Los retos de la Vice que ahora es también canciller

Será la cara de Colombia en el exterior en uno de los momentos más complejos del gobierno.

El presidente Iván Duque, contra todo pronóstico, designó a la vicepresidenta Ramírez como la nueva ministra de Relaciones Exteriores tras la renuncia de la titular Claudia Blum. FOTO Colprensa

El reemplazo de Claudia Blum para asumir la jefatura del Ministerio de Relaciones Exteriores se resolvió ayer con una sorpresa: el presidente Iván Duque sacó un as bajo la manga y nombró para el cargo a la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, lo que la confirma como una de las mujeres con más arraigo en la política colombiana de los últimos años.

El nombramiento de Ramírez –que se puede leer como un voto de confianza del presidente ya que ella asume más funciones– se dio el mismo día en el que la Corte Constitucional le hizo un llamado de atención, justamente por una actuación como funcionaria pública: no haber respetado la laicidad del Estado al publicar un trino en el que consagró el país a la Virgen de Fátima, el cual también incluyó el eslogan del Gobierno.

Esta es una falta en la que no puede incurrir ningún funcionario del Estado, ya que la Carta Magna consagra la libertad religiosa.

Por otro lado, asumir estas funciones pondría en entredicho el rumor que, desde hace meses, corre en el país político de que Ramírez en 2022 quiere ser candidata a la Presidencia, un tema que incluso ha sonado entre las filas del partido conservador, al que pertenece la nueva Canciller.

Esto porque, teniendo en cuenta el calendario electoral definido por la Registraduría a comienzos de esta semana, Ramírez tendría hasta el 29 de mayo para renunciar y evitar la inhabilidad. Una renuncia que parece poco probable, pues pasaría apenas 10 días siendo la nueva cara del Gobierno Nacional en el exterior.

Tareas complejas

Teniendo en cuenta que Ramírez, por decisión de Duque, seguirá ocupando el cargo de vicepresidenta, a la nueva ministra le esperan tareas que no serán fácil de sortear, pronostican analistas.

El presidente Duque, al designarla canciller, le asignó tres tareas: fortalecer las relaciones bilaterales y la política migratoria, y consolidar lazos en seguridad y defensa.

“Queremos reafirmar no solamente el talante democrático de nuestro país, sino también la convicción de ser un país siempre respetuoso de los derechos humanos”, dijo el mandatario.

Para Mauricio Jaramillo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, son tres sus retos principales: “El primero es reconstituir la imagen de Colombia y dar explicaciones a las violaciones de los derechos humanos (por las críticas de la UE, Estados Unidos y Argentina recibidas en los últimos días a raíz de la respuesta del Gobierno a las marchas)”. Lo segundo, según el académico, es que tendrá que cambiar la estrategia frente a Venezuela porque el cerco diplomático fracasó, “y en tercer lugar hacer frente a una crisis de legitimidad y de gabinete muy grande, que toca la política colombiana”.

Para Jaramillo, su nombramiento indica que no se ha entendido cuál es la realidad ni qué es renovación. “El presidente Duque perdió la oportunidad de nombrar en ese cargo a alguien con mayor independencia; el Gobierno se sigue enterrando y gobernando de espaldas a la realidad”.

David Murcia, profesor del departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de la U. Eafit, opinó que “el nombramiento hay que analizarlo a la luz de una debilidad institucional que vive el Gobierno, incluyendo, por ejemplo, la nueva moción de censura al ministro de Defensa (el 25 de mayo)”.

Conceptuó que es una medida de Duque para tratar de defenderse con sus más fieles, en un gobierno que trata de buscar fortaleza entre los de confianza.

Para el senador Juan Diego Gómez, del Partido Conservador, miembro de la comisión encargada de analizar y legislar sobre la política internacional, la designación de Marta Lucía Ramírez como canciller es un gran acierto.

“La nueva canciller tiene una trayectoria enorme con reconocimiento internacional”. dijo

días le quedarían a la Canciller para renunciar y así aspirar a la Presidencia.