En esta nota periodística debería haber nombres propios que les den voz y rostro a las víctimas y líderes sociales que afrontan la delicada situación de orden público en Arauca, pero no habrá: tres de las cuatro personas que entregaron su testimonio están amenazadas o tienen miedo y se negaron a ser mencionadas. Hace apenas siete días, los araucanos se horrorizaron con un audio que supuestamente venía del frente 28 de la disidencia de las Farc y se convencieron de que era mentira.
Dos días después, el grupo armado cumplió su amenaza y dejó explosivos en la sede del acueducto comunitario de Saravena (Arauca) “en un intento por ultimar a los líderes sociales que allí mantienen”.
El audio -que parece haberse filtrado de una conversación entre dos ilegales- dice que “la idea es volar esos negocios (...)” y cita como objetivos militares a “los de asojuntas, presidentes de juntas y los líderes”.
“Así es todo acá, o se obedece lo que ellos dicen o ellos atacan”, dijo un líder de Arauquita.
Como en esas dos ocasiones, el ELN y las disidencias, que son los dos grupos que se combaten en el territorio, han lanzado amenazas que terminan por cumplirse.
Otro ejemplo que recuerda el defensor de Tame, Juan Carlos Villate, ocurrió el pasado viernes cuando los grupos armados prohibieron la circulación de transporte público y vehículos de carga y un día después interceptaron un bus de la empresa Copetran para amenazar a sus pasajeros, obligarlos a bajar e incinerar el vehículo.
En ambos casos, el frente 28 de la disidencia de las Farc se atribuyó los hechos pese a asegurar que no quería atentar contra la población civil sino contra lo que ellos denominan “la burguesía” (Ver: radiografía). Y la lista continúa. El hecho más reciente y polémico ocurrió este domingo cuando el ELN patrulló por Arauquita mientras el presidente Iván Duque sostenía un consejo de seguridad en ese departamento -apenas a una hora y media de distancia- y proponía soluciones para el conflicto armado en la región.