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La monumental casa de piedra que se construye en secreto en las montañas de Antioquia

En una montaña sagrada, a mitad de camino entre Belmira y Sopetrán, tres hermanos y un primo levantan una enorme edificación valiéndose de una técnica milenaria con la cual se erigieron ciudades como Machu Picchu.

  • La enorme casa comenzó a construirse hace más de cuatro años. FOTOS manuel saldarriaga
    La enorme casa comenzó a construirse hace más de cuatro años. FOTOS manuel saldarriaga
  • La monumental casa de piedra que se construye en secreto en las montañas de Antioquia
  • Diego y sus hermanos manejan al dedillo la técnica milenaria de la piedra seca. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
    Diego y sus hermanos manejan al dedillo la técnica milenaria de la piedra seca. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
  • La monumental casa de piedra que se construye en secreto en las montañas de Antioquia
  • No se conocen referentes de una construcción similar que se levante hoy en Colombia. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
    No se conocen referentes de una construcción similar que se levante hoy en Colombia. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
  • La monumental casa de piedra que se construye en secreto en las montañas de Antioquia
  • Cada piedra cumple un papel específico en la construcción. La ubicación y el diseño responden se integran a la naturaleza.
    Cada piedra cumple un papel específico en la construcción. La ubicación y el diseño responden se integran a la naturaleza.
  • Este es el ingreso al refugio cuyo camino lleva al morro del indio. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
    Este es el ingreso al refugio cuyo camino lleva al morro del indio. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
21 de diciembre de 2024
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Caminar a la deriva a veces viene bien, a veces sirve para encontrar lo excepcional que se oculta en el paisaje.

A Horizontes llegamos buscando un pueblo construido entre nubes famoso porque desde hace años los bebés nacen a cuentagotas, lo que ofrecía, sobre el papel, una historia fácil para ilustrar el éxodo del campo que sufre Antioquia y todo el país. Pero encontramos otra realidad más rica y compleja: un pueblo repleto de casas vacías, pero no abandonadas; de población envejecida, pero también donde una vereda extinta volvió a la vida. Un pequeño paraíso entre Belmira y Sopetrán que no es completamente de ninguna parte, y donde los viajeros que lo descubren vuelven al menos una vez más buscando un silencio limpio mientras observan el hilo fino del río Cauca trazando su ruta entre montañas.

Ya de regreso a Medellín terminamos por azar atravesando un sendero, en apariencia un potrero cualquiera que lentamente fue revelándose como el camino a una montaña especial. Nuestro guía, el custodio del lugar, fue Diego Orlando Zapata Tobón, uno de esos personajes inclasificables.

Un portal en madera con dos guitarras y el tronco de un árbol partido y tallado pacientemente hasta darle forma de espiral fue el punto de partida hacia el morro del Indio. En esa primera estación construyó Diego su refugio, una pequeña casa mimetizada en el paisaje porque todo cuanto fue usado para construirla está en la montaña misma. Todo, incluyendo la piedra extraña a unos pasos de ese refugio convertida en reloj solar.

Antes de que Diego y sus hermanos se convirtieran en los dueños de ese pedazo de montaña el lugar no servía ni para que el ganado pastara, pues su propietario estaba harto de que las vacas se mataran víctimas del reguero de huecos desperdigados por la zona. La obsesión a lo largo de siglos de buscavidas, cazadores de tesoros, oportunistas y alimañas de toda índole quedó plasmada en la erosión del terreno, cientos y cientos de hoyos abiertos con la ilusión del oro.

Así que los hermanos Diego, Camilo, Rodrigo y su primo Guillermo se dieron a la tarea de recuperar el terreno. El lugar fue una montaña sagrada para los indígenas, sitio de entierros y ritos. Y aunque del oro que pudo estar allí algún día ya no había rastro lo que sí encontraron fueron restos de vasijas y otras artesanías que decidieron custodiar y guardar antes de pedir permiso a los espíritus guardianes del morro para construir allí una casa propia de la prehistoria y no de los tiempos que corren.

La geometría sagrada

Diego, Camilo, Rodrigo y Guillermo son oriundos de Belmira. Desde niños compartieron el gusto por las piedras; coleccionaban las raras que iban encontrando en ríos y montañas. La fascinación por las piedras no los abandonó nunca. Ni siquiera en su oficio como oficiales de construcción.

Cuando empezaron a banquear el terreno que adquirieron hace cuatro años encontraron que las entrañas del morro del Indio contenían cuarzo lechoso. Así que piedra por piedra, empezaron a extraer cada una y asignarle una tarea específica entre un plano ambicioso, gigantesco y preciso que planearon entre todos.

La monumental casa de piedra que se construye en secreto en las montañas de Antioquia

Desde entonces construyen en ese paraje montañoso una monumental casa bajo la técnica de la piedra seca, elevada a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2018, y con la cual se construyó, entre otras joyas, Machu Picchu.

La piedra seca ya existía antes que la rueda, la escritura y la metalurgia. Los vestigios más antiguos de esta técnica que se conservan están ubicados en el noroeste de Europa y datan de entre el 7.000 y 1.600 antes de Cristo. Fue una de las grandes conquistas de la humanidad: el dominio de la física y la geometría para construir resguardos del mundo exterior, puntos fijos en el mundo mutable.

La selección de cada piedra, su disposición y manipulación en función de una gran estructura sin usar ningún otro material, ninguna otra amalgama, sirvió para erigir ciudades enteras. Los incas utilizaron esta técnica en las paredes de Machu Picchu.

Diego y sus hermanos dominaron esta técnica milenaria sin pisar un aula de una universidad. Solo con intuición y experticia. Y también con una curiosidad que serpentea por los conocimientos más profundos.

Diego y sus hermanos manejan al dedillo la técnica milenaria de la piedra seca.<span class=mln_uppercase_mln> FOTO: MANUEL SALDARRIAGA</span>
Diego y sus hermanos manejan al dedillo la técnica milenaria de la piedra seca. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA

Cada pieza puesta en la monumental casa en piedra seca, sin una sola gota de cemento ni de otro material, que se erige en secreto en las montañas entre el Norte y el Occidente antioqueño, cumple una función determinada meticulosamente.

La casa se levanta guiada por un pentagrama y su diseño se rige por la geometría sagrada. Todo en la casa tiene un sentido: la localización de la puerta principal, de cada espacio, del sistema del agua que fluye entre la casa y recircula por toda la montaña, las formas que permiten el ingreso de luz; la ubicación de las claves, las piedras angulares que determinan la distribución de las cargas; los arcos, la ubicación de la casa en función del aire, del sol, del ritmo que impone la montaña. Todo está planeado en un pentagrama que los hermanos diseñaron con antelación y que no admite imprecisiones.

La monumental casa de piedra que se construye en secreto en las montañas de Antioquia

Armonizar una sola piedra, por ejemplo, un menhir, las piedras que sirven de punto de partida ancladas verticalmente en el suelo, les puede tomar semanas y hasta meses.

Un viaje al pasado

La escena de una jornada de trabajo en la casa del morro del Indio es sobrecogedora. Una corriente suave pero constante golpea el rostro una vez la espiral de piedra empieza a marcar el camino al centro de la construcción en lo alto de la montaña, al mismo tiempo que desde algún lugar indefinible llegan los ecos de cuerdas y teclas de la música clásica que escuchan los hermanos mientras piedra a piedra levantan una viga o un arco.

No se conocen referentes de una construcción similar que se levante hoy en Colombia. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
No se conocen referentes de una construcción similar que se levante hoy en Colombia. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA

Cuatro años, trabajando en su tiempo libre, llevan levantando el proyecto de sus vidas, principalmente por el amor de hacerlo, porque pueden y quieren desafiar los convencionalismos y cualquier otra solución que con su destreza del oficio pudieron haber erigido allí.

Diego dice tener claro su objetivo, lo que más anhelan es atraer un tipo de turista muy específico, lograr crear un turismo arquitectónico: estudiantes, entusiastas, arquitectos, ingenieros, antropólogos y cualquier persona que más que una selfi y un lugar tremendamente fotogénico busquen tal vez las respuestas que él y sus familiares pueden entregarles con su experiencia en cuanto a una técnica milenaria que sigue bastante vigente en varios países de Europa por tratarse de una de las formas más sostenibles, sin los artilugios de esa manida palabra, para levantar construcciones de manera práctica, eficiente y perdurable solo con la piedra, la física y la geometría como insumos.

La monumental casa de piedra que se construye en secreto en las montañas de Antioquia

Un verdadero acto de rebeldía en tiempos en los que la construcción está considerada como una de las actividades que más impacto ambiental deja. Se estima que para hidratar 100 kilogramos de cemento se necesitan entre 28 y 30 litros de agua. La OMS calcula que una persona en condiciones de vida digna debería consumir 3 litros de agua al día. ¿Cuánta agua que se utiliza hoy para la construcción convencional podría ahorrarse y destinarse para consumo humano con la masificación de técnicas ancestrales?

Lo cierto es que, muy probablemente, quien se aventura a conocer los parajes de Horizontes y el morro del Indio conocerá una experiencia que no hallará en ningún otro lugar en Colombia.

Cada piedra cumple un papel específico en la construcción. La ubicación y el diseño responden se integran a la naturaleza.
Cada piedra cumple un papel específico en la construcción. La ubicación y el diseño responden se integran a la naturaleza.

La Unesco reconoce unos valores ecológicos, estéticos, históricos e identitarios de la piedra seca en experiencias turísticas que ofrecen países como España, Francia, Eslovenia, Turquía, Italia, Chipre y Suiza. Actualmente la Unesco reconoce que sus valores se preservan en edificaciones que se levantan en zonas rurales del Caribe y en Sudamérica en países como Bolivia, a través de terrazas y muros de contención.

En Envigado existe una aproximación a esta técnica, la cada vez más famosa Casa de las Piedritas, en el barrio San José, la promesa de amor de Santiago Rojas, quien en 1976 le prometió a su amada Gloria Rojas dos cosas: la primera, regalarle todos los días de su vida una flor, y la segunda, que en un modesto lote le levantaría una casa única, un palacio que jamás terminaría de construirse.

Este es el ingreso al refugio cuyo camino lleva al morro del indio. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA
Este es el ingreso al refugio cuyo camino lleva al morro del indio. FOTO: MANUEL SALDARRIAGA

La Casa de las Piedritas, según relata la esposa Gloria, es visitada actualmente cada día por personas de todas partes del mundo, hasta de Rusia y China. La casa, única como lo prometió Santiago (ya fallecido), no se ciñó a la ortodoxia de la técnica, pero sí al espíritu de valerse de los recursos más elementales para levantar una construcción singular en todo el mundo.

Ese mismo espíritu alimenta las agotadoras jornadas de esos cuatro soñadores que anhelan que esa casa, también única, y que han erigido en secreto en estos últimos años tome forme pacientemente ante los ojos de cientos de viajeros y visitantes.

Horizontes, dicho sea de paso, es uno de los destinos más singulares que ofrece actualmente el turismo en Antioquia. El corregimiento está a la mitad de una antigua ruta que conectó no solo el Occidente con el Norte sino el Valle de Aburrá con el Urabá antioqueño. Historias y riquezas pasaron por ese paraje el cual ahora encuentran, muchos por azar, quienes buscan nuevos destinos por conocer.

Lo cierto es que quien en el algún momento conozca la casa de piedra del morro del Indio en Horizontes estará ante una construcción que muy seguramente seguirá en pie los siglos venideros.

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