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Las heridas abiertas de las calles de los barrios populares de Medellín

Recorrido por las calles de los barrios populares. Contamos sus historias y los problemas de movilidad.

  • Vía en mal estado en el barrio Santo Domingo Savio. Vecinos dicen que, cuando llueve fuerte, el lodo anega el lugar y se hace intransitable. FOTO camilo suárez
    Vía en mal estado en el barrio Santo Domingo Savio. Vecinos dicen que, cuando llueve fuerte, el lodo anega el lugar y se hace intransitable. FOTO camilo suárez
  • Esta es la calle que sube al barrio San José La Cima y que recientemente fue pavimentada. Los buses habían dejado de transitar por ella, pues estaba en tan mal estado que ningún carro lograba subir. FOTO camilo suárez
    Esta es la calle que sube al barrio San José La Cima y que recientemente fue pavimentada. Los buses habían dejado de transitar por ella, pues estaba en tan mal estado que ningún carro lograba subir. FOTO camilo suárez
10 de mayo de 2021
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A Luz Dary Vásquez le dio un infarto en febrero. Estaba en su casa, en San José La Cima, sobre lo más alto de la comuna Nororiental. Solo recuerda el comienzo de un dolor intenso, súbito. Después, todo oscuridad. Los que sí recuerdan lo sucedido son quienes la asistieron. Como la cuadra de su casa estaba despavimentada, llena de huecos, ningún carro pudo subir a socorrerla. Entonces, como pudieron, la envolvieron en unas sábanas y, dando tumbos, la bajaron para llevarla a un hospital.

Hoy está restablecida. Sobre el andén del barrio, esperando a que pase una carretilla para comprar un banano, Luz Dary recuerda que la calle estuvo despavimentada tres años. Los buses dejaron de subir por allí y, cuando llovía, se convertía en un lodazal intransitable: “Mucha gente se cayó, se raspó o se dobló los tobillos. Era una cosa horrible. Para ir a trabajar, muchos tenían que ponerse unos zapatos y cambiarse cuando salían a la parte pavimentada”.

El pasado 21 de abril, la secretaria de Infraestructura de Medellín, Natalia Urrego, dio la noticia que Luz Dary y sus vecinos estaban esperando: la pavimentación de la vía, anhelada durante tres largos años, por fin se terminó.

Jesús Molina, dueño de una tienda en el sector, dice que los buses tenían que tomar desvíos, pues era imposible subir a La Cima. En sus palabras, y las de los contertulios que lo escuchan e intervienen en la conversación, se entrevé una desesperanza, una pérdida de fe en el Estado. “La plata se la roban. Mire cómo están las vías”, dice uno. Jesús, más sereno y ecuánime, se queja de que las calles de Manrique en su parte alta estén deterioradas. “El arreglo para subir a La Cima se demoró mucho. Yo me pregunto si eso hubiera ocurrido en El Poblado o Laureles. La inversión por acá, que somos pobres, es poca”, se lamenta, mientras los demás asienten.

Un recorrido

El caso de la subida a La Cima, aunque ejemplificante, es una excusa para hablar de las vías periféricas de Medellín, es decir, las que conectan los barrios altos de las laderas. Un equipo de EL COLOMBIANO hizo un recorrido por toda la comuna Nororiental para ver el estado de las calles.

Las vías de los barrios populares de Medellín son laberínticas y de mil recovecos. En general, están en buen estado, pese a la estrechez y la falta de andenes en algunos tramos. En Aranjuez, por ejemplo, encontramos una cuadra que, según los vecinos, lleva ocho años con baches y desniveles. En una parte, incluso, la calzada se hunde por el paso de un desagüe y el tránsito de los carros se hace dificultoso. “El problema es que por acá comenzaron a pasar los buses de El Popular hace unos años. Con tanto peso, la calle se fue dañando hasta tenerla como está hoy. Nosotros le hemos echado mezcla, cemento, pero eso vuelve a abrirse cada rato”, dice Carlos Londoño, habitante del sector.

La vía mencionada es la carrera 46A. Algo similar sucede al otro lado del valle, en Robledo Bello Horizonte. Allí, Mario Muñoz, sobre la 78A, recuerda que cuando tenía ocho años (ahora tiene 42) se construyó la carrera. Él mismo, dice, ayudó en su construcción: “La Alcaldía nos dio los materiales y nosotros mismos, los habitantes del barrio, la construimos. Esto eran puras fincas por acá, puro monte y, pese a que fue hace tantos años, no ha recibido mantenimiento”.

El vecino añade que hace poco se hizo un reparcheo en algunas calles aledañas que también estaban en mal estado. Por eso se animó a pedir que la suya fuera pavimentada o al menos parchada. “Me dijeron que tenía que hacer una solicitud ante la Secretaría de Infraestructura y eso vamos a hacer a ver si nos arreglan esto”, comenta.

Pero el caso de mayor deterioro encontrado en el recorrido fue en Santo Domingo Savio, parte alta, por donde se toma la vieja vía a Guarne. Allí, Indalecio Valencia, que vende ropa de segunda y atraviesa el valle todos los días, viniendo desde el barrio Castilla, lamenta el estado de la vía. La calle, efectivamente, está despavimentada. Con la lluvia, los huecos se llenan de agua que los buses revuelcan. “A veces echan un poco de material, pero, en general, la vía está en muy mal estado. Cuando llueve, se suelta todo ese material y baja un pantanero. Con decir que eso se convierte como un arroyo de Barranquilla”, dice el vendedor.

José Castrillón, que vende galletas, dulces y confites en la zona, adhiera a lo mencionado por Indalecio: “Se viene toda la gravilla y eso forma unos tacos tremendos. Como está despavimentada, tienen que andar muy despacio para no meterse a los huecos. El taco es tremendo. Además, el agua y la arena se acumulan en un recodo que tiene la vía y eso se obstaculiza”.

Lo que se está haciendo Después del recorrido por los barrios, consultamos a la Secretaría de Infraestructura Física de Medellín (SIF) sobre el estado en general de esas calles, cómo se les hace mantenimiento y cómo se decide intervenirlas. Desde allí explicaron, por medio de una respuesta escrita, que las vías secundarias, es decir, las que conectan a los barrios, son intervenidas según las solicitudes que se hacen o a través de una interventoría.

La comunidad puede hacer la solicitud comunicándose con las líneas telefónicas de la Alcaldía. Una vez hecho eso, se hace una evaluación y se toma la decisión de intervenir o no. “El criterio para seleccionar dichas vías es el desgaste, la irregularidad, las fallas tipo piel de cocodrilo (rugosidad) y la intervención por la extensión de las redes de servicio que hacen que el tránsito por ellas no sea confortable y pueda generar accidentalidad”, reza la respuesta de la SIF.

La secretaría añadió una lista de calles que han sido intervenidas por solicitud de la comunidad o producto de la interventoría. Entre ellas hay 14 en la comuna Robledo y otras más como el acceso al barrio Calasania. En estos trabajos se han invertido $1.750 millones y se han recuperado 15.000 metros cuadrados. Este año se invertirán $98.422 millones en recuperación de vías, del total de $394.000 millones contemplados para el cuatrienio.

Problema de fondo

Medellín pasó de ser una villa provinciana, a comienzos del siglo XX, a una ciudad vertiginosa, bullente, que recibió varias olas migratorias a lo largo de la centuria. La primera de ellas, según una investigación de la licenciada en Ciencias Sociales, Cristina Buitrago, puede situarse en los albores del siglo XX. Con el estallido de la Guerra de los Mil Días, y la pauperización del campo, llegaron miles de campesinos a la ciudad.

Pero la segunda ola, entre las décadas del 50 y del 60, fue la más fuerte. El campo del país, después del 9 de abril de 1948, había terminado de convertirse en un polvorín. Según los cálculos de la época, en esas décadas llegaron cerca de 2 millones de campesinos a las ciudades. Y Medellín no fue la excepción.

Al ser un valle tan estrecho, y estar su parte plana parcialmente urbanizada, los nuevos inquilinos se asentaron en las laderas. Levantaron sus casas como pudieron, cada cual haciendo uso del suelo según sus capacidades. El Estado llegó más tarde y, con la falta de planeación, se construyó la red vial. Estrecha, llena de recovecos, se acomodó a las casas que a pulso habían sido levantadas.

Gustavo Cabrera, profesor de la facultad de salud pública de la Universidad de Antioquia, lleva 15 años estudiando la movilidad de Medellín. Menciona que lo primero que hay que tener en cuenta es que no hubo planificación en las laderas. “Eso es muy difícil de corregir. Las vías son serpientes y no se pueden ampliar por la falta de espacio”.

Y añade: “La calidad asfáltica tampoco es buena, los andenes son desnivelados. Todo eso tiene un impacto dramático en la calidad de vida de las personas que habitan esos barrios. Con los últimos gobiernos se ha visto un esfuerzo por mejorar la calidad de la pavimentación y la mejora de andenes. Pero el fenómeno es parte del subdesarrollo y de la injusticia social”.

Según el Informe de Calidad de Vida de Medellín Cómo vamos (2016-2019), la satisfacción por la malla vial varía según la zona de la ciudad. En El Poblado (zona suroriental), el 72 % de los encuestados dijo sentirse a gusto con ella; en cambio, en la zona nororiental, donde están los barrios más populosos, esa satisfacción era del 66 %.

El profesor Cabrera agrega que, por ejemplo, la amplitud de vías de El Poblado, que también es en ladera, es muy superior a la de la comuna Nororiental.

“No hay manera de hacer comparaciones con lugares que tuvieron una planificación, como la comuna 10 o la 11. Ante la falta de andenes en los barrios populares, la gente se ve obligada a caminar por la calzada.”, dice el académico. En cuanto a posibles soluciones, expresa que los cables son la mejor apuesta, cosa que ha hecho también La Paz, en Bolivia. “Ese es un transporte eficiente. Es la mejor salida y debe seguirse fomentando en Medellín”, concluye Cabrera.

Por su parte, Alfredo Manrique, asesor senior de políticas públicas de ONU Hábitat para los países andinos, comenta que el problema de movilidad en las periferias no es exclusivo de Medellín, sino que es recurrente en América Latina. Ciudades como Lima o Río de Janeiro sufren los mismos males que Medellín en sus laderas: “La topografía de Medellín dificulta las acciones que hay que desarrollar, pero sería importante apostarle a los cables y cerrar vías para hacer espacios caminables. En general, la calidad de vida, la seguridad y el medio ambiente se ven afectados por esta problemática”.

Esa calidad de vida de la que habla el experto toma rostro cuando Luz Dary cuenta que sus familiares tuvieron que envolverla en sábanas para socorrerla. Ella es la cara de esa ciudad que se pobló como pudo, haciendo frente a las adversidades, y hoy sufre las consecuencias

15.000
metros de vía se han rehabilitado este año: Secretaría de Infraestructura.
$98.422
millones se invertirán este año en las vías. Para el cuatrienio serán $394.000 millones
El empleo que busca está a un clic

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