El Valle de Aburrá tiene una extensión aproximada de 1.150 kilómetros cuadrados y el río Medellín atraviesa la subregión de sur a norte. En esta arteria fluvial de 100 kilómetros de longitud desembocan 250 quebradas que son monitoreadas las 24 horas del día por el Siata (Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá).
Para estudiar el comportamiento de estos afluentes, los científicos utilizan diferentes tipos de tecnologías (ver recuadros) que les permiten mitigar riesgos ambientales. Es decir, estos aparatos les informan el estado de las crecientes que se puedan generar en las cuencas para evitar posibles desbordamientos y deslizamientos en los diez municipios que conforman el área metropolitana.
Por ejemplo, el pasado 5 de abril cuando las fuertes lluvias provocaron que el río Medellín se desbordara a la altura de la calle 33, los cuatro sensores de nivel ubicados en esta parte del afluente estaban en N4 color rojo (inundación extensiva de estructuras y calles) y registraron un récord que no se presentaba desde hace nueve años: el río alcanzó hasta cuatro metros de altura.
“La tecnología es clave para hacer el monitoreo de ríos y quebradas porque nos entrega información oportuna, nos permite generar las alertas en el momento que corresponde y, además, nos ayuda a resolver problemáticas entorno a la gestión de riesgos”, dice Juan David Palacio, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Así mismo, explica que hacerles seguimiento implica tener la ubicación precisa del río o quebrada para posteriormente realizar los diagnósticos, los monitoreos de calidad y verificar las condiciones ambientales.
Los 21 Sistemas de Alertas Tempranas Comunitarios (red de comunicación con líderes de zonas de alto riesgo en el territorio) también han sido fundamentales para la prevención y toma de decisiones en momentos de emergencia.
“Cuando el sensor de nivel evidencia color naranja está asociado a una inundación menor, pero cuando llega a rojo se activan los Sistemas de Alertas Tempranas Comunitarios, desde el Siata llamamos a las personas que se encuentran en las diferentes comunidades para que nos cuenten cómo observan el río o la quebrada. Después de la retroalimentación decidimos si activar o no una sirena que busca alertar a la comunidad en caso de una emergencia”, indica José Lozano, integrante del equipo operacional.
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha logrado identificar 131 puntos en la subregión que han sido considerados como de riesgo sensible y donde se pueden presentar deslizamientos o avenidas torrenciales
Estos instrumentos electromagnéticos permiten conocer la altura que tienen los afluentes de acuerdo al sitio donde fueron ubicados, es decir, informan qué tanto sube el agua cuando empieza a llover. “Envían una onda o una señal que rebota con el agua y se devuelve, cada minuto revela cómo está subiendo o bajando el nivel,” explica Lina Isabel Ceballos, líder del Equipo Operacional del Siata. Según el comportamiento, el equipo de Hidrología define el nivel de riesgo de acuerdo a una escala de colores: verde (seguro), amarillo (preocupación), naranja (inundación menor) y rojo (inundación mayor).
Radar Metereológico
Su función es hacer barridos permanentemente sobre el Valle de Aburrá y regiones vecinas para obtener información relacionada con las nubes y la precipitación. “Envía una onda electromagnética y cuando encuentra partículas de agua en estado sólido (granizo) o líquido esa señal se devuelve y nos dice a qué distancia están y qué tamaño tienen, nos sirve para informar en qué partes está lloviendo y con qué intensidad, nos permite un tiempo de preparación sobre lo que puede implicar en los ríos y quebadas”, señala Ceballos. Este radar tiene un radio de cobertura óptima de 120 kilómetros cuadrados, es como viajar desde Santa Elena hasta Manizales.
Disdrómetros
En la actualidad hay once de estos instrumentos ubicados al aire libre en partes como techos, postes y terrazas. Miden la cantidad de gotas que caen en un punto específico durante un evento de lluvia, el diámetro de cada gota y la velocidad de caída. Ceballos cuenta que el aparato está compuesto por dos cabezas y entre ellas hay un rayo láser que se mueve todo el tiempo, cuando empieza a llover le atraviesan las partículas, entonces ahí es capaz de clasificar si fue una gota de agua o granizo. “Es mucha la cantidad de información que envía en tiempo real, nos llegan más de 490 datos por minuto”, dice la líder del Equipo Operacional del Siata.
Drones
Mauricio Fernández, piloto de drones del Siata, explica que en la actualidad cuentan con cuatro drones comerciales y tres de bajo costo (estos hacen registros debajo de puentes o en cuencas). “Con esta tecnología monitoreamos quebradas y sacamos información precisa sobre los desvíos de los cauces para que los ingenieros puedan saber hasta dónde puede ir una inundación o tener una alerta temprana”. Por otro lado, Esneider Zapata, líder del Equipo de Hidrología del Siata, señala que cuando una quebrada se desborda, por ejemplo, con los drones logran tener “una visión espacial” que les permite reconocer las zonas más afectadas antes de ir al terreno.