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No paran las invasiones en Medellín: el morro de Moravia, el Pan de Azúcar y ahora la vía al Mar

Con la venia de los combos ilegales se está loteando y construyendo con material. Control es insuficiente.

  • No paran las invasiones en Medellín: el morro de Moravia, el Pan de Azúcar y ahora la vía al Mar
  • No paran las invasiones en Medellín: el morro de Moravia, el Pan de Azúcar y ahora la vía al Mar
  • Las casas han sido levantadas junto a la quebrada y al borde de la vía, lo que genera un riesgo muy alto. La Alcaldía ha identificado 644 construcciones irregulares en la zona. FOTOS esneyder gutiérrez
    Las casas han sido levantadas junto a la quebrada y al borde de la vía, lo que genera un riesgo muy alto. La Alcaldía ha identificado 644 construcciones irregulares en la zona. FOTOS
    esneyder gutiérrez

Junto a la vía que va al Túnel de Occidente hay una pila de ladrillos. Es el símbolo de lo que pasa: cientos de casas de madera, zinc, latas y material han sido levantadas al lado de la carretera. Sucede al frente de todos, a luz del día. Cada tanto, unos hombres cargan carretas con los ladrillos y, con esfuerzo, los llevan loma abajo, hacia las riberas de La Iguaná. Eso explica por qué han proliferado de tal manera las casas nuevas en la zona. Es una ocupación irregular, sin control, que esconde cientos de dramas humanos.

Este fenómeno no es nuevo en Medellín. De hecho, muchos de los barrios de la periferia, y hasta algunos de las centralidades, nacieron como invasiones, principalmente propiciados por desplazados de las violencias del siglo XX. Así se construyó, por ejemplo, el barrio La Iguaná, que está junto a la quebrada que lleva el mismo nombre. En 1945 llegaron los primeros pobladores a tumbar el rastrojo de esa zona que está entre el río y el cerro El Volador. Hoy es un vecindario conocido, aunque con muchos problemas sociales.

Pues bien, 77 años después de la fundación de La Iguaná, la historia se repite unos kilómetros más arriba, también al borde de la quebrada. Yasmín Villa llegó a Medellín, desplazada desde Amalfi, en 2018. Se ubicó en el barrio El Pinal, en la comuna nororiental, pero se quedó sin plata para el arriendo. Entonces, tratando de ayudarle, alguien le dijo que junto a la vía al Mar, en el sector Olaya Herrera, estaban invadiendo tierras. Sin más opción, llegó a levantar una casa de madera, donde vive hoy.

La de Yasmín es una de las 370 construcciones irregulares que hasta el año pasado contabilizó la Alcaldía en el sector Olaya Herrera. Hoy pueden ser muchas más. Los ladrillos que están junto a la vía están dando cara a casas nuevas, mejor construidas, pero que siguen siendo irregulares.

La institucionalidad se ha visto desbordada para atender lo que está pasando. Junto a la vía, por ejemplo, levantaron una barbería de tablas, en pleno espacio público, donde los clientes esperan su turno. Y hay trucos para no llamar la atención de las autoridades. Algunos han construido fachadas de madera, que desde afuera se ven frágiles, mientras en el interior construyen muros firmes de concreto y ladrillos. Una vez terminan, retiran la fachada falsa y aparece la casa nueva, en material, que es mucho más difícil de derribar.

Escucha el podcast aquí:

Casi inerme, la institucionalidad ha visto el crecimiento del barrio. El año pasado, frente a un cuestionario de este medio que fue respondido en Twitter por el entonces secretario de Gestión Territorial, Carlos Mario Montoya, la Alcaldía dijo que tenía 200 personas trabajando en la ciudad para evitar las construcciones irregulares que entonces sumaban 350 en ese sector. Junto a la vía, sin embargo, dicen que poco los ven. “Vienen y toman fotos, nada más”, comenta Ómar Bedoya, un líder del sector.

La situación de Ómar es un retrato de los dramas que se esconden bajo las fachadas de madera y muros sin revocar. Es desplazado, como la mayoría que habita el barrio. En 1994 fue elegido concejal de Mutatá, por la Unión Patriótica, de donde tuvo que huir por amenazas a su vida. Llegó a Medellín y desde entonces ha errado por varios barrios, siendo este el último. Hoy tiene una chatarrería, con la que se gana la vida, y una casa al borde de la quebrada, en riesgo de que se la lleve una creciente.

La población asentada de manera irregular es altamente vulnerable. Según cifras de la Alcaldía compartidas el año pasado, allí había 664 personas desplazadas y 135 migrantes, además de 54 personas con discapacidad. Como Yasmín y Ómar, muchos son revictimizados al llegar al sector. Grupos delincuenciales lotean los terrenos y les ponen precio “según el marrano”. En el sector se cuenta la historia de una mujer desplazada de Zaragoza a la que le pidieron $2 millones por un lote. Como no tuvo cómo pagar, los ilegales se lo dejaron en $600.000, con la condición de que no lo podía vender. Otra persona, por ejemplo, que tiene un lote en posesión en la zona, tuvo que pagar cinco millones de pesos para que no se lo lotearan.

Responde la Alcaldía

Volvimos a consultar a la Alcaldía de Medellín sobre las construcciones irregulares que proliferan junto a la vía. De manera escrita, la administración actualizó que en la zona se han reportado 644 construcciones irregulares.

Con drones, además de los 200 funcionarios, están identificando estas estructuras y derribándolas en las 48 horas posteriores a su construcción, como lo ordena la ley. Según la Alcaldía, en la ciudad han desmantelado 847 de estas construcciones entre 2020 y 2022, lo que equivalió a recuperar 16.798 metros cuadrados de espacio público.

No se sabe, en cambio, cuánto espacio pierde la ciudad con cada casa nueva que aparece, que a la vez es el reflejo de un drama particular.

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