Fedegán es clave.
Aún así, Lafaurie se mostró tranquilo y con ánimo de seguir colaborando con el Gobierno en ambos sentidos.
En diálogo con EL COLOMBIANO, aseguró que Fedegán seguirá vendiendo sus tierras para agilizar las metas de la reforma agraria tal como lo han venido haciendo durante los últimos cinco meses. “Yo tengo un contrato suscrito con el Gobierno y lo honraré hasta cuando el Gobierno así lo quiera”, dijo.
Y lo mismo respondió sobre si ha pensado en la posibilidad de renunciar a su puesto como negociador con esa guerrilla, en donde insistió en que es el jefe de Estado el que tiene la última palabra: “el día en que él crea que yo no estoy en condiciones o que no puedo prestar los servicios que le sirven a la mesa, está en todo su derecho de decirme que dé un paso al costado”, insistió.
Pero, ojo, pues el presidente de la Federación sí fue claro con que las declaraciones no cayeron bien en los asociados que él representa y aseguró que “Sí él está dispuesto a hacer esas aseveraciones tan delicadas que pueden tener implicaciones legales, espero que tenga pruebas”.
Por ahora, la relación impensada que Petro y los ganaderos han logrado mantener durante el primer año de Gobierno se mantiene en la cuerda floja pese a la intención del presidente y de Lafaurie de seguir en buenos términos. “Don José Félix tiene buenas intenciones y es paciente, pero muchos ganaderos están cansados de esto casi que desde que empezó”, concluyó uno de los líderes regionales de la Federación.
Comunicadora Social - Periodista de la UdeA. Amo leer historias y me formé para contarlas.