La de este domingo no será otra marcha más en el rosario de movilizaciones que cada tanto se convocan en Colombia. Se trata de un verdadero termómetro que medirá de forma precisa y concreta el nivel de descontento del país con el primer gobierno de izquierda, el mismo en el que las mayorías hace poco menos de dos años depositaron sus esperanzas de cambio.
Desencanto, frustración, angustia y un dejo de enojo son los derroteros de una jornada que promete enviar un mensaje claro y contundente al inquilino de la Casa de Nariño: urge el mentado cambio que se prometió en campaña.
No es una mera percepción. La más reciente encuesta de Invamer Poll dejó al descubierto las costuras del gobierno de Gustavo Petro: si bien al comienzo de su mandato apenas el 20 % –uno de cada cinco colombianos– desaprobaba su desempeño, el Jefe de Estado logró en año y medio de gobierno lo impensable y triplicó ese porcentaje. Hoy el 60 % lo raja (ver gráfico).
Por si fuera poco, el 70 % considera que las cosas en Colombia están empeorando y, si bien aún está lejos del 90 % que llegó a tener Iván Duque, se trata de un indicador que contrasta de lejos con las expectativas que envolvían al primer gobierno de izquierda en el país.
Aunque son sectores de derecha y de oposición radical quienes figuran hoy por hoy como los principales animadores de las marchas, se prevé que a la jornada aterricen también petristas desencantados, sectores de centro y una parte del electorado que, si bien miraba con recelo a Gustavo Petro, nunca imaginó tal descalabro en materia de gestión, mando y conducción del país.
“El momento del presidente y la carga de las decisiones recientes sobre la salud, las pensiones entre otras de sus reformas brinda un contexto que permite el encuentro entre múltiples voces que van más allá de la oposición radical y ha permitido vincular a la protesta a sectores del centro del espectro político, así como a grupos de ciudadanos que se ven afectados con estas decisiones y proyectos”, le explica a este diario el politólogo Humberto Librado, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.
No deja de ser paradójico, además, que el escenario sea el que otrora era uno de los baluartes del hoy mandatario: la calle, y que quienes se vayan a manifestar sean el cacareado poder constituyente que semanas atrás invocó para meterle mano a la Carta Magna de 1991. No solo es el Centro Democrático o Cambio Radical. Legítimamente saldrán a marchar personajes de centro como Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán o Mauricio Cárdenas. Inclusive, a ellos se suman sectores de la sociedad civil como la academia o asociaciones de pacientes.
“El hecho de que la oposición quiera disputarle la calle al Presidente es muy importante y es una prueba del pulso que hay alrededor de saber quién tiene este famoso apoyo popular. En varias oportunidades Petro ha planteado la calle como su escenario y allí la oposición se le está midiendo”, sostiene a su turno el profesor Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia (DEMOS UR) de la Universidad del Rosario.
Con todo, no se puede desconocer que hay un importante segmento de la sociedad que, aunque igual de descontento y contrariado con el “gobierno del cambio”, no está dispuesto a caminar de tú a tú con figuras del Centro Democrático o Cambio Radical, entre las que se destacan María Fernanda Cabal o Miguel Uribe, o dirigentes que han sido férreos opositores del Ejecutivo, como el activista Diego Santos o la excandidata Ingrid Betancourt, quien sorprendió con un comentado video en redes sociales en el que invitó a marchar y que desató todo tipo de reacciones.
La representante Jennifer Pedraza, del movimiento Dignidad, resume la asepsia que conserva cierto sector político que toma distancia de la jornada por cuenta de sus promotores: “Aunque estoy tremendamente decepcionada de este gobierno y le he puesto la lupa desde el Congreso, el Centro Democrático y Cambio Radical son fuerzas del pasado a las que no hay que regresar porque son también responsables de la crisis económica y social del país”, declaró.
El propio Petro, con un asomo de resignación, dio la bienvenida a las marchas y –dejando de lado su ojo inquisidor y confrontacional– no menospreció la jornada; reconoció que los sectores que marcharán forman parte de la fuerza popular.
“Bienvenidas las marchas. He convocado el poder constituyente y eso incluye a toda la fuerza popular. Le he pedido al Ministerio del Interior y al Ministerio de Defensa brindar todas las garantías para que la gente se movilice y se exprese con toda la libertad”, manifestó el jefe de Estado desde su poltrona favorita, la red social X (antes Twitter).
Sin embargo, este sábado reculó y sorprendió con otro mensaje en X en el que dejó al desnuda su estrategia para contrarrestar las marchas: otra marcha. Petro anunció que el próximo 1° de mayo, en el marco de las tradicionales concentraciones por el Día del Trabajo, se movilizará y hablará desde la Plaza de Bolívar con la excusa de defender su reforma pensional y su reforma a la educación.
“Iré como antes, caminando, espero que me acompañen en todo el país, será un caminar por la dignidad laboral (...) Que las y los jóvenes de las barriadas populares salgan en multitud. Recuerden que soy su presidente. A cantar, a bailar, a luchar por la educación superior gratuita y por el crédito cooperativo juvenil (...) Ha sido convocada la movilización general de la ciudadanía y de allí, el poder constituyente que es el poder del pueblo”, declaró.