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La manada de los perros de la Cruz Roja Antioquia que llevan consuelo en catástrofes

Desde su fundación en la Cruz Roja, el programa Kiah utiliza la compañía de perros para hacer contención emocional en hospitales y comunidades afectadas por catástrofes. Apoyaron atención en emergencia en Venecia y visitan las UCI locales.

  • Las voluntarias Natalia y Ligia, con uniforme azul, iniciaron el programa Kiah en 2022, acompañadas por los caninos Mahía, Milo y el nuevo integrante, Tomás. FOTO Manuel Saldarriaga
    Las voluntarias Natalia y Ligia, con uniforme azul, iniciaron el programa Kiah en 2022, acompañadas por los caninos Mahía, Milo y el nuevo integrante, Tomás. FOTO Manuel Saldarriaga
  • La manada de los perros de la Cruz Roja Antioquia que llevan consuelo en catástrofes
28 de noviembre de 2024
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En la UCI del Hospital General, Saray, una niña de 12 años que llevaba semanas hospitalizada, vivió algo diferente el día que Mahía la visitó. La perra, grande y cariñosa, se sentó junto a su cama. La menor, que solo había mostrado cansancio durante días, extendió su mano fría para acariciarla. “Eres muy valiente”, le susurró, como si hablara tanto con Mahía como consigo misma. Natalia, la voluntaria de la Cruz Roja y tutora del animal, se quedó de pie junto a la cama, sonriendo al ver cómo la perra devolvía fuerzas a Saray en esos minutos de bienestar.

Ese momento refleja la esencia del programa Kiah de la Cruz Roja Antioquia. Desde hace dos años, un equipo compuesto por ocho voluntarios y perros ha recorrido hospitales, barrios y comunidades afectadas por emergencias, brindando apoyo emocional a quienes más lo necesitan. Lo que puede parecer una interacción casual, en realidad, es un ejercicio de sanación que se extiende mucho más allá de la simple presencia de los animales.

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El nombre del programa, Kiah, hace referencia a las “Intervenciones Caninas Asistidas en el Ámbito Humanitario”, y nació cuando un grupo de voluntarios de la Cruz Roja, que antes trabajaban con perros de búsqueda y rescate, decidió darle un giro a su labor. Ligia y Natalia, junto con otros compañeros, soñaron con un proyecto en el que los perros no solo encontraran personas en desastres naturales, sino que también ofrecieran compañía emocional a quienes atravesaban momentos difíciles.

Kiah comenzó su trabajo en el Hospital General durante la Semana de la Humanización, donde los pacientes y el personal de salud se beneficiaron del contacto con los perros. “Los pacientes se alegraron mucho; algunos llevaban semanas hospitalizados y esta actividad rompió su rutina. Incluso el personal médico, agotado por la pandemia, encontró alivio emocional al acariciar a los perros”, cuenta Ligia, voluntaria y tutora canina.

A través de la interacción con los animales, se observa una mejora en la frecuencia cardíaca y la presión arterial. La compañía de los perros disminuye los niveles de estrés y ansiedad, favoreciendo una pronta recuperación.

La manada de los perros de la Cruz Roja Antioquia que llevan consuelo en catástrofes

Entrenamiento y preparación

Los voluntarios y los perros pasan por procesos de entrenamiento de hasta 7 meses, además de un acompañamiento diario para estar listos ante cualquier situación. “Recibir un abrazo de un niño, soportar una sobada brusca de una persona mayor, o aguantar los ruidos de los hospitales sin ladrar ni reaccionar agresivamente es parte del entrenamiento”, explica Natalia.

El equipo está compuesto por voluntarios de diversas áreas, como ingenieros, psicólogos, enfermeros y administradores. Todos están certificados como técnicos en intervenciones asistidas con animales, una formación que requiere meses de preparación. “Nosotros no vivimos de esto, somos voluntarios y tenemos trabajos aparte, pero lo hacemos porque creemos en el impacto que tiene en las comunidades”, añade Natalia.

Lidia, una de las líderes del proyecto, recuerda una actividad con niños que enfrentaban situaciones de maltrato intrafamiliar o vulnerabilidad en sus hogares. Durante una dinámica, los niños se dirigían a los perros con frases como “Eres valiente” o “Te amo”.

La psicóloga que acompañaba el grupo explicó que, en realidad, esos niños estaban expresando lo que ellos mismos necesitaban escuchar.

El equipo de Kiah también realiza juegos de roles y ejercicios en comunidades para abordar temas como el miedo y el acompañamiento en situaciones de catástrofes. En Venecia, tras la avalancha del 25 de junio, que dejó a 200 personas damnificadas, una mujer que temía a los perros se animó a acercarse a uno de los caninos de Kiah. Al acariciarlo, le dijo a las voluntarias que esto la recobró de fuerzas ante lo que sucedía, pues “si podía enfrentar su miedo a los perros, también podría superar este desafío”.

Kiah radica en lo humano desde lo perruno. Es el abrazo de una niña, el alivio en los ojos de una madre, la sonrisa tímida de alguien que enfrenta un miedo.

En el hospital, Saray despide a Mahía con un abrazo firme y una promesa en sus ojos: salir adelante. Mahía, con la calma que la caracteriza, se deja acariciar una última vez antes de regresar con su equipo. Y sin decir una palabra, estos caninos demuestran que el amor viene, a veces, en cuatro patas y con una correa roja.

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