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Aunque la vida del Valle de Aburrá ha transcurrido alrededor del río Medellín, y la ciudad metropolitana ha crecido en su ribera, pocos parecen asumir la responsabilidad sobre él. Son 100 kilómetros los que recorre desde el alto de San Miguel, en Caldas, hasta Puente Gabino, donde confluye con el río Grande y se convierte en el Porce. El paso de sus aguas, con paciencia, ha socavado las vías del metro, provocando daños millonarios. Hoy hay varios puntos con algún grado de riesgo. Y la temporada de lluvias va para largo.
Según el Ideam, en la región Andina, donde está Antioquia, las lluvias se extenderán hasta junio. El Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo —Dagrd— ha declarado la alerta naranja sobre la cuenca del río Medellín en esta temporada. Eso no quiere decir que hay unos puntos específicos de riesgo, sino que la alerta es “general y constante”.
Pues bien, ¿qué tiene que ver esto con el Metro de Medellín? Mucho. El gerente de esa empresa, Tomás Elejalde, en reciente entrevista a este diario, hizo un llamado de alerta, con carácter de urgencia, para que se tomen medidas que eviten lo que podría terminar en un colapso temporal del sistema masivo.
Como es natural, con el aumento de las lluvias, en especial en el sur del Valle de Aburrá, el caudal del río se incrementa y por eso es que se ha decretado la alerta naranja. Lo que puede ocurrir es que las aguas del río, con mayor fuerza ahora, vayan socavando la vía del tren o las placas de concreto que canalizan al río, como sucedió el año pasado cerca a la estación Acevedo.
“Estamos solos”
En la entrevista con EL COLOMBIANO, Elejalde hizo un llamado de atención importante. Contó que la empresa, pese a los convenios existentes, es la que está lidiando sola con los problemas al margen del río. “Somos los únicos que, sin recursos, estamos atendiendo el río y mire el hueco que tenemos”, dijo el gerente. Con “el hueco” no hizo referencia a las posibles oquedades que el agua podría causar, sino a las pérdidas económicas que, a causa de la pandemia, ha sufrido la empresa en estos últimos dos años (ver recuadro).
El asunto es más complejo de lo que parece. Si bien la vía férrea es responsabilidad de la empresa de transporte, hay daños que se presentan en terrenos adyacentes y que caen en la órbita de los municipios. Un tramo de la Regional, en Sabaneta, es jurisdicción de la Nación. La Gobernación también tiene velas en el entierro. El alcantarillado, por su parte, lo gestiona EPM. En cuanto a la parte ambiental, los responsables son las entidades territoriales Corantioquia y el Área Metropolitana. Ese enredijo de entidades hace complejo entender quién tiene la responsabilidad sobre qué.
En este momento, el Metro trabaja en dos puntos particularmente críticos. El primero es en la estación Acevedo. El otro es en Industriales. En esos dos lugares el agua ha socavado y hecho daños importantes, por lo que su atención debe ser inmediata. En ese sentido, Elejalde hizo un llamado a hacer esfuerzos que prevengan una calamidad: “Hay problemas que no están en la margen del metro y no los podemos atender, pero rebotan entre ambas márgenes y pueden afectar al metro. Se debe hacer un frente común”.
El pacto de 2014
El pedido de Elejalde no se hace en tierra infértil. El año 2014 es uno de los más difíciles por los que haya atravesado la empresa Metro. El 12 de enero de 2014, por las abundantes precipitaciones, se generó el desprendimiento del muro lateral de la margen izquierda del canal del río a la altura 5+733, lo que comprometió la línea férrea.
Personal del Área Metropolitana calificó la situación como supercrítica, motivo por el cual declaró la urgencia manifiesta, suspendió la operación del metro entre Ayurá y La Estrella, y determinó que se debía adelantar la construcción de un muro lateral con cimentación profunda.
Tuvieron que hacerse una serie de obras civiles para mitigar el riesgo, sin embargo, el 13 de marzo se presentó un nuevo evento sobre la misma margen, en el kilómetro 5-780, en el muro lateral que hace parte del canal artificial y de nuevo se suspendió de forma parcial la operación del metro.
Para entonces se contrató un estudio con la Universidad Nacional con el fin de identificar los puntos más críticos, y se hallaron 84.
A raíz de la doble emergencia de 2014, hubo acuerdo en que se requería constituir una mesa común para preservar la estabilidad del afluente. El 19 de junio de 2015 se suscribió el convenio Nuestro Río, entre la Alcaldía de Medellín, el Amva, el Metro, Corantioquia y Cornare. El objetivo del pacto era el de aunar esfuerzos para la planeación y ejecución de obras de intervención del río.
El 29 de diciembre de 2015 se adhirieron Barbosa, Copacabana, Girardota, Bello, La Estrella, Itagüí, Caldas, Envigado y Sabaneta; y el 13 de abril de 2016 se vinculó la Gobernación. Desde ese último año la presidencia está en cabeza del Área Metropolitana.
En años anteriores se han invertido recursos importantes. En 2017, por ejemplo, el Área aportó $17.588 millones para obras de mitigación.
Aunque la mayoría de los puntos ya fueron intervenidos, los dos mencionados (Industriales-Acevedo) merecen especial atención. Que no vaya a ser que el río le dé otro susto a la ciudad