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Así es el gana a gana que busca Gustavo Petro con Xi Jinping durante su visita a China

Además de la balanza comercial y renegociar plazos en el pago de deuda, el presidente colombiano busca un trascendental guiño de su homólogo chino para modificar el contrato del metro de Bogotá. ¿Es viable?

  • El mandatario, que estará de visita hasta el próximo viernes, fue recibido con un ramo de flores a su llegada a Pekín. Petro sostuvo una reunión con una de las empresas que conforma el consorcio a cargo del metro. FOTO Presidencia
    El mandatario, que estará de visita hasta el próximo viernes, fue recibido con un ramo de flores a su llegada a Pekín. Petro sostuvo una reunión con una de las empresas que conforma el consorcio a cargo del metro. FOTO Presidencia
25 de octubre de 2023
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Justo en la misma semana que se celebrarán las elecciones regionales del próximo domingo –amenazadas por factores de violencia y fraude cada vez más apremiantes–, el presidente Gustavo Petro emprendió este martes una visita de tres días a territorio chino. No es una cita cualquiera.

Lea también: Agarrón por trazado del metro calentó la campaña en Bogotá

Se trata de un crucial encuentro que desde hace meses venía gestionando la Casa de Nariño con el presidente Xi Jinping (a quien visitará este miércoles) y que está marcado no solo por intereses mercantiles y de desarrollo con el segundo socio comercial de Colombia, sino que está atravesado por un pulso político de primer orden para el mandatario: el futuro del metro de Bogotá. De hecho, ya adelantó reuniones para hacer realidad su idea de un sistema subterráneo.

A su arribo al Aeropuerto Internacional de Beijing este martes, Petro –quien fue recibido por diplomáticos chinos con un ramo de flores–, aseguró que su agenda tendrá énfasis en tres grandes asuntos. En primer lugar, superar el déficit comercial con China, teniendo en cuenta que Colombia hoy importa más bienes y servicios de los que exporta al gigante asiático.

Segundo, buscar mecanismos para pagar en plazos más largos las deudas que se tienen con los chinos, renglón que, según Petro, se disparó por cuenta de la pandemia y la adquisición de vacunas: “Tenemos una deuda de corto plazo que prácticamente está ahogando las finanzas”. Y, finalmente, concretar proyectos para que, de la mano de China, haya un impulso decidido al desarrollo de la infraestructura férrea en Colombia.

En este último frente aparece la primera línea del metro de Bogotá, que actualmente construye un consorcio chino y que ya registra un avance de obra de casi el 26 %. Aun cuando ya está firmado un billonario contrato por $22,3 billones para hacer un sistema elevado, el mandatario no da su brazo a torcer y ha insistido en construir un tramo subterráneo, una vieja obsesión desde sus tiempos de alcalde de la capital, pero que se ha exacerbado justo en época electoral.

A la modificación se opone con firmeza la alcaldesa Claudia López, que lo considera un capricho y una pelea de egos, pues fue el exalcalde Enrique Peñalosa –adversario de Petro–, quien contrató la obra elevada. Sin embargo, más allá de cualquier consideración política la idea del presidente tiene repercusiones en el bolsillo y en los tiempos de obra: la modificación más viable para hacer un tramo subterráneo implicaría un sobrecosto de cerca de $12 billones y alargaría el anhelo de los bogotanos al menos otros 6 años, pues como están las cosas hoy el proyecto concluiría en 2028.

En este contexto es que se da la visita de Petro, quien este miércoles –en medio de honores militares–, será recibido en el Gran Salón del Pueblo, en Pekín, por Xi Jinping. ¿Puede el mandatario chino influir para que el consorcio acceda a modificar la obra? La respuesta, de acuerdo con expertos, es sí.

Lo anterior, teniendo en cuenta que la primera línea está a cargo de dos compañías estatales en las que, por su naturaleza, el gobierno del gigante asiático tiene injerencia: China Harbour Engineering y Xi’An Metro Company Limited.

Este miércoles (noche del martes en horario colombiano), Petro adelantó una reunión con una de las compañías para concretar su pretensión.

“Hay coincidencia en que técnicamente se pueden desarrollar en la primera línea dos fases: una primera elevada y otra subterránea. No implicaría mayores demoras. Técnicamente es posible y jurídicamente también. La pregunta es políticamente. Puntos suspensivos”, declaró el presidente, quien atajó la oposición de la Alcaldía de Bogotá al decir que la Nación estaría dispuesta a financiar el 100 % del proyecto.

De acuerdo con el analista Alejandro Godoy, experto en asuntos de Asia y Medio Oriente, no es descabellado que Xi Jinping abra la puerta a modificar el contrato y que flexibilice eventuales multas o indemnizaciones, a cambio de que desde Colombia se le dé cada vez más juego a empresas chinas en obras de infraestructura e inclusive, se asignen obras sin necesidad de una licitación.

No hay que pasar por alto que, además del metro, compañías del gigante asiático tienen inversiones en el Metro de la 80, en Medellín; el Regiotram de Occidente, en Cundinamarca; líneas de buses eléctricos en Bogotá y una licitación para proyectos de energía renovable.

“Sí sería posible. Sería un gana-gana entre el consorcio chino y el país. En el caso de los chinos sería un cambio estratégico, pues mayores costos, tiempos de obra y empleo de personal redundaría en beneficios económicos”, declaró Godoy.

Otra lectura menos optimista para los intereses del mandatario la ofreció Luis Diego Monsalve, embajador de Colombia en China durante el gobierno de Iván Duque. De acuerdo con el exdiplomático, es un error que sobre la mesa esté la posibilidad de modificar el trazado del metro, cuando deberían priorizarse asuntos como la cooperación internacional y el desarrollo de infraestructura.

No obstante, aseguró que una primera consideración que deberían tener en cuenta las partes es que el contrato fue firmado con Bogotá, con todo y que la Nación cofinancie el proyecto con el 70 % de recursos. En esa línea, advirtió que en China son conscientes de las limitaciones legales a la hora de hacer cambios y que el asunto se zanjaría tan olímpicamente.

“Quizá lo que podrían hacer desde el gobierno chino sería mandarle el mensaje a la empresa para que haga el análisis y se siente con las autoridades de Bogotá, pero de forma general. En China se cuidan mucho las formas”, manifestó Monsalve.

Con todo, este martes –al acudir a su tribuna favorita, la red social X (antes Twitter)–, el mandatario se refirió al metro elevado y, al ratificar entre líneas que se trata de un asunto de primer orden en su visita, reclamó que no hay estudios de ingeniería avanzada de un sistema elevado y que hubo un negocio detrás para paralizar la obra subterránea que dejó planteada en su mandato. “(En 2019) el Gobierno creía que si se hacia el metro subterráneo y poderoso para la ciudad me volvía presidente y por eso lo sabotearon haciendo perder a la ciudad y al país decenas de billones de pesos”.

Justo hace ocho días, a modo de amenaza, el mandatario ya había advertido que quien resulte elegido alcalde de la capital tendrá que examinar con el Gobierno el desarrollo del metro: “Quien decida el pueblo bogotano, que es el que tiene en sus manos los destinos de la ciudad, pues tendrá que examinar con nosotros el resultado de esta reunión en China”.

Un aliado estratégico

Según el propio Gobierno, la agenda en Pekín tiene entre sus objetivos suscribir un plan para el crecimiento de las relaciones bilaterales y acordar instrumentos de cooperación con la segunda economía del mundo. De allí la extrañeza por la ausencia de un jugador clave para concretar estas metas: nada menos que el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña.

Si bien desde su despacho le aseguraron a este diario que el ministro –uno de los viajeros frecuentes del presidente–, “está desarrollando una agenda ya confirmada con la Comisión Europea” y que la visita a China es acompañada por otros funcionarios del Ministerio, lo cierto es que su ausencia contrasta con la presencia de una incondicional del mandatario: Laura Sarabia, directora de Prosperidad Social (DPS).

No deja de llamar la atención que la exdirectora de la entidad, Cielo Rusinque, no acompañó a ninguna misión internacional al mandatario. Sin embargo, la nueva directora sí aparece en primera plana de la visita al lado del canciller Álvaro Leyva.

“Es una visita de Estado. Indudablemente tuvo que estar el ministro de Comercio como actor principal. Él tiene mayor potestad para entablar negociaciones y acuerdos de más alto nivel. Sin él las conversaciones serán más genéricas”, precisó el exembajador Monsalve.

Lo cierto es que de por medio hay intereses del más alto nivel. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning, destacó que “en los últimos años se ha observado un progreso fluido en el crecimiento de relaciones y cooperación fructífera”.

En este contexto emerge otro asunto de interés para el mandatario: la participación de Colombia en la ‘ruta de la seda’, una estrategia china de fortalecimiento de su comercio internacional. Aquí entrarían en juego inversiones en los puertos de Tumaco y Buenaventura, y la articulación férrea con la costa Atlántica. “Le hemos dado la espalda al Pacífico y reactivar el puerto de Buenaventura abriría un mercado con otros países del sudeste asiático”, señaló Alejandro Godoy.

La visita de Petro a China da cuenta de la importancia que ha asumido el gigante asiático en el escenario internacional, al punto de pisarle los talones al principal aliado del país: Estados Unidos. Según el profesor Óscar Palma, de la Facultad de Estudios Internacionales , Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, China es un actor clave para el país en términos geopolíticos, pero también de desarrollo financiero y, especialmente, de infraestructura.

“El gigante asiático viene compitiéndole a Estados Unidos y otras potencias occidentales desde hace una década, con énfasis en África y América Latina. Ahora, esto no debería lastimar la agenda bilateral con los americanos en tanto persista una relación fructífera entre Bogotá y Washington”, manifestó.

En ello coincidió el exembajador Monsalve, quien instó a que haya un manejo responsable y equilibrado con China para no deteriorar la relación comercial con Estados Unidos. “La búsqueda de puertas para vender productos es razonable. Eso sí, acceder al mercado chino se debe hacer de forma transparente, buscando que las inversiones estén sujetas a reglas. Ya hemos visto acuerdos ocultos de Estado a Estado o un sobrendeudamiento que no le conviene a Colombia”.

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