Casi al mismo tiempo que el presidente Gustavo Petro daba su discurso en la Plaza de Bolívar de Bogotá, a pocos metros, en el recinto de la Comisión Séptima del Senado, se hundía oficialmente la reforma laboral, uno de los proyectos del corazón del Gobierno.
Fue la falta de discusión de esa reforma en el Legislativo la gota que derramó el vaso y condujo la semana pasada a que el jefe de Estado convocara marchas este 18 de marzo para impulsar una consulta popular sobre la cual aún se desconocen detalles y que varios sectores califican como arriesgada e improvisada.
“Si no aceptan la consulta, el pueblo los sacará del Congreso (...) Quienes han hundido las reformas que le traían dignidad al pueblo, odiando lo que se llama la justicia, gentes que levantan la cruz pero volteada (...) traicioneros vendidos al rico”, dijo el mandatario en un discurso que duró poco más de media hora y en el que atacó ferozmente al empresariado llamándolo como la “oligarquía”.
“Ya salieron los oligarcas a gritar contra la consulta porque le tienen miedo al pueblo. Mucho que los invité a dialogar, a acordar. Media reforma laboral fue eliminada para tratar de que la permitieran, pero odian el salario, quieren el trabajo gratuito, de largas jornadas”, dijo escoltado por un grupo numeroso de congresistas como la senadora María José Pizarro que tenía una camiseta con un mensaje que decía: “Arriba los de abajo”.
Este discurso del jefe de Estado es quizá uno de los más violentos recientemente, pues hasta se metió en asuntos religiosos citando en varias ocasiones la Biblia para atacar a los partidos cristianos que no le caminan a sus reformas y que fueron determinantes para hundir la laboral en el Senado: “Jesús era el que había dicho que la opción preferencial era por los pobres y no por el rico epulón —“hombre que come y se regala en exceso”, según la definición de la Antigua Roma—. Ahora vemos a los pastores traicioneros vendidos al rico de epulón y escupiendo sobre Jesús, el carpintero”.
También fue blanco de sus ataques el alcalde la capital, Carlos Fernando Galán, quien se opuso, como otros mandatarios, a que en el día cívico las instituciones públicas no funcionaran normalmente, lo que fue objeto de debate: “Se quieren pasar por la faja a la Constitución, que dice que la protesta social es un derecho fundamental y que ningún gobernante se puede oponer”, dijo Petro. “Señor alcalde Galán, traiga el agua a Bogotá, no degrade la Constitución”, agregó el presidente de espaldas al Palacio de Liévano, la sede de la Alcaldía de Bogotá.
El mandatario volvió a acudir a su interpretación de la obra “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez para radicalizar su discurso y dar a entender que en este año y medio que le queda de mandato está dispuesto a atacar a quien sea porque ha sido “víctima” de un sistema que no lo ha dejado gobernar. Por eso la campaña por la consulta popular, de cara a las elecciones de 2026, es un vehículo que le permite navegar en aguas turbias pero que le son cómodas como la plaza pública y la disputa por la narrativa. En la red social X sacó pecho porque en varias ciudades se movilizaron un número considerable de personas. Pero en la Plaza de Bolívar, por ejemplo, mientras daba su discurso, había zonas del lado de la fachada del Congreso que no estaban llenas. Incluso, como constató EL COLOMBIANO, muchas personas se fueron antes de que terminara el discurso y no se quedaron para escuchar a congresistas del Pacto Histórico o las actividades musicales previstas.
“Así que quedan convocados, arranca la consulta popular, la movilización es permanente y creciente, tendrá su máximo, no el día de hoy de los votos, de los que ya vendieron su corazón a la codicia, sino en la plenaria del Senado donde cada senador debe recordar que no es más que un simple representante del pueblo y que debe obedecerlo, y que si se cree tirano sobre el pueblo, entonces el pueblo lo sacará del Congreso, como tiene que ser”, dijo al terminar el presidente Petro.
Aunque en Bogotá no hubo datos oficiales, en Medellín, según la Alcaldía, marcharon alrededor de 6.000 personas. La realidad a nivel nacional estuvo lejos de la expectativa de las centrales obreras como la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), que proyectó entre 3 y 4 millones de personas en las calles.
Una cifra a la que no se llegó y que sería apenas una cuarta parte de los más de 13 millones de votos que tendrá que conseguir el Gobierno en la consulta popular para aprobar la consulta con el doble requisito de que cada pregunta planteada supere el umbral de los 5,5 millones de votos a favor.
La violencia del discurso del mandatario tuvo eco en la gente pues algunas personas llevaban carteleras con la foto de los ocho congresistas de la Comisión Séptima del Senado que hundieron la reforma laboral y el mensaje “hay que quemarlos a todos”. Sin embargo, la gran mayoría de la gente se movilizó pacíficamente; asistieron centrales obreras, la guardia indígena, líderes sociales y maestros. También se le vio a varios congresistas del Pacto Histórico y funcionarios y exfuncionarios del Gobierno asistir a la calle: “Creo que fue una manifestación impresionante de la ciudadanía. Esperamos que siempre haya más y más participación ciudadana (...) de manera que estoy muy satisfecho en la marcha de hoy”, le dijo a este diario el exministro de Defensa, Iván Velásquez, quien también confirmó en primicia su llegada como embajador de Colombia ante el Vaticano en Roma.
Precisamente, desde el Senado este martes, Antonio Sanguino, ministro del Trabajo, anunció que están “precisando” las preguntas que llevaría la consulta, pero que mientras tanto el Gobierno expedirá nueve decretos reglamentarios en relación a temas que incluía la reforma laboral: “Intentaremos sacar una parte de la reforma vía decreto y otros temas se irían a la consulta popular”, anunció el ministro Sanguino quien está a la espera de que la Secretaría Jurídica de la Presidencia avale el contenido de los decretos.
Caldeada sesión en la Séptima
Pasadas las 3:00 de la tarde el recinto de la Comisión Séptima del Senado era un hervidero. No solo por el manojo de periodistas que desde las 10:00 de la mañana reportaban minuto a minuto la jornada en la que se definió la suerte de la reforma laboral, sino por los ánimos cada vez más caldeados que marcaron una sesión que se extendió por más de cinco horas. El nivel de crispación fue tal que dos congresistas estuvieron a punto de llevar sus diferencias ideológicas a los golpes.
El descontento y malestar –con dejo de furia– no distinguió congresista, pero se acentuó entre los parlamentarios petristas quienes, resignados, veían con impotencia que la reforma por la que trabajaron por más de un año naufragaba estrepitosamente. De nada sirvió el férreo discurso que minutos antes dio a metros de allí, en la Plaza de Bolívar, el presidente Gustavo Petro.
“Ante la falta de argumentos apelan a la falacia, a los epítetos y a los agravios”, reclamó con dureza el senador Honorio Henríquez, del Centro Democrático, en diálogo con EL COLOMBIANO. “No podemos negar que la presión ha sido muy grande, no solo para nosotros, sino para nuestras familias. El presidente nos empezó a hostigar y generar violencia con su llamado a las calles”, dijo por su parte la senadora Esperanza Andrade, del Partido Conservador.
Hubo congresistas oficialistas que –en medio de intervenciones cada vez más feroces–, intentaban ganar tiempo para retrasar lo inevitable: el momento de la votación de la ponencia de archivo, que desde la semana pasada contaba con un bloque mayoritario de ocho de los 14 senadores a favor de darle los santos óleos a la iniciativa.
—“Señor secretario, anuncie el resultado”, sostuvo con contundencia la senadora Nadia Blel, presidenta de la Comisión, tras conducir un debate en el que brilló por su ausencia el ministro del Interior, Armando Benedetti, aunque sí participó el ministro de Trabajo, Antonio Sanguino.
—“La votación es la siguiente: ocho votos por el sí al archivo de la reforma laboral y seis votos por el no. Ha sido archivada”, sentenció el secretario de la Comisión.
Lo que vino después fue inédito. Gritos y arengas en pleno recinto por parte de congresistas oficialistas que ratificaban que el único camino ahora era la Consulta Popular. “¡Consulta popular, consulta popular!”, reclamaban con fuerza figuras como Alfredo Mondragón o León Fredy Muñoz, secundados por otros parlamentarios que desfilaron durante el recinto, aun sin hacer parte de la Comisión.
Allí dijeron presente e incluso intervinieron, entre otros, María José Pizarro, María Fernanda Carrascal –coordinadora ponente del proyecto en Cámara–, Inti Asprilla, Aída Avella, Esmeralda Hernández o Martha Alfonso.
La oposición no se quedó atrás y también contó con sus emisarios. Al recinto arribaron senadores como Yenny Rozo o Andrés Guerra (Centro Democrático), así como Jota Pe Hernández (Alianza Verde) y Jennifer Pedraza (Dignidad).
“Nosotros estábamos muy tranquilos porque sustentamos el informe de ponencia. Planteamos todas las razones jurídicas, económicas y técnicas por las cuales esta reforma no debía continuar su debate”, dijo la senadora Lorena Ríos, de Colombia Justa y Libres. “Petro dijo que por nuestras creencias religiosas estamos de espaldas al pueblo. Es mentira, estamos del lado de los trabajadores. Esta reforma está mal hecha”, agregó.
La escena que describe con creces lo que se vivió durante la jornada la protagonizaron el senador Alirio Barrera y el representante Mondragón. Tras votar sí al archivo del proyecto, el senador fue increpado con dureza por Mondragón –que no hace parte de la Comisión, pero estaba de visita–.
—“Fuera los maltratadores laborales (...) ¿Por qué me mirás con esa cara de matón? ¿O crees que te voy a seguir comiendo porque sos del Centro Democrático? Los vamos a derrotar en las calles” (SIC), alegó con vehemencia Mondragón.
Barrera se limitó a decir “vamos pa’ lante”, queriendo evitar una discusión de mayor calado. Sin embargo, Mondragón no dio su brazo a torcer e insistió en los señalamientos. “Dejá de traer caballos, trae razones. ¿O el cerebro no te da para eso?”, agregó el representante petrista, a lo que Barrera respondió que se las estaba dando de “muy guapo” y lo instaba a dar el debate.
Si bien el senador se alejó y no quiso desatar una discusión de mayor calibre, el representante Mondragón arreció en el cara a cara, dijo que le “daba miedo” estar al lado de alguien del Centro Democrático y manifestó que los uribistas son especialistas “en masacrar laboralmente al pueblo colombiano. No dice nada este, no dice una palabra y viene aquí a intimidar”.
El fuerte encontrón estuvo a punto de pasar a los golpes de no ser porque Barrera fue alejado por algunos de sus asesores y prefirió seguir su camino en lugar de acentuar la rencilla. Tras el altercado, en diálogo con este diario, el congresista se refirió al episodio.
“Lo que pasa es que el hombre es irrespetuoso y uno antes de ser senador es un hombre, y que otro macho lo venga a gritar a uno, asustar a uno a puros gritos (...) no tiene argumentos, no tiene nada”, explicó el senador con su marcado acento casanareño. “De aquí a que me intimiden les falta pelo pa’ moña”, remató.
¿Pataleos de ahogados?
En medio del tire y afloje, desde el oficialismo sorprendieron con un recurso de última hora para intentar revertir la decisión de las mayorías de la Comisión Séptima: una apelación ideada para revisar la determinación y revivir el proyecto.
“La Ley Quinta, que regula el Congreso, nos faculta para apelar este tipo de decisiones. La apelación llegará a la plenaria del Senado y se nombrará una comisión accidental que debe rendir un informe a la plenaria. De aprobarse la apelación se redirige a otra comisión el debate de la reforma laboral”, explicó el senador Fabián Díaz, de la Alianza Verde, quien hizo parte del bloque en contra de archivar la reforma.
A ese recurso se refirió también el presidente del Senado, Efraín Cepeda (Partido Conservador), quien ratificó que se le dará trámite a la apelación, por lo que se comprometió a nombrar la comisión accidental para que analice si hay argumentos que permitan aceptar la apelación. El congresista salió en defensa de la independencia de los poderes públicos y aseguró que este tipo de determinaciones deben respetarse sin acudir a amenazas, en referencia explícita a lo dicho por Petro.
“Fue una decisión a conciencia que debemos acatar. El Congreso no le tuvo miedo a la marcha que nos hicieron en la Plaza de Bolívar, que por cierto no se llenó. No, no, no. Vamos a esperar las preguntas de la consulta popular, pero no le tenemos miedo y el Ejecutivo puede salir debilitado si no se logra la votación de alrededor de 13,6 millones de votos. Es peligroso hablar de golpe de Estado: el golpe de Estado no es únicamente intentar tumbar al presidente, sino intentar tumbar a un Congreso legítimamente elegido con 22,6 millones de votos”, respondió Cepeda.