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sistemas de vigilancia de calidad del aire hay en el país, según el Ideam.
Con el reporte de mejoría en las estaciones que miden la calidad del aire en Medellín, las autoridades ambientales del Valle del Aburrá declararon ayer la terminación de la fase de alerta ambiental en la que estuvo la ciudad en los últimos tres días.
La decisión implica que se levanta el pico y placa ambiental en horario extendido y se retorna al estado de prevención ambiental, declarado el 18 de febrero y vigente hasta el 30 de marzo, época en la que se prevé mejorarán las condiciones atmosféricas. Así las cosas, desde hoy regresa el pico y placa en el horario habitual de 7:00 a 8:30 a.m. y de 5:30 a 7:00 p.m. para los seis dígitos.
Este es un asunto que preocupa desde hace varios años a Medellín, y más recientemente a Bogotá, que en los últimos días han tenido que declararse en alerta. Sin embargo, esto no solo obedece a que son grandes urbes, en las que se generan altos niveles de contaminación. Estas capitales se comprometieron con mediciones precisas que revelan a ciencia cierta la magnitud del problema.
Este fenómeno, con mediciones diferentes, se vive en ciudades, como Santa Marta (Magdalena) o Cali (Valle), y en los municipios de Ráquira (Boyacá) y Yumbo (Valle del Cauca), según el Quinto informe de calidad del aire del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), analizando las condiciones en 2017.
No obstante, hay que tener en cuenta que, según el Ideam, hay ciudades que no miden la calidad del aire, entre las que se encuentran Cúcuta, Buenaventura, Sincelejo, Riohacha, Tuluá, Tunja, Apartadó y Florencia (ver módulos superiores).
Pero hay otras que, según el informe, cuentan con las herramientas, pero no están estandarizadas con los requisitos. Aquí están Montería, Ibagué, Armenia, Pasto y Soacha (ver módulos inferiores).
¿Por qué sucede?
Miryam Gómez, directora del Grupo de Higiene y Gestión Ambiental (Ghygam) del Politécnico Jaime Isaza Cadavid y delegada científica por Colombia en un proyecto de Naciones Unidas de impacto regional, señaló que la congestión hace que los vehículos se muevan a poca velocidad generando contaminación.
El informe de calidad del aire del Ideam, por su parte, menciona que las diferentes Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) y las autoridades ambientales están en la obligación de reportar la información generada por su sistema de vigilancia, pero, entre las dificultades están los altos costos del sistema.
“Los municipios con menos de 200.000 habitantes tienen un panorama complicado, pero no debe ser un asunto que prime, pues medir y revisar la evolución de la contaminación nos permitirá identificar si tenemos que aplicar medidas, antes de que el riesgo nos sobrepase”, dice Carmen Elena Zapata, directora del Laboratorio Calaire (de la U. Nacional), quien destaca que al depender de productos importados, es más costoso.
En otras capitales
Por otra parte, en otras ciudades grandes del país, como Barranquilla, existe una red de medición de calidad. Sobre cómo está el panorama ambiental, el Índice de Calidad del Aire del Sistema de Vigilancia de Calidad del Aire de EPA Barranquilla Verde, destaca que entre el 15, 16 y 17 de marzo pasado se presentaron índices de calidad de aire aceptables del PM10, destacando que “hubo un criterio bueno a lo largo de estos días y no sufrió considerables variaciones”, con promedios de entre 28 y 44 microgramos, lo que permite identificar en verde los indicadores.
En el caso de Cali, aparece como una de las capitales con peor aire, según el Ideam, donde hubo aumentos en las “concentraciones promedio anual que superaron los niveles máximos permisibles establecidos en la normativa nacional”, pero en el registro del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma) dice lo contrario.
Según Claudia Buitrago, directora de la entidad, citada por el diario El País, los ciudadanos respiran “aire limpio”.
Resalta que la norma indica que la contaminación la aportan las fuentes móviles, como los vehículos con un 90 % y el 10 % restante es generado por fuentes fijas, como las empresas. Buitrago resalta que las óptimas condiciones en la ciudad tienen que ver con las características geográficas favorables por la baja altura frente al nivel del mar y constantes vientos que “barren” las emisiones.
Asunto de salud pública
De acuerdo con Augusto Galán, director del Observatorio Así Vamos en Salud, aún no hay una conciencia ciudadana. Lo dice, según él, porque no se tiene en cuenta lo fundamental que es el concepto de salud, porque está ligado a medicamentos, a un hospital o una bata blanca, pero, dice, “eso está asociado a la enfermedad y no a la salud. El medio ambiente y en particular el aire que respiramos es fundamental. Hay que tener claro que no solo se reduce a ciudades grandes, también en las pequeñas, en donde hay industrias o equipamiento antiguo, como cocinar a leña, que puede provocar enfermedades pulmonares”, agrega Galán.
El ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, en diálogo con EL COLOMBIANO, indica que se ha hecho una evaluación del riesgo por la calidad del aire y resaltó el trabajo publicado por el INS, el cual corrobora la importancia de abordarlo.
“Queremos ser parte de las respuestas intersectoriales que requiere este desafío”, indicó el ministro, quien señaló que acompañarán los esfuerzos que sean necesarios para enfrentar el fenómeno.
Además, agrega que “es un asunto grande que debemos abordar desde el Estado”. Aunque no precisa si ya habló del tema con el presidente Iván Duque, deja claro que es un asunto en el que “la preocupación está al máximo nivel”.
Contraste frente al mundo
El más reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), denominado ‘Seguimiento de la salud en los Objetivo de Desarrollo Sostenible’, publicado el pasado viernes, destaca los determinantes sociales que causaron enfermedad en el mundo durante 2018 y plantea que se debe “reducir la cantidad de muertes y enfermedades asociadas a sustancias químicas peligrosas y por la contaminación del aire, agua y suelo”.
Además muestra que Colombia tiene una tasa de muertes de 0,4 casos por cada 100 mil habitantes. En este indicador, la tasa más alta en esta región es la de Haití, que se ubica en 2,6, seguido de Bolivia (2), Guatemala (1,1) Estados Unidos (0,9), Perú (0,9) y Guyana (0,7).
En el caso puntual de Colombia, basta con mirar el informe “Carga de enfermedad ambiental en Colombia”, publicado por el Instituto Nacional de Salud (INS) en enero pasado, el cual muestra que tan solo en 2016 murieron 17.549 personas por casos asociados a la contaminación del aire y del agua.
Este reporte, si se compara con las muertes registradas en los 60 años de conflicto armado, es alto, pues representa el 6,7 % de las 261.619 muertes registradas por el Centro Nacional de Memoria Histórica.
En el mismo sentido, el informe de carga de enfermedad del INS destaca que en el país, pese a que el asunto toma cada vez más relevancia, aún existe una “necesidad de tomar conciencia de la esencia ética y política de las discusiones y desafíos que plantea el estudio del vínculo entre salud y ambiente, más allá de su carácter técnico”.
Para Carlos Castañeda, director del Observatorio Nacional de Salud del INS y coautor del estudio, este “es otro aporte para seguir articulando la Política Integral de Salud Ambiental (Pisa) desde la investigación y la ciencia para la generación de políticas”, sobre todo porque del total de muertes ocasionadas por siete enfermedades de alta ocurrencia en el país –isquémica del corazón, accidente cerebro-vascular, pulmonar obstructiva, infecciones respiratorias agudas, cáncer de pulmón, diarreica aguda (EDA) y renal crónica–, están “asociadas a la mala calidad del agua y del aire y a la contaminación por combustibles”.
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estaciones fijas hay en el país para medir el aire, según el Ideam.