Así como cuando los campesinos se tomaron de la mano para proteger el cargamento de café que iba a ser robado por la guerrilla y atravesaron el puente del Vaho con la fuerza silenciosa que detuvo las balas y el miedo, ayer los habitantes del primer municipio Noviolento de Colombia se tomaron el puente, el pueblo y la memoria para resignificar la palabra “toma” y que nunca más esté atada a la desgracia.
Tuvieron que hacerlo virtualmente, ya que la pandemia no les dejó ir a pintar los murales que planearon durante los últimos meses, pero la tecnología les permitió llegar a más gente y que esa filosofía noviolenta llegara más lejos. La misma que no conocían cuando atravesaron el puente fortalecidos por esa cadena humana, pero que han ido aprendiendo, formando y dándole su propio toque.
“Hoy volvemos al puente a través de la memoria para reconocer que este es también el lugar donde nacimos como noviolentos. Es el corazón de la Noviolencia, donde emprendimos las caravanas del café en el 2002 y nos movilizamos con el poder de la palabra y la resistencia civil para evitar que los armados se llevaran tres de los camiones cargados con los granos de café; es el espacio donde también resistimos -sin éxito-, en la cuarta caravana del café en el mismo año que la cosecha nos fuera arrebatada por guerrilleros”, se lee en el nuevo micrositio en el que los caicedeños cuentan la historia de su resistencia.