viernes
3 y 2
3 y 2
El Partido Conservador, una colectividad que desde sus orígenes se ha declarado de derecha –aunque en las dos últimas décadas su ideología ha estado más ligada a la burocracia que a la argumentación política–, terminó fusionado con la coalición de izquierda que formó en el Congreso el presidente Gustavo Petro, lo que acaba de ser la génesis de un expediente administrativo por ese extraño giro en contravía.
El artífice de esta voltereta política fue el senador antioqueño Carlos Andrés Trujillo, presidente del Partido Conservador, quien además terminó de amigo del presidente Petro. Precisamente, los opositores del líder azul aseguran que fue ese lazo el que llevó a pique al conservatismo.
Fue tal el rechazo de la jugada casi maestra de Trujillo, que un sector de las bases conservadoras, en cabeza del exconcejal de Bogotá Ciro Alfonso Galvis Muñoz, interpusieron una queja que pide revisar los estatutos del partido y las decisiones tomadas a lo largo del 2022.
Dicha petición ya escaló hasta el Consejo Nacional Electoral (CNE) y –con ponencia del magistrado César Lorduy, de Cambio Radical– se abrió una indagación preliminar.
Esa acción busca establecer si en realidad las decisiones que se tomaron a partir del 28 de abril de 2021 no tendrían validez porque, supuestamente, no fueron aprobadas en la Convención Nacional de la colectividad.
Así las cosas, Trujillo y los godos están en la mira del CNE y ya recibieron la notificación.
Además, se conoció que el Consejo Nacional Electoral indagará todas las decisiones tomadas al interior del Partido Conservador, por lo que el magistrado ponente, César Lorduy, decretó la práctica de pruebas sobre el caso.
Dentro de este proceso, el magistrado Lorduy recopilará documentos que permitan constatar si los godos respetaron o no los mecanismos democráticos internos con los que deben tomar sus decisiones.
En el auto con fecha del 16 de noviembre del 2022 firmado por el magistrado Lorduy, al que tuvo acceso EL COLOMBIANO, se estudia “la presunta vulneración al numeral 1 del artículo 10 de la Ley 1475 de 2011, respecto del incumplimiento de las disposiciones Constitucionales y Estatutarias que regulan la organización y funcionamiento de los partidos y movimientos políticos”.
En resumidas cuentas, hay dos decisiones potenciales que están en riesgo: la elección del propio presidente del Partido Conservador y la decisión de declarar a la colectividad parte de la coalición del primer presidente de izquierda en el país.
Pero, aunque la derecha ha sido generalmente opositora a todo lo que sea de izquierda, esta vez la pelea se amainó porque Trujillo fue una ficha de Petro, incluso desde la campaña.
Allí fungió como aliado a tal punto que, tan solo cuatro días después de ganar en las urnas, el presidente le abrió un espacio en la agenda al senador Trujillo, quien logró reunirse con el mandatario electo mucho antes que otras figuras políticas con amplia influencia –que se vieron con Petro posteriormente– como Germán Vargas Lleras, Rodolfo Hernández y Álvaro Uribe.
Ese fue precisamente el primer acercamiento, entre sonrisas, que tuvo el gobierno de izquierda con el conservatismo. El lío fue que Trujillo acudió a esta cita privada con Petro pasando por encima de Ómar Yepes, quien decidió dejar la dirección de esa colectividad al sentirse apabullado, pues nunca bajó a Petro de una “amenaza” para la democracia.
Y ahí se desató la tormenta dentro de los godos, pues uno de los más críticos por el apoyo del Partido Conservador al primer gobierno de izquierda en la historia reciente de Colombia ha sido Yepes.
“Congresistas del Partido Conservador anuncian y firman respaldo (¿incondicional?) a la agenda legislativa que proponga el presidente Petro”, cuestionó Yepes antes de dejar la presidencia de la colectividad para entregársela al senador antioqueño.
Tal es la influencia que tiene Trujillo, reelegido en marzo con 159.810 votos, que en lugar de ser sancionado por la colectividad después de la sorpresiva reunión con Petro –que incluso molestó al expresidente Andrés Pastrana–, movió sus fichas y logró que lo eligieran por unanimidad como director, en reemplazo de Yepes.
Esa maniobra le dio a Petro más margen de acción para negociar en el Congreso con el apoyo de los godos, que tienen 15 curules en Senado y en 25 en Cámara.
“Hemos decidido no ser oposición al gobierno electo de Gustavo Petro y respaldaremos la agenda legislativa que se proponga, apegados a la Constitución de 1991 y teniendo como premisa el respeto por la propiedad privada y las libertades individuales”, dijo Trujillo en una carta pública con la que manifestó su respaldo al mandatario.
Sin embargo, esa voltereta tiene en vilo su propia elección como presidente del Partido Conservador y la hasta ahora cuestionada adhesión al petrismo podría tener un reversazo.