Por Marcela Vargas Aguiar
*Invitada por ATA
Destino: la isla feliz (así se apellida Aruba). Con ese nombre, ¿quién puede pensar que la va a pasar mal?
La isla, ubicada a 20 kilómetros de la costa del estado venezolano de Falcón y a una hora y media en avión desde Bogotá, se ha convertido en uno de los destinos turísticos preferidos en el Caribe, tanto que, según los registros de la Autoridad de Turismo de Aruba, el 65 por ciento de sus visitantes regresa.
Aquí le contamos qué puede hacer en Aruba y, además, un breve recuento de su historia.
Los primeros pobladores
Un hallazgo de huesos de Mamuts en Aruba le abrió la puerta a la teoría que dice que sus primeros pobladores llegaron caminando (por la arena) y no en barco como sería lo lógico en esta isla que, siendo del Caribe, hace parte del europeo reino de los Países Bajos.
Llegaron de Venezuela y Colombia, cuyo territorio no estaba delimitado entonces (entre 20.000 y 24.000 años atrás, durante la última fase glacial), así lo afirma el antropólogo Gerardo Ardila. Al parecer, lo que ocurrió tuvo que ver con que el nivel del mar descendió dejando descubiertas grandes áreas, incluidas las penínsulas de Paraguaná y La Guajira y “La Isla feliz”.
No obstante, la canoa es considerado el medio de transporte insignia de su proceso de habitación por parte de los indios caquetíos e incluso tiene monumento frente al Museo Arqueológico de Aruba, ubicado en su capital, el distrito de Oranjestand.
De estos indígenas no queda un descendiente en pie sobre la isla, murieron tras ser esclavizados por los españoles o migraron hacia Suramérica y otras islas del Caribe. Tal vez -sin que los arubianos lo reconozcan- algunas expresiones de su familia lingüística arhuaca hacen parte del papiamento, lengua nativa que habla cada uno de sus 110 mil habitantes, oficial apenas desde 2003.
Solamente los pictogramas dibujados en piedras les recuerdan a los arubianos que en esa arena suave y blanca de sus playas, en sus enormes y negras rocas volcánicas, en sus salados fósiles de coral y en el polvo de su desierto hay rastros de sus raíces remotas.
De “la isla de los gigantes” a “la isla feliz”
“Son mucho más que otras elegantes / Y tanto que por otro nombramiento / Las llamaban las islas de gigantes / Por ser en general de su cosecha / Gentes de grandes miembros y bien hecha. / No tienen para que formar querellas / De natura por malas proporciones: / Son las mujeres en extremo bellas, / Gentiles hombres todos los varones; / Por consiguiente son ellos; y ellas / De nobles, y apreciables condiciones; / Tienen para la guerra gentil brío / Y su lenguaje es el Caquetío”.
Así describió a los arubianos el sacerdote español y cronista de indias Juan de Castellanos, en su texto Elegías de Varones ilustres de Indias, escrito en el siglo XVI, después de que las Islas ABC (Aruba, Bonaire y Curazao) fueran descubiertas por Alonso de Ojeda en 1499 y declaradas propiedad de la corona española.
Hoy su gente es amable, servicial y alegre, por eso no es raro que el 70 % del Producto Interno Bruto de Aruba provenga del turismo, vocación que tomó fuerza en los noventa, pocos años después de lograr la autonomía gubernamental de los holandeses, quienes desembarcaron allí en 1636, cuando estaba terminando la guerra de los ochenta años entre este Países Bajos y España.
Hasta entonces, su territorio había sido utilizado para actividades pastoriles, explotación de minas de oro en el siglo XIX y, luego, como sede de una de las refinerías de petróleo más grandes del mundo (para su época) que funcionó en los veinte.
El presente autónomo
Los turistas pueden ver el reflejo de su historia con Holanda en su arquitectura, sus esculturas y su idioma. Sin embargo, a más de 28 grados centígrados durante todo el año, con la música tropical de las emisoras y la brisa empujando hacia el oeste, lo que se siente es el Caribe.
En Aruba van y vienen cuatro idiomas: holandés (el oficial, que aprenden en las escuelas desde el primer grado), papiamento (mezcla de portugués, holandés, español y lenguas africanas), español e inglés, como resultado de conquistas, ocupaciones y migraciones (alberga 40 nacionalidades, actualmente).
La multiculturalidad se convierte en una ventaja para los visitantes ya que garantiza pocas barreras para la comunicarse con ellos (ninguna para los colombianos, quienes, además, no necesitan visa).
Así, esta isla volcánica y coralina, de 30 kilómetros de largo por 9 de ancho, que los conquistadores llamaron “isla inútil”, porque no encontraban oro ni tierra fértil; pudo emerger, al punto que hoy sus habitantes y visitantes se sienten afortunados.
¿Qué se puede hacer en Aruba?
1. Vamos a la playa
Quien tenga en su mente que Aruba es igual a playas hermosas y tranquilas acierta. Uno podría decir que su arena es suave, que el agua es cristalina, que el mar le regala todos los azules posibles en un solo vistazo, que el sol se esconde despacio para que usted no se tenga que ir de ese paraíso tan pronto, pero corre el riesgo de quedarse corto. En cuestión de playas, Aruba es una postal permanente y hay que estar allí para apreciar su esplandor.
Eagle, Moomba y Palm Beach son las más famosas y concurridas pero no por eso pierden su tranquilidad y seguridad. Encontrará infraestructura para realizar deportes acuáticos y, mar adentro, se puede caretiar.