Los celos son una respuesta emocional arraigada al ser humano. Más compleja que la tristeza, la rabia o el miedo, ya que acoge a varias de ellas, por ejemplo, una persona celosa puede sentir envidia, ira y culpa al mismo tiempo. Los celos son naturales en las relaciones humanas, principalmente en las románticas. Pero esto puede convertirse en una conducta patológica.
El extremo de los celos es lo que se conoce como el síndrome de Otelo. Un delirio en el que una persona sufre al estar firmemente convencida de que su pareja le es infiel.
“La persona está obsesionada con la idea de la infidelidad y muestra una serie de conductas que se manifiestan tratando de buscar pruebas que lo demuestren, por ejemplo, entrando en el ordenador o mirando el teléfono móvil de su pareja. También puede mostrarse violenta o humillar al otro”, dice a BBC Mundo Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo.
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Para Rodrigo Mazo Zea, psicólogo y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia Bolivariana, existen celos naturales o conocidos también como reales, en los que las alarmas que activan los celos son ciertas y otros, donde los celos son una invención de la persona.
“Los celos reales son en los que hay evidencia de que la pareja está desplazando su atención de la relación en otra persona. Por otro lado, están los celos patológicos donde hay alarmas falsas. La persona inventa o aumenta el potencial amenazante y ve en los demás una amenaza que no es cierta pero que la perciben como real”, detalló.
En el caso de los celos patológicos, se producen principalmente cuando el celoso tiene una percepción negativa de sí mismo y siente que es una persona vulnerable para ser abandonada. Esto significa que la desconfianza de los celos no está sobre la pareja sino sobre sí misma, según el experto Mazo Zea.
El experto también explicó que las personas celosas tienen dos estrategias de afrontamiento para cuidar de la relación.
1. Su lado tóxico: son personas celosas, altamente demandantes, hipercontroladoras y están pendientes de su pareja en todo momento para controlar la relación. Tienen una percepción de amenaza y se sienten inseguros la mayor parte del tiempo.
2. Su lado complaciente: contradictoriamente, las personas celosas, en los momentos de tranquilidad en la relación, son personas que complacen a su pareja, son cariñosos, complacientes y obedientes.
“Estas dos actitudes ponen a la persona que es celada en una condición ambivalente. De un lado, resulta ser un comportamiento tóxico y demandante y por el otro, son personas expresivas, entregadas y cariñosas cuando las cosas están bien”, agregó el especialista.
De acuerdo con algunas investigaciones, se ha evidenciado que hombres y mujeres priorizan diferentes elementos en una relación. Por ejemplo, en la investigación Evolución, sexo y celos, publicada en Science Direct, se evidenció que para los hombres es mucho peor una infidelidad sexual que una emocional. Todo lo contrario a las mujeres, quienes aseguraron que sería peor una infidelidad emocional que una sexual.
Esto demuestra que para los hombres es más importante la posesión del cuerpo y, para las mujeres, lo emocional es más significativo.
¿Cómo trabajar los celos patológicos?
Las personas con celos patológicos difícilmente reconocen que sus celos son por situaciones o pensamientos exagerados o inventados. “No suelen aceptar el problema. De hecho, en las consultas son más frecuentes las visitas de las personas que son celadas a los que son celosos, porque no quieren aceptar que tienen un problema”, dijo el psicólogo Rodrigo Mazo Zea.
Lo primero para terminar con los celos patológicos es reconocer que hay conductas que se exageran. Así, la persona va a tener un mayor control sobre sí misma.
“Lo más importante con los celos es fortalecer el yo. Esta es una reacción que evidencia debilidad y desconfianza en sí mismo, por lo que la persona debe aumentar su autoestima, su valía personal y así evitar la dependencia y la desconfianza en el otro”, aconsejó Rodrigo.
En esos casos en los que los celos no pueden controlarse y son patológicos, debe haber un acompañamiento de un especialista. Que la desconfianza no termine con la confianza de su pareja y, por consecuente, con su relación.