Haber reconocido a los familiares que lo tenían secuestrado en el monte, fue la causa del atroz asesinato de un ganadero en el municipio antioqueño de Yarumal.
Así quedó comprobado en el desarrollo de una investigación de la Dirección Antisecuestro de la Policía, que terminó con la captura y encarcelamiento de cinco personas involucradas en el rapto de Jairo Pino Arroyave, de 47 años.
Según el relato del general Fabián Cárdenas, comandante de dicha unidad, esta historia comenzó el pasado 15 de septiembre, cuando el ganadero, residente en aquel municipio del Norte antioqueño, salió de su finca a solucionar un problema de acueducto en inmediaciones de su propiedad, ubicada en la vereda El Hormiguero del corregimiento Cedeño.
Abordó un vehículo en compañía de un trabajador, pero fueron interceptados en el trayecto por dos hombres armados, quienes los hicieron bajar y les ataron las extremidades. Luego les suministraron un bebedizo, que sometió su voluntad. Jairo fue internado en el bosque, mientras que su acompañante fue abandonado en un paraje rural, en estado de inconsciencia.
Horas más tarde la familia del ganadero recibió la llamada de un hombre apodado “Pedrucho”, quien les confirmó el secuestro y exigió $2.000 millones por su liberación. Los seres queridos, aterrados por la situación, empezaron a buscar el dinero, aunque también notificaron lo sucedido al Gaula de la Policía.
Cuatro días más tarde, los criminales enviaron una prueba de supervivencia. En el video aparecía Jairo demacrado, maniatado y sentado frente a un cambuche entre la maraña. “Hola familia. Hoy es domingo 19 (de septiembre), esta gente que me tiene retenido está dispuesta a largarme, por favor traten de solucionar eso ligero, ellos me van a respetar la vida, tengo una mano jodida, ojalá arreglen eso rápido, los quiero mucho”, pronunció la víctima, mientras uno de los delincuentes le susurraba lo que tenía que decir.
Los investigadores del Gaula comenzaron a monitorear las llamadas, logrando interceptar las comunicaciones de los sospechosos. En una de las conversaciones, un secuestrador se quejaba con uno de los compinches, porque la familia del ganadero solo había podido reunir $70 millones, entre préstamos y la venta de un carro. “Muy poquito, están rebuscando unas monedas por otro lado, pero no se lo vamos a dejar tan barato”, aseveró.