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¿Por qué la carta de Mancuso contra Luis Carlos Restrepo no pasaría el detector de mentiras?

El escándalo que armó el excabecilla paramilitar acusando al alto comisionado de paz de ordenar la muerte de Vicente Castaño no tiene mayor sustento. Lo contradicen detalles de la carta que Mancuso expone como prueba y testimonios de la época.

  • ¿Por qué la carta de Mancuso contra Luis Carlos Restrepo no pasaría el detector de mentiras?
22 de junio de 2024

El excomandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Salvatore Mancuso, alborotó la semana pasada el ambiente político lanzando una denuncia que, así como fue de fuerte, también fue difícil de creer para muchos: acusó al exalto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, de ser responsable “con el gobierno nacional” de asesinar en 2007 al paramilitar y narcotraficante Vicente Castaño, hermano de Carlos y Fidel Castaño.

“El señor Alto Comisionado, con el Gobierno Nacional, organizaron la muerte de Vicente Castaño y nos extraditaron a los demás. Esta es una situación terrible en donde hubo una conspiración desde el mismo Gobierno para asesinar a Vicente Castaño”, dijo Mancuso en la W.

Y luego fue más expresivo en entrevista con RTVC, el canal público cuyo director Holman Morris ha convertido en una suerte de herramienta política del Gobierno: “Quien estuvo detrás de esa muerte como instigador fue Luis Carlos Restrepo como representante del Gobierno”, dijo Mancuso.

El dicho de Mancuso causó gran impacto porque si bien el más reciente recuerdo que algunos tienen de Restrepo es el de un prófugo de la justicia, a otros no se les ocurre que el conocido ‘doctor ternura’ pudiera incurrir en un crimen como este. Restrepo, un psiquiatra, con formación como cirujano y maestría en Filosofía, no solo lideró la iniciativa del “Mandato ciudadano por La Paz” que movilizó a más de 10 millones de colombianos, sino que escribió un libro, El derecho a la ternura, sobre la educación y los afectos, que resultó ser bastante popular.

El entonces presidente Álvaro Uribe lo nombró como su alto comisionado para la paz, entre 2002 y 2009 para liderar y lidiar con lo que fue el proceso de desmovilización de los paramilitares que según los libros sacó a 35.000 hombres de esos ejércitos ilegales.

Restrepo también comenzó a desmovilizar a guerrilleros y llevaba unos 20.000 cuando terminó enredado en el presunto delito de prevaricato y tráfico de armas porque supuestamente la desmovilización del frente Cacica la Gaitana de las Farc (7 de marzo de 2006) era inflado: de 62 guerrilleros que dejaron las armas en ese lote solo algunos lo eran, los otros eran desempleados a los que les habían pagado 500.000 pesos para que se prestaran para la treta.

La Fiscalía le abrió investigación en 2012, pero Restrepo no se presentó a la audiencia de imputación de cargos y desapareció. En febrero de 2012 el exguerrillero alias Olivo Saldaña declaró que él era quien había engañado al entonces comisionado al inflar el número de desmovilizados. La Fiscalía General, diez años después, en 2022, pidió a la Interpol expedir circular roja para su captura internacional.

Pero una cosa es que Restrepo haya sido artífice de la desmovilización inflada del frente Cacica la Gaitana —o haya sido engañado, aún no lo sabemos— y otra muy distinta es que haya mandado a matar a Vicente Castaño, como ha dicho Mancuso ahora a los cuatro vientos.

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Cuando el periodista Lucas Pombo, de la W, le preguntó la semana pasada al exparamilitar cuál prueba tenía para decir esto —“las circunstancias de tiempo, modo y lugar”, le inquirió—, Mancuso, que recordemos llegó en febrero a Colombia nombrado como gestor de paz por Gustavo Petro, dijo que tenía una carta que le había entregado Gordo Pepe.

Gordo Pepe es el alias de Byron Jiménez Castañeda, conocido en ese grupo criminal como hombre de confianza de Vicente Castaño, era el que le llevaba las cuentas y luego se entregó a la DEA.

Mancuso cuenta, como ya lo han contado otros paramilitares, que a Gordo Pepe le secuestraron la familia para obligarlo a que los llevara donde estaba escondido Vicente Castaño en una finca cerca a la ciénaga de Ayapel.

“Allá entraron y cuando Vicente vio que venían otros carros le hizo unos tiros a quienes iban allí –contó Mancuso–, unos miembros de la Dijín, otros desmovilizados de las Autodefensas que estaban actuando por ese pedido del Gobierno Nacional que hace el comisionado Luis Carlos Restrepo y es cuando Vicente muere, dicen que él mismo se dio un tiro en un baño”.

Los relatos de desmovilizados coinciden en que Vicente se suicidó. En lo que sus versiones cambian es en el destino del cuerpo: unos dicen que lo introdujeron en una mezcladora de cemento y otros aseguran que lo descuartizaron y picaron; en ambos casos, los restos habrían sido arrojados a un río.

Ahora, la carta que según Mancuso es la prueba que tiene para sustentar su acusación, y que esta semana publicó El Tiempo, se convierte en elemento clave. Gordo Pepe en la carta a Mancuso escribió “esto es para que lo sepa Alexandra”, la viuda de Vicente Castaño.

Desde el primer párrafo dice que “en la muerte de él están involucrados Carepollo (fue el que se nos torció), él le comió bomba a Rogelio y a Don Berna para hacer la vuelta. El operativo lo hizo gente de Rogelio y policía”, es decir, señala como los culpables del asesinato de Vicente Castaño a tres de los mafiosos que en ese entonces manejaban el crimen en el Valle de Aburrá. Entre ellos, el alias Carepollo que menciona es más conocido como HH o Éver Velosa.

Esta carta, escrita luego de la muerte de Vicente en 2007, coincide de cierta manera con la versión que dio alias Don Mario en mayo de 2010 ante los jueces de Justicia y Paz. Don Mario, quien fue capturado en 2009 y está pagando 35 años de cárcel en Estados Unidos y tiene otra condena de 36 años esperándolo en Colombia, contó el origen de la bronca de alias Don Berna con Vicente Castaño que habría llevado a su muerte. Los líos entre estos dos comenzaron cuando el gobierno de Uribe, en agosto de 2006, trasladó a los paramilitares de un centro recreacional de La Ceja a la cárcel de Itagüí. A raíz de lo cual, Vicente Castaño renunció al proceso de paz, volvió a la clandestinidad y armó sus cuadros.

Decía alias Don Mario que los de La Ceja, ya presos en Itagüí, no entendían por qué Vicente los había metido en el proceso y se retiraba a mitad de camino.

Según Don Mario, lo que terminó de enojar a Don Berna fue que Castaño le entregó Medellín a HH, que era territorio de Berna y de Rogelio. “Por eso organizaron un complot para matar a Vicente (Castaño)”.

La cercanía de Vicente Castaño con HH era tal que cuando Vicente dio la orden de matar a su hermano Carlos Castaño (abril del 2004), en esa reunión estaba con H.H. Y tiene lógica que en la carta, Gordo Pepe —que era del bando de Vicente Castaño— diga que Carepollo, que es el mismo HH, fue el que se “torció”. Porque HH, como se narra en la carta, era el único de los “paras” que se reunía con Vicente, pero al final terminaron peleados.

***

Según Don Mario, la molestia de Don Berna era tal que con Rogelio ya habían planeado un primer atentado contra Vicente Castaño, cuando este se escondía en Copacabana, pero advertido por sus hombres logró escapar en un helicóptero (en la carta Gordo Pepe también menciona ese primer intento y menciona quienes lo querían matar: “Berna, Macaco, Julián, Daniel y el viejito Cuco y otros más”).

En lo que también coincide Don Mario con la carta de Gordo Pepe es que el segundo intento de atentado, en el que finalmente murió, lo hicieron con sicarios de la Oficina de Envigado y agentes del Gaula Medellín.

En la carta, Gordo Pepe se explaya en razones del combo de Don Berna para matar a Vicente. “Lo otro que le quiero contar Alexandra es que ellos decían que el señor tenía un arreglo con los gringos (la DEA) para él entregarse y que Alexandra era la intermediaria con Vergonzoly y la mujer para que el señor (Vicente Castaño) negociara. Y ellos saben cuando Ale entraba a Estados Unidos y con quién se reunía. Todo estos son historias inventadas por ellos para justificar la matada del señor”.

También dice en la carta: “Ellos decían que al señor no le perdonaban los de la cárcel porque él había sido el que los había llevado a esa negociación que todos ellos habían creído en él y que no era justo que él no estuviera con ellos en la cárcel”.

Y más adelante: “La matada del señor fue dirigida por Don Berna desde la cárcel y por Macaco. También decían ellos que el señor era un estorbo y que por eso fue que lo mataron, esto me lo dijeron a mí el mismo día de la muerte del señor. Que él era un sapo y que tenía un arreglo con la DEA y yo les dije que la única persona que había entrado a hablar con él era yo y que todas las cartas que él mandaba yo estaba autorizado para leerlas (menos las cartas familiares) y yo les dije que en esas cartas nunca yo había leído algo así. Ellos estaban buscando una razón para justificar la muerte del señor. Las únicas cartas que yo no leía eran las que él me mandaba a decir que eran privadas como las cartas entre él y Mancuso. También les dije eso. pero la rabia de estos señores era mucha contra el señor y se referían a él en forma muy grosera”.

En toda la carta predomina la lógica de un ajuste de cuentas interno de la mafia como razón de la muerte de Vicente Castaño y esta versión coincide con la de Don Mario. De las cinco páginas de la carta solo hay tres líneas que señalan al gobierno de entonces. Cuando menciona que los involucrados en la muerte eran Berna, Rogelio y Carepollo, termina el párrafo diciendo: “Y gente del Gobierno que no querían que al señor fueran a cogerlo vivo porque él sí sabía que el Gobierno había incumplido con el proceso de paz”.

El argumento de la carta de Gordo Pepe —que recoge Mancuso en sus declaraciones radiales— de que el Gobierno mandó a matar a Vicente Castaño que porque “él sí sabía que el gobierno había incumplido con el proceso de paz” se cae de su peso.

Tal vez esa versión se creció cuando otro criminal, alias Monoleche, habló en febrero de 2013: ‘“Fue él (el Alto Comisionado para la Paz) quien buscó a la gente para matar a Vicente Castaño, quien mata a Vicente Castaño es el Gobierno, señores magistrados”. Hasta ese momento nadie había dicho algo parecido. Es más, el mismo Monoleche había dicho antes en Justicia y Paz la misma versión de que habían sido Berna, Rogelio y HH los que lo habían matado.

Pero de repente cambió. ¿Tal vez creía que en medio de la aguda pelea de ese momento entre el entonces presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe esta nueva versión podría servirle más para sus intereses? Lo cierto es que Monoleche, en su nueva versión, dijo que el comisionado Luis Carlos Restrepo “deja que Danielito salga de La Ceja para ir a matar a Vicente”.

Cabe anotar que ni Gordo Pepe ni Don Mario mencionan a Danielito como uno de los autores, entre otras cosas porque a Danielito lo desaparecieron el 25 de noviembre de 2006, es decir, cuatro meses antes de la muerte de Vicente Castaño.

Quién lea la historia de Monoleche encontrará que no solo varias veces fiscales y magistrados de Justicia y Paz pidieron sacarlo del proceso porque daba versiones contradictorias y mentía, sino que fue capturado de nuevo el año pasado mientras estaba en un concierto en Bogotá como responsable de la muerte de la reclamante de tierras Yolanda Izquierdo. De hecho, siempre se ha dicho que Monoleche y Vicente Castaño se habían dedicado a poner tierras a nombre de ellos o de sus fachadas. Monoleche nunca dejó de delinquir y eso quedó claro en varias audiencias en las cuales además las víctimas se quejaban por su falta de compromiso y de verdad para con ellas.

Así entonces, los señalamientos de Mancuso al excomisionado Luis Carlos Restrepo no parecen tener un buen sustento. O al menos, los hechos hacen parecer más creíble la interpretación de que la muerte de Vicente Castaño se explicaría por una dinámica de asesinatos en ese entonces en las entrañas de la banda criminal conocida como La Oficina de Envigado, que dominaba a Medellín y en general a Antioquia y que había sido tomada por el bloque Cacique Nutibara, que comandaba Don Berna.

La vendetta en el corazón del hampa comenzó el 3 de julio del 2006 con el asesinato en una finca en San Jerónimo de Gustavo Upegui López, que según los informes de inteligencia era cercano a uno de los capos de La Oficina de Envigado y cercano a Don Berna. En su momento se dijo que Daniel Mejía, alias Danielito, habría ordenado el asesinato desde La Ceja, donde estaba concentrado, porque Upegui, aprovechando que no se recluyó, había ganado poder frente a los que estaban “detenidos”.

Este asesinato dio inicio a una vendetta que “dejó al menos 30 muertos en los últimos nueve meses”, dijo en ese entonces un investigador del caso.

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Uno de los muertos fue el propio Danielito, quien salió de la cárcel de Itagüí el 9 de noviembre de 2006, porque sobre él no pesaba ningún proceso judicial, y una semana después desapareció, cuando iba a una reunión con Rogelio, segundo al mando de La Oficina. En su momento las autoridades decían tener información de que había sido asesinado: “Mejía ordenó eliminar a Upegui sin consultar a sus jefes. Y ellos ordenaron su muerte”, dijo en ese entonces una fuente en medios. Exparamilitares han dicho en Justicia y Paz que a Danielito lo mataron, lo incineraron, junto con sus escoltas, en zona rural del sur del Valle de Aburrá por orden de Carlos Mario Aguilar Echeverri, alias Rogelio.

Y ojo a las siguientes fechas que son claves. El fin de semana del 10 y 11 de marzo de 2007 fueron capturadas 21 personas a las que se acusó de pertenecer a oficinas de sicarios de La Oficina de Envigado, algunos, dijo la Policía en ese entonces, habían hecho parte del asesinato de Upegui. Y curiosamente el sábado siguiente, 17 de marzo, fue cuando Berna y Rogelio participaron en el asesinato de Vicente Castaño. ¿De verdad creían que Vicente los estaba delatando? ¿La captura de los 21 desmovilizados podría haber sido parte de una operación de delación?

Volviendo entonces con la versión que dio Monoleche, en la que dice que Luis Carlos Restrepo, para ese entonces alto comisionado de paz, “busca a Daniel en La Ceja y lo saca para que vaya y mate a Vicente Castaño” no parece tener sustento. Entre otras cosas, porque como ya se explicó, para la fecha de la muerte de Vicente, marzo de 2007, ya a Danielito lo habían matado cuatro meses atrás.

Danielito además sale porque le parecía bueno cuando estaban en la Ceja, donde podían moverse a sus anchas, pero cuando en agosto de 2006 los pasaron para la cárcel de Itagüí, pidió que lo dejaran salir porque él no tenía requerimientos judiciales y ya no le pareció tan cómodo.

En ese agosto —mientras se daba la vendetta— el presidente Álvaro Uribe ordenó pasar a los cabecillas paramilitares que estaban en el centro social de La Ceja a la cárcel de máxima seguridad de Itagüí. En ese momento se dijo que el traslado se debía “a una de las crisis del proceso y ante las informaciones en las que se señalaba que los líderes de las autodefensas estaban en centros comerciales haciendo compras —como Salvatore Mancuso”.

En su momento Restrepo contestó a Monoleche: “El señor Daniel Mejía, Danielito, estuvo dos meses y medio en La Ceja y no fue posible que le apareciera una medida de aseguramiento a pesar de que todo el mundo dice que era el jefe de una estructura ‘para’. Finalmente, alegó, con razón, que no podíamos tenerlo retenido y salió libre”.

De otro lado, volviendo al tiempo presente, entonces la semana pasada Mancuso dijo en la W: “El comisionado (Luis Carlos Restrepo) y el Gobierno organizaron la muerte de Vicente Castaño para extraditarnos y evitar que dijéramos la verdad”. Pero cabe resaltar que ambos hechos señalados por Mancuso los separan más de un año: Vicente muere el 17 de marzo de 2007 y la extradición de los paras fue el 13 de mayo de 2008.

Y la verdad es que Mancuso habló hasta por los codos desde Estados Unidos. Participó en cerca de 10 audiencias con los fiscales de Justicia y Paz hasta 2009 cuando se cansó y dijo ya no más. Pero hasta ese momento nunca había hablado de la responsabilidad de Luis Carlos Restrepo en la muerte de Vicente Castaño.

Solo ahora. En febrero salió de la cárcel de Atlanta (Georgia) en la que pagaba una condena de 16 años de cárcel. Desde antes, julio del año pasado, el presidente Gustavo Petro lo había nombrado ya como gestor de paz.

Entre otras cosas, Mancuso vino para ser “gestor de paz” y apenas ahora está entregando bienes. Apenas el pasado 4 de marzo anunció que iba a entregar 100 inmuebles. La jueza de justicia y paz Luz Marina Zamora Buitrago remarcó que durante su proceso con Justicia y Paz, el exjefe paramilitar exigió garantías para poder entregar propiedades avaluadas en más de cinco millones de dólares.

En la entrevista que dio a la W, Mancuso apareció con su estilo de millonario de siempre, con una camiseta Lacoste.

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