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La exsecretaria de Infraestructura de Medellín en el gobierno de Federico Gutiérrez, Paula Palacio Salazar, se sumó a la voces que cuestionan la forma en que la actual administración está presentando los indicadores de cumplimiento de su plan de desarrollo, al considerar que se falta a la verdad. También habló sobre el deterioro del espacio público y lo atribuyó a la falta de conocimiento y visión que se tiene de la ciudad porque recursos sí hay.
Hace poco la Cámara Colombiana de Infraestructura cuestionó la baja ejecución de infraestructura en la ciudad, ¿qué opina de que esta administración sume a sus metas lo que ustedes ejecutaron?
“Sea lo primero decir que una ciudad no se construye en cuatro años. Medellín es ejemplo en temas de infraestructura, movilidad y espacio público, es un referente internacional, una ciudad que hace muchas cosas con pocos recursos. ¿Por qué hago esta anotación? Porque la administración 2016-2019 tomó muchas de las cosas que se venían haciendo bien y que ya contaban con diseños y financiación, como el cable Picacho o la Ciudadela de Occidente, obras que venían desde la administración de Aníbal Gaviria y lo que hizo el Plan de Desarrollo 2016-2019 fue acogerlas y finalizarlas. Así se ha ido construyendo esta ciudad. Entonces desconocer esa historia y desconocer que la ciudad tiene unos ciclos en los que cada administración va haciendo unos aportes, es mentirnos”.
¿Sí, pero una cosa es continuar y otra sumar obras como ejecución propia?
“Eso es importante. Los proyectos tienen unos tiempos y unas financiaciones que a veces no se logran en una sola administración. Lo que vemos con los indicadores es que a la línea de base se le está sumando el cumplimiento de la meta y eso no es coherente. Lo que tendría que decírsele a la ciudad claramente es cuál fue el compromiso de esta administración y qué de eso ha cumplido. Acá lo que están haciendo es darle cumplimiento a una meta con lo que hicieron otras administraciones como la nuestra”.
¿En qué casos evidencia que se están cruzando las metas que se tenían con las de esta administración?
“Hay 91 indicadores que están asociados con obra pública y con los temas de infraestructura y espacio público. De esos 91, el 65% tiene esa relación, es decir, que están reportando cumplimiento de meta con el cumplimiento de la línea de base, que es lo que se ha acumulado de periodos anteriores. Indicadores por ejemplo como la adquisición de buses eléctricos. La administración 2016-2019 compró 65 buses eléctricos que fueron entregados y que hacen parte de esa línea de base. Entonces los cuatro buses que ellos compraron, son parte de su meta, pero no pueden ser contabilizados con los 65 que ya estaban”.
Hay una realidad frente al mantenimiento de las obras, ¿qué evaluación hace de la forma cómo se hace?
“Cuando se hace el empalme lo que se le pide a la administración que llega es que invierta los recursos para el mantenimiento, tal como fue aprobado en la vigencia del presupuesto 2020. Medellín se ha caracterizado por ser una ciudad limpia, una ciudad donde la gente tiene la cultura de no tirar las basuras, pero eso no es lo que se ha visto en los últimos dos años. Esos procesos de mantenimiento que eran claros, con unos porcentajes de inversión definidos, no se han dado así. Hay gran deterioro de los corredores verdes y eso tiene unas implicaciones en términos ambientales porque hacer la recuperación de ciertas especies cuesta mucho más, igual ocurre con los huecos en la malla vial. Si no hay una inversión adecuada a tiempo, hacer el mantenimiento posterior es más costoso y más difícil”.
A propósito de los corredores verdes y el abandono que se ha evidenciado en zonas como La Playa, ¿qué está pasando?
“Cuando entregamos, por ejemplo La Playa, vimos unos cambios muy importantes en términos sociales, ambientales, en la conservación de los árboles, de las bancas, cosas que también van muy ligadas a la seguridad y a las activaciones sociales en territorio. Medellín tradicionalmente ha sido una ciudad que la gente cuida y quiere, pero es muy extraño porque cuando la gente ve deteriorado el espacio público, pues tira la basura, arranca la banca. Entonces si como administración no se cuida y no se da ese ejemplo, pues el ciudadano hace lo que quiere en el espacio público y lo daña. Esa obra, que se terminó hace muy poco tiempo, debería estar en óptimas condiciones”.
Se ha dicho que los materiales no fueron óptimos...
“Es que si no se hace mantenimiento nada dura. Y ese mantenimiento ahí no es costoso, es sencillo. Es más un asunto de activación con la comunidad para el cuidado de estas zonas. Cuando se diseñaron estos espacios lo que se habló en los talleres de imaginarios con la comunidad es que ellos participaban en el diseño del espacio público y en la conservación, pero lo que estamos viendo es que el ciudadano no está siendo parte de la conservación y la administración tampoco. Entonces se está quedando en cabeza de nadie”.
¿Y ese mismo principio aplica para el mantenimiento de las zonas verdes? ¿O aquí sí fue relevante el cambio del Jardín Botánico?
“Al finalizar 2019 teníamos estudios en los que veíamos cómo había una reducción de hasta dos grados en todo ese corredor verde donde se había hecho el reemplazo de pisos duros por pisos blandos. Con el cambio de contratista se perdió el conocimiento que tenía el Jardín Botánico durante años, sobre los ciclos de mantenimiento y la experiencia de los jardineros y eso va en detrimento de ese mantenimiento de la ciudad. Retomar ese trabajo es muy costoso para la ciudad”.
¿La ciudad tiene los recursos suficientes para asegurar ese mantenimiento y que no haya retrocesos?
“Medellín tiene el recurso. Es un asunto, primero, de conocimiento, y segundo, de voluntad. Se ha demostrado en las administraciones de los últimos veinte años que la ciudad se puede mantener bien, bonita y que puede crecer; que puede tener proyectos que mejoren las condiciones de vida de los ciudadanos. Pero para eso hay que tener la visión de la ciudad y quererla. Los recursos existen. Medellín, por fortuna, tiene unas fuentes de financiación, tiene el superávit que genera EPM y muchos de estos recursos se utilizan para los proyectos de mantenimiento del espacio público y eso financieramente o presupuestalmente para la ciudad no implicaría un problema”.
¿Pero es falta de visión o de con quién se contratan las obras?
“Creo que es falta de conocimiento de ciudad, por un lado y, en lo que uno ve, falta de idoneidad en los contratistas que ejecutan las obras. Pero además se requiere un trabajo articulado. Hemos visto que se están robando la infraestructura como en el puente de Punto Cero o la Plaza Botero. Ahí se requiere un trabajo articulado como lo hacíamos nosotros, con Seguridad, Gobierno, Inclusión Social e Infraestructura. Nos ayudaban a identificar a los responsables de los daños y en la parte social se hacían jornadas con el habitante de calle que son quienes, en su mayoría, hacen un uso indebido de este espacio. Cuando una administración está articulada y tiene el mismo propósito, se nota y el espacio público lo recibe de esa manera. Por ejemplo, teníamos una mesa solo para el Centro y así empezamos a visualizar una cantidad de situaciones que a veces eran complejas, pero que entre todos solucionábamos”.
Usted mencionaba que de la anterior administración quedaron 65 obras en ejecución y 14 con diseños, ¿se han estado ejecutando?
“Se han estado ejecutando, pero no en el ritmo que debería. Por ejemplo quedaron en contratación los intercambios de la 80, el de San Juan y el de Colombia para el proyecto futuro del metro ligero. El de San Juan quedó en proceso de licitación de contratación pública y el de Colombia en ejecución. Había también obras de valorización de El Poblado que estaban financiadas con recursos y con una proyección de ejecución que a la fecha uno esperaría que ya estuvieran entregadas pero aún no lo están. Había también varios parques en ejecución, como el de Prado, que generaba un nuevo espacio público para la ciudad. La Unidad Intermedia de Buenos Aires también debería estar funcionando. Por ejemplo, el metrocable Picacho lo dejamos en un 85% de avance y todavía hoy tiene obras de urbanismo que no se han finalizado en los alrededores de la estación Acevedo. Entonces ahí uno se pregunta, cuáles son los retrasos y por qué no le ponen el acelerador”.