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Celulares en los conciertos: debate entre grabar o disfrutar

Los dispositivos móviles cambiaron la dinámica de los conciertos. Antes, tomar una foto o grabar un video dependía de equipos externos que no se permitían. La discusión es tendencia.

  • FOTO ARCHIVO (EDWIN BUSTAMANTE)
    FOTO ARCHIVO (EDWIN BUSTAMANTE)
23 de diciembre de 2017
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T eatro Metropolitano de Medellín, noviembre 19 de 2016, 8:10 de la noche. Andrés Calamaro se presentaba en la ciudad en su gira Licencia para cantar. Bastaron dos canciones para que el artista argentino hiciera público su descontento con un fanático, ubicado en las primeras filas del teatro y quien lo enfocaba con su celular. “No tengo nada contra tu luz interior, pero la de tu cámara me desconcentra mucho”, le dijo. Pasó el disgusto, muchos asistentes continuaron grabando, pero fueron más discretos, desactivaron el flash. Otros, la mayoría, aceptaron la invitación del artista de apagar sus móviles y disfrutar.

No pasó lo mismo en el último concierto de la cantante de soul inglesa Estelle, en Aruba. Empezó el show con cientos de celulares registrando el momento. También aguantó solo dos canciones. La cantautora regañó al público manifestando que si habían ido a verla a cantar debían apagar sus smartphones. El cómo lo dijo molestó a la audiencia, se dio una desconexión con el público o quizá fue este el que se desconectó de ella. A partir de ahí fue moverse a contracorriente para tratar de mantener la función.

Nuevas herramientas

Carlos Scolari, profesor de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona y coordinador del proyecto de investigación Transmedia Literacy de la Unión Europe, recuerda que estas prácticas no son nuevas, él mismo usó una grabadora en un concierto de Queen en Argentina en 1981 y además tomó dos rollos de fotografía. “La gran diferencia hoy es de escala: los dispositivos móviles son mucho más pequeños, tienen mayor calidad y, aquí está el cambio, resulta mucho más fácil distribuir los contenidos en las redes”.

Para Víctor Solano, analista en comunicación digital, la llegada de los móviles ha dado pie a nuevas estéticas y sensibilidades en los asistentes a un concierto, quienes buscan capturar en imagen o video momentos específicos para verlos luego, compartirlos y hasta transmitirlos en tiempo real con su red de contactos.

“La otra mirada, la del vaso medio vacío, es que el asistente pierde contacto con el mismo artista por estar pendiente de generar contenido y molestar a quien tenga alrededor, a pesar de ello considero que hay que mirar el tema sin satanizarlo”.

Lo contrario considera Juan Camilo Díaz , analista de Medios y cultura digital de la Universidad de la Sabana quien piensa que hay en la colectividad una necesidad creada por las redes sociales y los celulares de estar contando no sólo todo lo que se hace sino también en dónde se está, una especie de narcisismo. “Físicamente estamos en el concierto pero nuestra mente analiza diferentes posibilidades: dónde lo publico, cómo lo publico y cuántos likes (me gusta) voy a tener. Es el afán de que mis seguidores y amigos sepan dónde estoy y qué tan bueno lo estoy pasando, pero no asisto realmente, veo el concierto a través de la pantalla y lo hago con el fin de encontrar retribución en los otros”.

Una mirada distinta es la que entrega Hernan Dario Gil, antropólogo y docente del centro de Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, quien considera que más allá del narcisismo hay una obsesión por saber de la vida de los demás, “si yo estoy en un concierto debería estar disfrutándolo al máximo, hay algunos que comparten contenido, pero me queda la inquietud sobre aquellos que están revisando la vida de los otros, muchos están pegados del celular revisando las redes sociales de los demás y perdiéndose el concierto”.

El hecho de estar cerca del artista es para algunos razón suficiente para tomar fotografías y videos en medio del espectáculo, “es guardar el recuerdo de algo que no puedan tener los otros”, precisa Solano, quien añade que si el fanático se encuentra a mucha distancia del artista pues grabar desde una cámara del celular no sería tan lógico porque no se ve bien y se perdería el momento, “en esas condiciones es mejor gozar del concierto y no capturar un mal registro”.

No pasa solo en conciertos

No se puede negar que el consumo de experiencias ha cambiado con la permanencia y dependencia de los dispositivos móviles. Díaz considera que lo que pasa en los conciertos es preocupante, pero le inquieta más que el tema haya trascendido a espacios tan cotidianos como la permanencia en una playa hermosa, la imagen de una montaña muy bonita o un cielo muy azul. “No se aprovecha para disfrutar de ese momento con todos los sentidos sino que ahora lo primero que se hace es tomar una foto para contarle al mundo que ahí estoy yo”.

Otro ejemplo es lo que ha pasado en los mundiales de Fútbol. “En Sudáfrica (2010) la FIFA prohibió que los asistentes a los partidos compartieran videos en YouTube. En el mundial de Brasil, cuatro años más tarde, la misma FIFA organizó un concurso de vídeos hechos por fans. Creo que esa es la actitud correcta a seguir”, afirmó Scolari y añadió que se deben comprender los cambios en la ecología de los medios y saber aprovecharlos, “es simplemente ridículo intentar prohibir este tipo de prácticas”, concluyó.

Los derechos de autor

Previo a un concierto los organizadores reciben, en algunos casos, indicaciones sobre el tema. Conrado Santamaría Polo, gerente de Línea Estratégica, compañía que ha realizado producciones técnicas de conciertos como los de Coldplay y Guns N’ Roses en Colombia y Metallica, y Kiss en Ecuador, comentó que hasta ahora no ha recibido por parte de los artistas ninguna prohibición en el uso de celulares en dichos espectáculos, pero sí un tema condicional en cuanto a cámaras profesionales, ya que los artistas se protegen en el tema de derechos de autor.

Camilo Villa, abogado especialista en derecho de los negocios, aclaró que el tema está plenamente regulado en cuanto a lo que tiene que ver con el ánimo de lucro, que se contempla en la llamada Decisión Andina 351 de 1993 que es un régimen común (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) sobre derechos de autor y también en el Código Penal Colombiano. “Grabar un concierto completo y lucrarse de él es un delito que está contemplado en el Código Penal. Quienes graben una canción o un fragmento de canción para también lucrarse estarían cometiendo el mismo delito (defraudación a los derechos patrimoniales de autor)”.

Otro caso es el de grabar un fragmento para el uso particular, sin fines de lucro y para compartirlo de manera casual en las redes sociales. “Esto pasa por un filtro de 3 pasos: que se trate de un caso especial, en este caso un concierto, que el resultado de la grabación no atente contra la explotación normal de la obra y que no cause perjuicio a los intereses legítimos del autor”, explicó Villa, quien añadió que si lo que yo grabo y comparto en redes sociales pasa por este filtro, esta grabación queda amparada por lo que se llama copia privada y domicilio privado, excepciones a los derechos de autor y en donde las personas no estarían cometiendo ningún delito.

En ocasiones Facebook y YouTube bloquean este contenido en algunos usuarios, “ellos lo hacen para no tener en sus servidores estos fragmentos de conciertos y curarse en salud porque ellos actúan como organismos de radiodifusión y en algún momento pueden ser sancionados, además hay algunos influenciadores que se pueden lucrar de estos contenidos y cuando hay lucro, hay delito”.

Rechazo, burla y aceptación

Una parte del público, la que no graba, rechaza esta práctica. En cuanto a los artistas, parados en el escenario, hay diversas opiniones. A manera de burla y como parte de la gira Dos pájaros contraatacan, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, comenzaban sus conciertos con un video en el que caricaturizados como urracas parlanchinas invitaban al público a disfrutar del espectáculo y alardear por el hecho de estar allí, “la empresa ruega al público que hagan el favor de comportarse correctamente empezando por apagar sus teléfonos celulares, aunque yo de ustedes no lo haría, manténganlos prendidos hagan muchas fotos y mándenlas a sus amigos para que vean lo que se están perdiendo”.

Otros artistas son más directos e increpan a la audiencia para que dejen de grabarlos y disfruten el show. Como Adele en Venecia, Italia, el año pasado, cuando dijo: “Quisiera pedirle a la mujer de ahí, ¿podrías dejar de grabarme con tu cámara? Porque estoy aquí en la vida real, puedes disfrutar en la vida real”. También Rihanna, quien invitó a los asistentes a un concierto suyo en Francia a que dejaran de cazar pokémones en pleno espectáculo. Particularmente estos casos quedan registrados entre quienes grabaron con sus celulares.

En conciertos masivos cantantes como Diego Torres, J Balvin, Maluma, Juanes y Carlos Vives comparten fotografías del espectáculo en sus redes sociales, graban videos que comparten en tiempo real y participan en fotografías que los mismos fanáticos ubicados en primera fila les piden.

Los artistas definirán si es irrespetuoso o no que los graben con celulares en sus conciertos, de ahí a que tomen la decisión de aceptarlo o prohibirlo puede existir un solo paso. En ocasiones dependerá también del formato del show y de los escenarios en los que se presentan (hay teatros que lo prohiben), pero también de cómo adaptan estas nuevas tecnologías a su trabajo. Faltará tiempo para que haya un acuerdo, pero es claro que la dinámica está cambiando y que los dispositivos han transformado la disposición del consumo de experiencias, entre ellas, los conciertos.

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