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Puerto Berrío entregará sus muertos adoptados

Por años, este municipio acogió cuerpos ajenos, que ahora están en proceso de retorno a sus familias. Historia.

  • Al menos 104 cuerpos en el Cementerio La Dolorosa corresponderían a personas dadas por desaparecidas durante el conflicto. FOTO Julio César Herrera
    Al menos 104 cuerpos en el Cementerio La Dolorosa corresponderían a personas dadas por desaparecidas durante el conflicto. FOTO Julio César Herrera
30 de marzo de 2021
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El río Magdalena ha sido un testigo involuntario del conflicto armado en Colombia. Por sus aguas han corrido centenares de cuerpos que, con el tiempo, se convirtieron en parte de un ritual llamativo en Puerto Berrío (Antioquia), cuyos habitantes decidieron apersonarse de esos no identificados y darles cristiana sepultura, conforme a sus creencias.

Después de haber pasado años ofrendando flores y eucaristías a esos difuntos, muchos de los adoptantes, como se hacen llamar, recibieron con sorpresa las medidas cautelares proferidas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que les impedía trasladar los restos de las bóvedas hacia un osario en el cementerio La Dolorosa, en donde reposan esos inhumados.

De acuerdo con la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), las cifras entregadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica indican que en el Magdalena Medio (región que conforman territorios de Antioquia, Cundinamarca, Boyacá y Tolima) se registraron 7.360 desapariciones en el marco del conflicto armado, comprendido entre 1958 y 2016.

En esta linea, según la entidad, en Puerto Berrío se registran 851 desapariciones, siendo entre finales de los 8o y principios de los 90 del siglo pasado, uno de los municipios más impactado por la violencia, debido a la confrontación entre paramilitares y guerrilla.

Culto interrumpido

“Le prometí sacarlo a osario y después de tantos años de haberlo acompañado, el sepulturero me dijo que había medidas cautelares y no se podían sacar los restos”, contó Dalgy Elena Delgado, adoptante de un cuerpo y representante legal de la Organización de Víctimas del Magdalena Medio (Asovimag).

“Un 27 de abril del 2008 –narró– el párroco antes de terminar la eucaristía se refirió a uno de los restos que hacía poco habían enterrado. Algo se me grabó en la mente, algo me decía que tenía que bajar al panteón y de inmediato lo hice”.

Se trasladó desde la capilla del campo santo, ubicada en la parte alta, hasta el área de sepulturas. Allí se encontró con una bóveda sin epitafio y experimentó un momento, tal como lo rememoró, maravilloso. “Ese cadáver estaba esperándome, todo fue tan íntimo que se me presentó: me llamo Miguel Andrés Duque, ese fue el nombre que se me cruzó por la mente cuando lo vi”, relató.

Aunque no puede trasladarlo al osario, como le prometió, dijo que todavía lo acompaña y ve “muy favorables” las acciones humanitarias que la UBPD emprende en Puerto Berrío. De hecho, comentó que ella misma le entregó a la entidad un documento (con un análisis de 600 muestras) realizado por Medicina Legal a los inhumados N. N. en La Dolorosa.

Ella espera que Miguel pueda reencontrarse con su familia y conocer el contexto de ese ser que acogió a manera de duelo por dos de sus seres queridos también víctimas del conflicto y de quienes no hay rastro.

Por su parte, Luz Miryam Atehortúa, de la organización Fenix, resaltó que hay alegría entre los habitantes ante esta posibilidad de reunir a los no identificados con sus parientes.

“Le estamos diciendo a la Unidad de Búsqueda que esto no se quede en un cuento de hadas, sino que las cosas se den”, enfatizó la lideresa y agregó que se está trabajando de la mano con la UBPD para ayudarle con el proceso de identificación.

Intervención de la UBPD

Hasta ahora, la entidad ha realizado 250 diálogos de orientación con los habitantes del municipio al comprender sus prácticas alrededor de los cuerpos N. N.

De acuerdo con la Unidad, en La Dolorosa se protegieron 416 restos de los que 104 podrían corresponder a personas dadas por desaparecidas

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