La Organización de Estados Americanos (OEA) es, según la definió su primer secretario general, el expresidente colombiano Alberto Lleras Camargo, “lo que los Estados miembros quieren que sea”.
Por eso, la forma de este organismo ha cambiado paralelamente a los procesos políticos del continente. El mayor espacio para atestiguar esas transformaciones es la Asamblea General, el órgano supremo de este grupo en el que los cancilleres de los 35 países miembros definen las políticas y resoluciones.
Este espacio, establecido en 1971, es de carácter anual y está encargado también de la elección de los miembros de instituciones derivadas como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La Asamblea es la sucesora directa de las Conferencias Panamericanas, que iniciaron a finales del siglo XIX. Como explica Luis Fernando Vargas, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Eafit, “el carácter anual de las reuniones las ha convertido en una forma de evaluar la evolución de los procesos políticos de la región”.
En efecto, una lectura de los documentos generados durante las hasta ahora 48 asambleas, es también una mirada a la historia reciente de América Latina